Desde el advenimiento de la música electrónica, ha habido un bando conservador que defiende el uso de los instrumentos tradicionales frente a la música sintética y digital. La electrónica multiplicaba ad infinitum las posibilidades sonoras, pero es cierto que no conseguía transmitir la calidez de la música orgánica. Paradójicamente, el progreso tecnológico ha ido trayendo cada vez más naturalidad a los sonidos, más posibilidades para que los dos mundos convivan simbióticamente.

Scott Hansen, también conocido como Tycho, dedicó unos cinco años a producir y escribir «Dive» (2011). Fue el paso al programa REAPER, el que hizo que pudiera darle el sonido que el californiano estaba buscando. Hansen, que normalmente compone con guitarra y para los directos cuenta con Zac Brown en el bajo y Rory O’Connor en la batería, quiere dotar a sus beats de una textura viva, real, y lo consigue con dispositivos de retardo analógico y antiguo software de reverberación digital, además de utilizar instrumentos acústicos grabados con micrófono. «Hours» es una pieza instrumental electrorgánica, con un sonido naturalista a pesar de estar basado en el sintetizador; un relato nostálgico y retrofuturista, con brisa marina y luz de atardecer. 

Define la década porque con «Dive» Tycho se situaba en la órbita de la chillwave y el pop hipnagógico tan de su época pero con un sonido diferente, que se inclinaba más hacia unos Boards Of Canada menos abstractos. Electrónica contemplativa y cálida, que ha sido posible por los nuevos métodos de grabación y software. Los avances han facilitado la hibridación de los dos mundos, el sintético y el orgánico, en una mezcla compacta y sin grumos.