El lumpen siempre ha tenido algo magnético. Las personas que malviven en los márgenes son exóticas para la mayoría de los pequeñoburgueses, que se ven fascinados por su falta de disciplina social y su libertinaje verbal. 

El trío Migos nació en los suburbios de Atlanta. Los tres se criaron en el mismo hogar (Quavo es el tío de Takeoff, y Offset es el primo de Quavo) Nunca se han quejado de su situación marginal. Se niegan a decir «la calle me hizo a ser así» sino que ellos decidieron permanecer a ese mundo. En «Fight Night» (2014) uno de sus primeros singles e incluido en su mixtape «No Label 2», dicen «Soy un negrata rico, no me gustan los negratas arruinados, no trato con ellos» para luego hablar constantemente de sexo con una altísima crudeza y rudeza. Dinero y sexo como altares del poder; un poder que se le había negado de manera estructural. El tema respira esa fuerza vanidosa, apoyada en una base de Roland 808 alejada del hip-hop tradicional y más cercana al club. 

Define la década porque Migos es uno de los ejes sobre los que ha girado el rap sureño, que ha conformado el sonido de los barrios de todo el mundo. El trap y sus aledaños han cautivado por su mezcla de hedonismo y aspereza, aunque por supuesto no vale sólo con eso. Migos es lengua viperina y fluida, coros monosilábicos y  electrorap de diseño. Canciones como «Night Fight» han traído el neón al rap, beats sintéticos que bañan en oro las rimas groseras y a la vez empoderadoras de la clase baja.