13 Oct Mumford & Sons – «Little Lion Man» (2010)
¿Qué hacen unas vetustas guitarras acústicas frente al poderío sonoro de la electrónica de baile? ¿Cómo puede competir una mandolina contra bajos ultra procesados e hiperdefinidos? Ha finales de los 2000s el folk era una especie en peligro de extinción; la ley del sonido más fuerte les dejaba muy abajo en la cadena trófica. Sin embargo, esta música había sobrevivido al polvo de la gran depresión, al rock & roll, al punk y a la música disco. Un género que llevaba casi un siglo resistiendo no se iba a dar por vencido, así que lanzó una ofensiva a lo grande: el stadium folk.
Lumineers, Edward Sharpe, Of Monster And Men… A principios de los 2010s surgieron bandas de gusto por lo añejo que dieron con un filón por la creciente cultura hípster, esa de barbudos con tirantes y cierta elegancia rural. El sonido del campo norteamericano tornó a grandes canciones coreables y saltables, ideal para festivales masivos. Pero de toda esa hornada quizás el ejemplo más evidente es el de los británicos Mumford & Sons. Su primer disco, «Sigh No More» (2010) contenía la canción «Little Lion Man», un bluegrass épico en la que Marcus Mumford, el cantante, se le eleva hacia el cielo con un coro grandioso, consiguiendo así ponerse a la altura de cualquier subidón de EDM.
Define la década porque aunque publicado en Reino Unido en 2009, «Sigh no more» llegó al resto del mundo en 2010 y se convirtió en el segundo disco de rock más vendido de los 2010s, sólo por debajo de Twenty One Pilots. A pesar de repetir una fórmula ganadora en muchas de sus canciones, hay que reconocer que Marcus tiene uno de los mejores timbres de su generación y en «Little Lion Man» brilla de manera más contundente. Un stritease emocional a modo de superproducción que, si te dejas llevar, te sube a cotas altas, allí donde el folk, seguramente por timidez, pocas veces había llegado.
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