Es muy diferente el Romeo Santos de «Obsesión» (2002) con su banda Aventura al de «Propuesta Inocente» (2014), ya en solitario. La primera canción es una amarga historia de dependencia y amor tóxico, de un chico que quiere conquistar una joven ya ennoviada pero acaba sin amigos y yendo al psiquiatra. En la segunda se repite el asalto a una mujer emparejada pero ya no hay sufrimiento en sus palabras; ahora Romeo es un convincente seductor. Donde antes había amateurismo y amargura, ahora hay superproducción y arrogancia. Su estatus había cambiado, pero su amor por la bachata no. 

En los años 60 y 70 la bachata no gozaba de ningún prestigio, era ninguneada por ser considerada música para las clases bajas, vulgares canciones tristes de desamor. Pero la tecnología y las diferentes perspectivas trajeron nuevos aires que dignificaron el género dominicano. El neoyorkino Romeo Santos empezó a cantar en su adolescencia con Los Tinellers de la Bachata, para luego triunfar con Aventura y arrasar definitivamente en solitario. Una de las piezas que le ayudaron a erigirse fue «Propuesta Inocente» en la que, para aportar mayor sensualidad al ritmo caribeño, le introdujo compases y sonidos del tango argentino. La canción, sostenida en el famoso falsete de Santos, tiene una trabajada y colorida instrumentación con mención especial para la guitarra, que acompaña con multitud de registros una pieza de pop latino cautivadora.

Define la década porque Romeo Santos se ha coronado como el rey de la bachata sin necesidad de doblegarse ante la música urbana (aunque haya colaborado con Drake, Usher, Ozuna y tantos otros). Lo latino, de moda en los 2010s, tiene en canciones como «Propuesta Inocente», una mayor pureza folclórica, a pesar de ser realmente música fusión. Santos, con miles de millones de reproducciones y exitosísimas giras, seguramente haya sido uno de los grandes culpables de que la bachata fuera declarada en 2019 patrimonio inmaterial de la humanidad por la UNESCO.