El título de la pieza «Reading a Wave» («leyendo una ola») parece rimar con la conocida expresión «bailar sobre arquitectura» que Frank Zappa y tantos otros comparaban con «escribir sobre música». Si muchas veces resulta un tanto estéril e inútil este ejercicio, escribir sobre músicos como Alexis Georgopoulos supone un reto aún más complejo.

Bajo el pseudónimo Arp, Georgopoulos no se adhiere a ninguna escena ni género, no hay contexto histórico o social en el que situarle, su música es tan libre y está tan en movimiento que es complicado capturarla. Ha sido minimalista, glam, ruidista, ambient… en «Zebra» (2018) se rodea de varios músicos para hacer su música aún más expansiva, como en «Reading a Wave», en el que el saxofonista David Lackner nada entre pianos acuáticos y baterías jazzísticas; música cósmica y naturalista, relajante a la par que estimulante.

Define la década porque proyectos como Arp son los que realmente acotan el universo musical del momento. Si los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo, como decía el filósofo, el políglota Georgopoulos tiene un multiverso inabarcable en el que piezas como «Reading a Wave» son sólo un planeta más de su galaxia sonora. En este caso, un planeta de ambientes apacibles y llenos de vida.