Aunque parezcan polos opuestos, la electrónica experimental tiene quizás más puntos y nexos de unión con la música clásica que con cualquier otro tipo de música. Fueron los compositores contemporáneos del s. XX los que empezaron desde la academia a jugar con los cachivaches de modulación del sonido, utilizándolo como un instrumento más para sus sinfonías y sus conciertos. Pero el maridaje inevitablemente deviene en un juego de contrastes, entre lo conocido y lo extraño, entre lo bello y lo desagradable.

Alexandra Drewchin, también conocida como Eartheater, contó a Tinymixtapes que crecer con dislexia y ansiedad le había influido en su lenguaje: «Siento que me siento mucho más cómoda hablando con movimiento que a veces incluso hablando con palabras». Por ello su estética no es estática. Sus piezas son elementos orgánicos y cibernéticos que van mutando. Como en «Trespasses» de su disco «IRISIRI» (2018), en el que un ritmo disonante y rodeado de crujidos da paso a la voz sacra y pulcra de Drewchin; a partir de entonces sus cuerdas vocales se van fundiendo con los sintetizadores, un paisaje sonoro marciano que fascina por su belleza árida y sus formas erosionadas. 

Define la década porque los 2010s han marcado la irrupción de la mujer en la electrónica experimental y Eartheater es una de sus voces más apabullantes. Kelly Lee Owens, Kaitlyn Aurelia Smith, Holly Herndon… Una ola de nuevas perspectivas de género musical que ha expandido los límites de la música y enriquecido nuestras orejas y cerebelos.