A pesar de que prácticamente cualquier música popular emite o remite a emociones, fue el subgénero derivado del hardcore-punk el que se quedó con el apelativo «emo», por sus estriptis sentimentales a golpe de guitarra eléctrica y contundente sección rítmica. Un tipo de rock que tuvo su florecer en los 90 y que influenció a numerosas bandas, pero que cayó en desuso en los 00s, dejando sólo el estereotipo de persona maldita, introvertida y misántropa para cualquier instituto estadounidense. 

El cantante de The Hotelier, Christian Holden, tuvo una mala época después de sacar su álbum debut, «It Never Goes Out» (2011). En tumblr explicaba lo que fue la creación del segundo disco : «Trata de mi experiencia con amigos y seres queridos en los últimos tres años, que fueron muy complicados, tóxicos y abusivos. Pero en el interior se trata mucho de la deconstrucción del yo para el crecimiento y la transformación personal. Espero que te ayude a vivir y esas cosas. Aparentemente ahora somos emo.». «An Introduction to the Album» es la perfecta introducción a «Home, Like Noplace is There» (2014). Con un ritmo 3 por 4 a modo de vals, Holden recita sus sensaciones de manera impresionista sobre una melodía repetitiva que podría ser una nana, y entonada con voz agridulce, tierna y áspera por momentos. Todo esto lleva a un grito que precede la explosión eléctrica de guitarras a modo de catarsis. 

Define la década porque The Hotelier con su segundo álbum fueron la representación más emotiva del revival emo. En una década en el que raperos como Lil Peep o XXXTentacion han sobresalido con un hip-hop depresivo y sensitivo, conviene recordar el pasado de guitarras introspectivas y cantos descarnados. No sé si es justo para otros géneros que el emo se llame emo, aunque lo mismo podríamos decir del soul. Aquí Holden se deja el alma y, con una tonada aparententemente afable, nos lleva por su vía crucis personal. Indie-rock buscando redención.