«Mucha gente se queja de que (la música hecha con ordenador) es menos atractiva, menos natural, menos emocional, pero mi portátil interviene en gran parte de mi vida: mi Skype, mi cuenta bancaria, mis correos electrónicos, mis relaciones… En realidad, es un instrumento hiper-emocional; tiene más contenido emocional de lo que un violín podría soñar”

Así hablaba Holly Hendron a The Guardián sobre su instrumento favorito, el portátil. La estadounidense quedó fascinada por la escena club de Berlín cuando vivió allí durante un programa de intercambio de estudiantes. Cuando volvió a USA estudió música en la Universidad de Stanford terminando con un doctorado en el Centro de Investigación Informática en Música y Acústica. Su obsesión desde siempre ha sido la interacción del ser humano con la tecnología, con el mundo hiperconectado. En su segundo largo, «Platform» (2015), hay canciones inspiradas y secuenciadas a partir del motor de su navegador, otras hablan de su relación con la NSA (la Agencia de Seguridad Americana), incluso es el primer álbum comercial en contener una pista destinada a desencadenar una respuesta autónoma del meridiano sensorial (ASMR). En «Interference» utiliza su voz para crear melodías rotas en ritmos inconexos, electrónica experimental de sonido denso e hipertecnológico, pero sustancialmente humano y emocional.

Define la década porque Holly Hendron es una de las artistas conceptuales sonoras que más lejos ha llegado en la hibridación de tecnología y alma. Sus experimentos con el software le llevaron a crear junto a Matt Dryhurst y Jules LaPlace la inteligencia artificial Spawn, que utiliza el aprendizaje automático para interpretar personajes vocales y técnicas de composición. La IA se estrenó como colaboradora con la pieza «Godmother» para su disco «PROTO» (2019), música aparentemente futurista pero que responde mucho más al presente de lo que podríamos imaginar.