Oren Ambarchi era batería de free-jazz en los años 80. Un día, después de un concierto, se encontró una guitarra eléctrica en el suelo y empezó a golpearla con las baquetas de manera intuitiva. Ambarchi entendía el instrumento como un objeto; casi como un fin y no como un medio. Nació así una de las carreras vanguardistas más interesantes de la electrónica y la guitarra experimental. 

El australiano de origen judío-iraquí pertenece a ese grupúsculo de guitarristas como Fennesz o Jim O’Rourke que se manejan en los límites de la industria y el arte contemporáneo. Su intención es extraer y exprimir diferentes sonidos del instrumento y utilizar la electrónica como colchón donde apoyarse. Sin embargo, dentro de su extensísima discografía se pueden encontrar joyas más mundanas como «Salt», de su disco «Audience of One» (2012), una oración ambient sustentada en la magnífica voz de Paul Duncan (Warm Ghost). Electrónica de cristal con interludio neoclásico que no le hace falta ritmo para hacerte palpitar.

Define la década porque «Salt» es una de esas joyas atemporales que se pueden encontrar en el quizás demasiado hermético circuito vanguardista. Músicos como Oren Ambarchi no tienen intención ninguna de buscar fórmulas para seducir a la masa, pero algunas veces, casi por pura estadística y por supuesto por talento, son capaces de realizar hermosas composiciones más convencionales, que incluso pueden servir de visagra y puerta a un mundo de nuevas texturas y estructuras.