«Llevo más de una tarde buscando la excusa perfecta, la letra perfecta para antes de irme, honrando a mi estirpe. (…) La cosa se está poniendo interesante, pero yo na ma’ vine a despedirme». Las palabras que entona Gata Gattana en la última canción de su último disco cobran especial significado cuando sabes que son realmente las últimas: Un shock anafiláctico acabó con su incipiente carrera a los 25 años, justo antes de publicar su primer largo, «Banzai» (2017).

La cordobesa Ana Isabel García creó el personaje de Gata Cattana, una rapera empoderada con carácter y soltura. Ana era una escritora y politóloga tímida, pero el personaje terminó comiéndose a la persona. Comentaba que no la respetaban en los circuitos de rap porque decían que era una poetisa, y en los circuitos de poesía tampoco porque decían que era una rapera. Pero poco a poco se hizo con un ejército de fans que apreciaban su lírica comprometida y su apertura a nuevos sonidos. En «Desértico»  la base es eminentemente electrónica, jugando un poco al trap con deje andaluz. La canción se carga de nuevos significados y emociones a raíz de su muerte, con una sensación de vacío que impregna los beats y los coros, dejando un hueco en el que todo nos parece desértico. 

Define la década porque la muerte de Gata Cattana fue un trágico golpe para la escena del rap femenino, pero también es una muestra del arte como trascendencia y permanencia. Internet ha permitido que gran parte de su vida y obra estuvieran presente desde los inicios, y que incluso sin publicar en vida ningún disco de estudio su legado se haya quedado con nosotros. «Desértico» tiene algo de espectral, un mensaje encriptado desde el otro mundo, allí donde no hay patria. «Ante un folio en blanco jurando bandera».