La publicación de este catálogo, de más de 700 páginas, adquiere especial relevancia al haberse producido recientemente la reordenación definitiva de los fondos de las colecciones estables del Prado y del Museo Reina Sofía, concretándose ya en ella, por primera vez, todas las obras pictóricas del siglo XIX cuya conservación corresponde al Museo del Prado.
Este Catálogo General, patrocinado por la Fundación Montemadrid, es el resultado de un proyecto de investigación desarrollado en el Área de Conservación de Pintura del Siglo XIX en el que se han rastreado, revisado y comprobado innumerables fuentes documentales y bibliográficas de naturaleza y procedencia muy dispares.
Incluye la colección completa del XIX, tanto los cuadros de la colección permanente como los depositados fuera de sus muros, consignándose además los pormenores del historial de cada pintura y su paso por todas aquellas instituciones a las que en un momento u otro pertenecieron.
Ana Gutiérrez destaca que en la ardua elaboración de este catálogo se han hallado un 10% de las obras que lo integran, hasta ahora no localizadas, y estima que un porcentaje similar, alrededor de 250, está «en busca y captura», es decir, se sabe de su existencia pero no dónde se encuentran, y que la publicación de esta obra puede ayudar a encontrar. Así, y como ha destacado José Luis Díez, a lo largo de estos años de investigación «se han encontrado obras importantes como La huelga de obreros en Vizcaya, de Vicente Cutanda, o el monumental lienzo La destrucción de Numancia, de José de Madrazo».
Valiosa información
Se añaden también datos de carácter documental, técnico, iconográfico y expositivo, además de reproducciones fotográficas o grabadas de las obras, acompañadas, en ciertos casos, de descripciones históricas, de especial valor cuando aquellas se encuentran sin localizar. Estos datos, recogidos exhaustivamente en la publicación, pueden ser de una gran utilidad, no solo para el propio Museo sino también para el especialista y para el público interesado en la pintura del siglo XIX.
Se ha incluido una relación pormenorizada de las exposiciones en las que las obras han participado y numerosos apéndices y tablas de concordancias que buscan clarificar la correspondencia entre los distintos inventarios y reseñas documentales de las instituciones donde han sido registradas, así como variados índices que ayudarán a realizar con precisión todo tipo de búsquedas.
Completan esta publicación –el primer proyecto editorial de esta naturaleza que se aborda desde la apertura del Museo en 1819– dos textos introductorios. El primero, a cargo de José Luis Díez, director científico del proyecto, anterior jefe de Conservación de Pintura del siglo XIX en el Prado y actualmente director de Colecciones Reales de Patrimonio Nacional, fija los límites cronológicos y las características del catálogo y analiza la trayectoria de la colección durante sus dos siglos de historia. El segundo, escrito por Ana Gutiérrez, conservadora y autora de la catalogación, analiza con exhaustividad las fuentes documentales empleadas en su elaboración.
Buena noticia, espléndido Madrazo
Además, el Prado ha presentado una nueva incorporación a la colección de Federico de Madrazo, el retrato de Sabina Seupham Spalding. Adquirido por el Estado a Caylus Anticuario, se trata de uno de los mejores retratos femeninos de cuerpo entero del período más intensamente romántico de su autor.
La postura de la dama, sentada en una silla ante un mirador, con las manos juntas sobre el regazo y un pañuelo bajo una de ellas y con un pie apoyado en un cojín bordado, tiene un precedente en el retrato, diez años anterior, de María Manuela Kirkpatrick, condesa de Montijo (Fundación Casa de Alba, Palacio de las Dueñas, Sevilla). Con todo, en los diez años transcurridos el artista había progresado notoriamente en su pintura.
Las calidades del vestido de terciopelo granate, de sus aguas y pliegues, que realzan la blanca nitidez del escote y de los brazos, la suavidad del modelado delicadamente torneado de estos, la elegancia de la disposición de las manos, la belleza de las transparencia de los encajes, realizados con una pincelada de certera grafía, lo mismo que la ejecución del brazalete y el aderezo de perlas y del broche con pinjante en el escote, revelan una interpretación sutilmente estilizada del retrato de Gran Estilo, apropiada para mostrar la condición del máximo relieve entre la burguesía adinerada de Madrid, de la retratada.
Aún se ennoblece en mayor medida por el cortinaje y por la arquitectura del belvedere serliano que expresan la jerarquía y alta cultura de la dama, en tanto que el fondo del parque pintoresco con una laguna rodeada de árboles se relaciona con la naturalidad de su carácter. En esta interpretación, especialmente en el paisaje de atardecer, es notoria la sugestión británica, que atestigua el conocimiento por Federico de Madrazo de aquella escuela, así como su inteligencia para emplearlo en esta ocasión con toda propiedad, dada la proveniencia de la dama y de su marido.
- Además de la presentación de esta publicación, que coincide con el bicentenario del nacimiento de Federico de Madrazo, el Prado ha querido aprovechar la ocasión para celebrarlo también con una exposición monográfica sobre el pintor, uno de los más influyentes en el medio artístico español de su tiempo tanto por la calidad de su pintura como por su condición de director del Museo del Prado (de 1860 a 1868 y de 1881 a 1894), así como de la Academia de Bellas Artes de San Fernando, y maestro de muchos de los pintores españoles más relevantes de las siguientes generaciones. Más información.