Carmen Iglesias, catedrática de Historia de las Ideas en la Universidad Rey Juan Carlos, de Madrid, académica de número de la Real Academia de la Historia y de la Real Academia Española, y Premio Nacional de Historia de España en 2000, es especialista en el siglo XVIII europeo y en su intervención hará un recorrido por su carrera investigadora, en la que ha publicado libros sobre Rousseau, Montesquieu, Comte, el germen de los sentimientos nacionalistas o la Ilustración norteamericana, entre ellos El pensamiento de Montesquieu, Ciencia y filosofía en el siglo XVIII, Razón, sentimiento y utopía y No siempre lo peor es cierto. Estudios sobre historia de España.
Su interlocutor, Manuel Ventero, es periodista de profesión, licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de Salamanca y doctor en Derecho por la Universidad Rey Juan Carlos (Madrid), donde ejerce como profesor de periodismo. Su carrera profesional se ha desarrollado en Radio Televisión Española. Ha sido director de los Servicios Informativos de RNE y, con anterioridad, director territorial en Andalucía. En la actualidad, dirige y presenta en la emisora pública el programa de entrevistas Siluetas.
Algunos datos biográficos de Carmen Iglesias.
Próximo ciclo: Emilio Lledó (22 de febrero).
Una apuesta por el futuro Carmen Iglesias según Manuel Ventero Ha transcurrido prácticamente un siglo de la España de los años 20, caracterizada, al decir de Ortega, por los fantasmas del “particularismo” y la “desintegración”, y aún más: por “la ausencia de los mejores”. El diagnóstico resultó preciso para la España de principios del siglo XX. Dejo a los lectores la compleja tarea de comparar ambos períodos de la historia y aventurarse a dibujar un catálogo, por breve que resulte, de analogías y diferencias, siempre tamizadas por el tiempo. Me atrevo, sin embargo, a adelantar que esta España, acaso hoy, todavía, “invertebrada”, precisa la atención urgente y comprometida de intelectuales de la talla de Carmen Iglesias. “No siempre lo peor es cierto”, afirma la profesora Iglesias. Pero la frase de Calderón, que da título a uno de sus libros, no encierra poso alguno de ingenuidad, sino una confianza imperturbable en los españoles. Carmen no es una persona cándida, ni tampoco inocente. En su obra más reciente –y más valiente– advierte de los riesgos del pesimismo y de la parálisis que su ejercicio conlleva, pero cree en el hombre. Apuesta decididamente por el futuro y confía en la fuerza transformadora de la realidad que caracteriza al ser humano. Conoce como pocos la historia y avisa de las consecuencias pérfidas de las utopías, que todo lo remueven en una búsqueda egoísta y despiadada del “hombre nuevo”; y sugiere que sólo la bondad es la verdadera utopía; y nos previene porque, aún hoy, pese a la vigencia de los recuerdos, las ideologías intentan “salvar” al hombre; y evoca a Ágnes Heller, aseverando que no existe combinación más espantosa que la alianza de la utopía con la redención. Pero nos tranquiliza afirmando con Primo Levi que sólo la persona buena es la “utopía encarnada”, que –matizando– es siempre individual. De ahí el interés por las “gentes sencillas”, por los hombres y mujeres concretos. Carmen cree decididamente en la inteligencia y en la bondad, en la “fe helleriana”: la fe de Ágnes Heller. Carmen, académica (también) de la Historia, reconoce la dificultad de gestionar conceptos como la memoria y el olvido, la búsqueda sinuosa de un equilibrio casi imposible. Cree que “hay que recordar siempre para evitar que cosas tremendas se repitan”, pero está persuadida de que “tampoco podemos convertirnos en guardianes del resentimiento”. Sirvan estas letras de adelanto y señal de lo que se anuncia como una conversación rica, erudita, y antes que nada, humana, entrañable y ejemplar, con Carmen Iglesias. |