El terror no está en lo desconocido, sino en la sombra de lo conocido. Las partes oscuras que no se atisban a ver, que se ocultan bajo fachadas de normalidad. Lo que hay debajo de la piel. 

Jonathan Glazer tardó más de una década en producir «Under the skin» (2014), y cuando lo consiguió no obtuvo los resultados esperados en taquilla a pesar de contar con Scarlett Johansson como protagonista. El film no conectó con el público seguramente por la incomodidad que produce y la experimentación narrativa, que por otro lado la convirtió en película de culto y aclamada por la crítica. Gran parte de culpa, tanto de la intranquilidad que crea como de la fascinación, la tiene Mica Levi, que supo adaptarse a la perfección al concepto de Glazer. Música que pretende ser humana pero que contiene algo de antinatural. En «Andrew Void» los violines son exagerados y el ritmo seco, como una sonrisa turbadora a un paso demasiado tranquilo. Una disonancia que crea desasosiego y que te pone en alerta por su temible serenidad.

Define la década porque «Under the skin» es uno de los hallazgos audio y visuales de los 2010s. Levi, que venía de un pop experimental juguetón con Micachu & The Shapes, rescata su formación clásica y consigue emular a los atonales Ligeti o Pendereki, aportando un diseño de sonido contemporáneo. Glazer no consiguió seducir a la audiencia con el gélido retrato en primera persona de una bestia dentro de una bella, pero dejó una obra de terror y ciencia ficción para la posteridad.