James Holden es uno de los emblemas de la cultura de club. Con 19 años editó su primer single de trance, 4 años después creó su propio sello discográfico que ha sido cantera de multitud de artistas electrónicos. Ha remezclado a diestros y a siniestros, pinchado en cualquier rincón del planeta. Su oficio es hacer que la gente se mueva, sin embargo, cuando se dedica a hacer álbumes deja de lado la pista de baile y explora nuevas gramáticas de la electrónica.

En su disco «The Animal Spirits» (2017) Holden se pone al frente de una banda con músicos de improvisación y graba en directo una serie de temas «Folk-trance» (así lo describió él mismo) olvidándose de la programación y los beats sintéticos. En «Each Moment Like The First» suenan sintetizadores analógicos que recuerdan a los tiempos pretéritos de la electrónica; los ritmos son humanos no matemáticos, quieren que las máquinas tengan espíritu.

Define la década porque la cultura de club sigue siendo una de las escenas musicales más extendidas del planeta pero su producción no suele atender a la conceptualidad sino al utilitarismo, música pragmática que tiene un objetivo: hacer bailar al personal. Sin embargo, cada vez son más los que, a la hora de crear, se enfrentan a la música desde lo básico, desde ese espíritu animal, pero sin olvidar todo lo que se ha aprendido. Como reza el nombre de la canción de Holden, «Each Moment Like The First».