El 1 de enero de 2010 un joven Alexander Giannascoli de 16 años editaba su primer disco  «Race», de una manera muy poco millennial: en cassette (aunque más tarde añadiría la descarga digital). La década comenzaba con este muchacho de Pensilvania grabándose en su hábitat natural, su dormitorio. Después de 8 discos, la década terminaba poco después de la salida de «House of Sugar» (2019), cuyo grueso seguía grabándose en el hogar de Giannascoli, ya conocido como Alex G. 

Cuándo tenía 11 años, los padres de Alex compraron un ordenador Apple. El preadolescente cogió una guitarra de su hermano y aprendió a tocarla para poder grabarse en el ordenador, empezando así una de las carreras más interesantes del lo-fi norteamericano de la década. En «Gretel» de su último disco de los 2010s, podemos ver todas sus virtudes de una tacada: la distorsión de la realidad a través de manipular las voces y los instrumentos, una producción densa y ambiental (en este caso fantasmagórica) y una composición precisa y emotiva. El propio Alex G ha dicho que la canción trata de una reinterpretación del cuento de «Hansel y Gretel» en el que la hermana esta vez deja que la bruja se coma a su hermano y ella pueda tomarse todo el dulce de la «casa de azúcar». 

Define la década porque dentro de la creciente escena DIY y homemade, Alex G destaca por la brillantez en la escritura y la inusual interpretación. Tanto es así que Frank Ocean le llamó como parte del equipo creativo de «Blonde» (2016), que acabó siendo uno de los discos de los 2010s. «Gretel» muestra una suerte de Elliot Smith con capacidad para añadir capas de electrónica y disonancia. Indie melancólico pero estimulante.