En pintura, los bocetos, esbozos, y bosquejos muchas veces forman parte de la creación del artista como una obra de arte más. En la música, lo más parecido serían las maquetas, que en alguna reedición especial cubren necesidades de coleccionistas, pero poco más; no suelen aportar perspectivas esquemáticas, conceptuales, cuyo valor se encuentre precisamente en que están inconclusos, incompletos.

Beatrice Dillon es una productora y DJ de gusto por la electrónica experimental y el club alternativo. Rupert Clervaux es poeta, compositor e ingeniero de sonido. La dupla, que proviene del mundo de las bellas artes, nos ofrece en el disco «Studies I-XVII for Samplers and Percussion» (2015) 17 piezas breves de percusión manipulada que funcionan, como su propio nombre indica, de estudios, de apuntes. Son 17 pequeños experimentos con patrones rítmicos de diferentes géneros y texturas. «II» es una de las más accesibles; tambores, xilófonos y bongos de sonoridad tribal y mentalidad contemporánea.

Define la década porque «Studies I-XVII for Samplers and Percussion» es un álbum único. Dillon y Clervaux realizan un proyecto empírico para seguir buscando nuevas fórmulas y ritmos aplicables a la música. Es literalmente música experimental, en donde el proceso creativo es la propia obra.