Cuando Goethe nació, todavía gobernaba el Antiguo Régimen y se lucían pelucas empolvadas; cuando murió, ya recorrían el territorio alemán las primeras líneas de ferrocarril. El longevo Goethe fue un testigo privilegiado de las revolucionarias trasformaciones que se dieron a su alrededor y que quedaron reflejadas en su obra y su enorme correspondencia. De hecho, fue el primer autor en concebir una autobiografía sobre la base de la inextricable relación que el individuo mantiene con su tiempo. De ahí que al hablar de la vida de Goethe resulte inevitable aludir también al nacimiento de la Alemania moderna, pues es con él con quien arranca la revolución cultural alemana que acabaría dando lugar a figuras como Marx, Nietzsche y Freud.
Arquetipos de la modernidad
De Goethe conocemos sobre todo su novela Las penas del joven Werther, que abrió las puertas del Romanticismo, y su tragedia en verso Fausto I, generadora de algunos de los principales arquetipos de la modernidad. Desde nuestra perspectiva actual, habituada hasta la saciedad a los tópicos de la sensibilidad romántica, resulta difícil formarse una idea de hasta qué punto Goethe impulsó con estas obras una auténtica revolución estética frente a viejos cánones anquilosados. Sin embargo, también en otras obras menos accesibles o conocidas por el público español Goethe hizo gala de su habilidad para reunir las tendencias de la vida intelectual de su tiempo y para reflexionar sobre la ambivalencia moral de la modernidad. Partiendo inductivamente de citas y fragmentos, esta conferencia intentará una aproximación a la complejidad de su obra literaria.
En la edición de Poesía y Verdad (1999), la autobiografía de Goethe que tradujo, Rosa Sala Rose inicia con estas palabras su introducción, que completan el resumen de sus dos conferencias: «Cuando Goethe nació, Europa todavía parecía mecerse tranquila en el mar en calma del Antiguo Régimen y había aprendido a confiar en la razón del hombre y en las naves del progreso. Sesenta años después, cuando en 1809 Goethe inicia los trabajos preliminares para su autobiografía, la Revolución Francesa ha hecho naufragar con violencia un sistema político y social aparentemente inmutable y el Sacro Imperio Romano Germánico ha tenido que sucumbir ante los posteriores embates napoleónicos. El mundo que lo había visto nacer y crecer se ha hecho añicos para siempre. Pero también el universo personal de Goethe manifiesta signos alarmantes de cambios definitivos. Con la muerte de Schiller en 1805, se podía dar por finalizado ese clasicismo de Weimar que su amigo y él habían elevado a la categoría de movimiento, amenazado por esa nueva e impetuosa corriente romántica que iba a constituir su relevo literario. Personalidades ilustres de todo el mundo empiezan a acudir en peregrinación a la casa de Goethe en Weimar, pero sus obras son cada vez menos leídas y, lo que es peor, menos comprendidas. Poco a poco, Goethe se vuelve dolorosamente consciente de que la actualidad se le ha vuelto extraña y de que ha pasado a formar parte de la historia. En definitiva: adquiere conciencia de que ha llegado el momento de explicarse a sí mismo».
Madrid. Ciclo de conferencias «Goethe: su vida, su obra, su tiempo». Fundación Juan March.
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