¿Qué es el pop? No hay ritmo, escala pentatónica, instrumento o sonido que sea específico de este género. Porque es un género, ¿no? ¿O es más bien una actitud? ¿O una percepción del oyente? ¿Es voluble, cambiante, mutable? ¿Puede algo convertirse en pop años después? ¿Y al contrario?

Cuando Charli XCX cedió a Icona Pop el megahit «I Love It» (2012) al inicio de su carrera, muchos pudieron pensar la poca visión que tuvo la inglesa al no incorporarla a su propia discográfica. No podrían estar más equivocados. Si algo le sobra a Charlotte Emma Aitchison es visión. Su quimérica trayectoria es un intento constante de imaginar el futuro del pop, o el pop en un universo paralelo. Su alianza con A. G. Cook y su PC Music fue la estrategia definitiva para hacer jaque mate al mainstream, para deconstruir el pop desde dentro. El ensayo conceptual de «Vroom Vroom» (2016) ya avanzó lo que magnificó con «Pop 2» (2017), una perversión digital del sonido de radiofórmula. La mixtape se cierra con «Track 10», un juego de bucles obsesivos que comienzan en el glitch y lo abstracto y acaban en coros grandilocuentes y ritmos barrocos. Autotune cibernético y sentimientos muy humanos («Solo quiero pasar la noche follando en tu cama» ) 

Define la década porque Charli XCX es una de las artistas que mejor han interpretado y reinterpretado su época. Tiene una hipersensibilidad a los algoritmos que entrañan los tejemanejes del pop y una intuición nata para vaticinar y construir su futuro. «Track 10» ejemplifica esa vanguardia desde la exageración, desde el artificio que se hizo carne y habitó entre nosotros. ¿Qué es el pop? ¿Es «Pop 2» su secuela? Seguramente, aunque en algunos años probablemente sea su precuela.