En la segunda frase de «Get Lucky» (2013), Pharrell Williams canta «Todo termina en los comienzos». Por aquellos años, en plena efervescencia del EDM, la música disco estaba olvidada e ignorada, se veía como hortera, básica, simple… Pero conviene recordar que fue Donna Summer y Giorgio Moroder con su «I Feel Love» (1977) los que abrieron el camino de la electrónica de baile y la guitarra de Nile Rodgers de Chic la que sonaba en el sampler para la primera canción de hip-hop de la historia, «Rapper’s Delight» (1979).

Thomas Bangalter y Guy-Manuel de Home-Christo, conocidos mundialmente como Daft Punk, habían sido visionarios del club funkoide en «Homework» (1997) y del pop electrónico en «Discovery» (2001), pero para su cuarto álbum cambiaron de estrategia: “Habíamos buscado durante mucho tiempo el sonido del futuro. Esta vez dejamos de buscar. Podríamos haber pasado por alto algunas cosas del pasado» decía Bangalter a Billboard en 2013. El álbum «Random Access Memories» es un homenaje a la música disco de finales de los 70 y principios de los 80. Toda aquella música que estaba en trasteros y cajas olvidadas. Daft Punk les quitó el polvo y, sin importar si había caspa, pulieron el sonido hasta sacarle el máximo brillo. El mejor ejemplo de ello es «Get Lucky», una canción que podría haber sido un placer culpable, pero se convirtió en un inocente divertimento. 

Define la década porque «Get Lucky» fue un inesperado fenómeno de masas. Y no tuvo nada que ver la suerte. En primer lugar, por la inteligente campaña de marketing que hicieron (con teaser en el mismo Coachella); por contar con Nile Rodgers para que el sabor sea puramente añejo; también porque Pharrell Williams era el hombre del año con «Happy» y «Blurred Lines». Pero sobre todo porque el perfeccionismo de Daft Punk, que tardó meses en producir la canción, consiguió revivir algo que estaba clínicamente muerto. Una lección de historia de maestros honrando a sus maestros. «Todo termina en los comienzos».