06 Dic Azealia Banks – «212» (2011)
Es inevitable ser cautivado por la belleza estética de un tornado. Ver cómo pone todo patas arriba, cómo va destruyendo todo lo que se le pone por delante. Un fenómeno natural tan inusual y extraordinario que atemoriza pero también atrae.
Azealia Banks no tuvo nunca una vida tranquila. Su padre murió de cáncer cuando ella era pequeña; su madre la maltrataba y se fue de casa con 14 años. Luego, supuestamente, intentó matar a su hermana con un cúter. Compaginó su incipiente carrera en la música con trabajos en clubes de striptease hasta que publicó «212» (2011). La neoyorkina tomó «Float My Boat» (2009) de Lazy Jay y con sus 19 años y una lengua viperina empezó a expulsar bolas de fuego; violentas y soberbias palabras sobre una base de electrónica de club que incendiaron la escena del rap. El dúo belga no pudo negarse a que Azealia usara su canción de trampolín, lo que le hubiera catapultado hasta el más absoluto estrellato sino fuera porque su impulsiva y exaltada personalidad se volvió contra ella por sus numerosas polémicas y enfrentamientos en redes.
Define la década porque «212» fue un auténtico ciclón que arrasó con todo. Una canción incandescente e inflamable que supuso un gran paso para la hibridación de la electrónica de baile y el hip-hop. Sobredosis de empoderamiento que llamó también la atención por sus palabras malsonantes, pero ahí estaba Azealia en la televisión australiana para contestarles : «No me importa la palabra coño, no me importa la palabra maricón, no me importa la palabra negrata, no me importa la palabra puta. (…) Ni siquiera sabes de dónde viene el lenguaje. Especialmente yo como afroamericana; toda mi historia está fabricada, son todo mierdas y mentiras. ¿Esperas que me importe el puto idioma inglés? ¡Bésame el culo!»
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