A medida que el siglo XXI nos nutría de avances en software y hardware, el sonido ganaba, obviamente, en nitidez y precisión, pudiendo manipularlo a gusto para que suene matemáticamente prístino. Sin embargo, no fueron pocos los artistas que contrarios a este pulcro camino empezaron a difuminar sus producciones, creando una capa que desenfocaba los beats y sumergía los sintetizadores en la niebla. 

El productor de Kansas Brian Leeds fue uno de los pioneros del llamado outsider house, un subgénero que hacía de la electrónica de baile de baja definición su estandarte. Debutó en largo como Huerco S. a través de Software, el sello de Daniel Lopatin (Oneohtrix Point Never). El álbum en cuestión, «Colonial Patterns» (2013) contiene piezas como. «Prinzif», un tema que comienza con un sintetizador inestable que no consigue mantener las notas erguidas; al minuto el ritmo se disuelve y entramos en una zona de bruma sin referencias claras hasta dar, tras un tiempo de ambient enrarecido, con una electrónica analógica que da sentido al camino recorrido.

Define la década porque producciones como «Prinzif» representantan toda una contracorriente que se opone a la escrupulosa limpieza sonora del siglo XXI, tanto en texturas como patrones rítmicos. Artistas de la vapor wave o del techno experimental han optado por la sensación física de una copia borrosa, de buscar el error, la saturación, la arruga. Huerco S. se centró tanto en la atmósfera granulada que decidió crear otro alter-ego, Pendant, en el que exploraba las posibilidades del ambient.