La música electrónica de baile (conocida como EDM) a pesar de tener sus orígenes en USA (el techno de Detroit y el house de Chicago que nacieron en los 80s) no tuvo al principio gran recorrido en su país natal; no así en Europa cuyas raves, rutas y clubs se extendieron por todo el continente. No fue hasta principios de 2010s que la juventud estadounidense empezó a consumir masivamente esta música y gran culpa de ello la tiene Skrillex.

Sonny John Moore era un cantante y guitarrista emo de una banda de post-hardcore y metalcore, típica banda para adolescentes; en las giras tuvo problemas con sus cuerdas vocales así que dejó la banda y se centró en hacer música con el ordenador. Descubrió el dubstep de UK y a través de su nuevo nombre, Skrillex, empezó a publicar temas. “Scary Monsters y Nice Sprites” (2010) es su segunda publicación y la que le dio el salto a la fama (ganó incluso un grammy). Fue su historial y conocimientos emo lo que dieron esa diferenciación clara de la cultura club, cambió riffs distorsionados por un wooble bass exagerado, punteos por teclados hiperelectrónicos y con una voz adulterada por lo que nunca tendría que preocuparse por sus cuerdas.

Define la década porque Skrillex ha sido una superestrella inesperada, un influencer imprevisto. Puso el EDM en el centro del mapa de USA e influyó a los sonidos del pop mainstream. “Scary Monsters y Nice Sprites” es lo que la juventud millenial necesitaba, música WTF, LOL, OMG; una cacofonía delirante, heavy metal con rayos laser, música que sus padres odiarían. Eso es lo que desea cualquier adolescente, encontrar su lugar en el mundo y sentirse especial, y este sonido marciano y ultraprocesado supo conectar con ellos.