Prosista, poetisa traducida a más de veinte lenguas y traductora muy reconocida (en 1997 fue, por el conjunto de su obra, Premio Nacional de Traducción), Janés pertenece a una legendaria familia de editores. A los seis años ya le leían y leía los versos de Santa Teresa. En consecuencia, «mi interés por las pioneras de nuestra literatura despierta muy pronto» por lo que se mueve como pez en el agua en el ámbito de esta exposición. «El tema es atractivo, interesante, desconocido en el sentido de la riqueza de las obras que se exponen. Dado que la lucha de la mujer continúa, es muy interesante ver que existía esta escritura femenina desde hace siglos, al mismo nivel que la masculina».
Buena parte de esa escritura sale de los conventos…
Es verdad, pero no hay que olvidar que a partir del siglo XII las mujeres arábigo-andaluzas amenizaban las fiestas leyendo textos y recitando poemas…
¿Pero no será hasta el siglo XVI cuando empieza a ponerse cara y nombre a las escritoras?
Así fue y lo fue de manera rotunda, pues en ese siglo surgen, entre otras figuras, la de Santa Teresa, la de Florencia Pinar, la de Isabel de Villena, una mujer fantástica y muy culta, hija natural del marqués de Villena que escribía en valenciano y en latín. También muy culta y muy guapa era la toledana Luisa Sigea, a la que usurpó su nombre un autor francés para atribuirle una novela de muy fuerte erotismo
Apenas hay retratos de las literatas seglares, solamente han llegado a nuestros días los de las monjas escritoras. ¿Por qué?
En los conventos se preocupaban de hacer grabados con las imágenes de las monjas. Gracias a eso conocemos a Santa Teresa, Sor Juana Inés de la Cruz, Sor María de la Antigua. Sor Isabel de San Francisco, etc.
¿Santa Teresa es, entre todas, el principal referente?
Es que estamos ante una personalidad enorme como escritora y como persona. Alguien que padeció la mano negra y terrible de la Inquisición. Los inquisidores quemaron todos sus libros y dos de sus discípulas, Ana de San Bartolomé y Ana de Jesús, tuvieron que huir de España y refugiarse en Flandes. Desde muy pronto, Teresa de Jesús fue una mujer muy querida y socialmente conocida, como refleja el hecho de que en el momento de su beatificación se celebraron actos y manifestaciones en su honor en 47 puntos de España.
Hablenos, por favor, de Cristobalina Fernández de Alarcón, otra de las protagonistas de la exposición.
Es muy llamativo que esta mujer fuera una de las pioneras en ganar concursos literarios. Se codeaba con Quevedo, Góngora o Lope de Vega, pero era ella la que ganaba casi todos los certámenes literarios. Esta realidad no gustaba a Quevedo y Góngora. Por el contrario, Lope de Vega fue siempre un defensor de las mujeres que escribían y, como está documentado, le gustaba muy especialmente esta escritora.
Y están las que se vieron obligadas a ocultar su verdadera identidad para poder escribir, como María de Zayas.
Fue una feminista convencida, lo que le trajo no pocos problemas. Y por mucho que he intentado buscar un retrato suyo, no lo he encontrado. Sus ideas y sus escritos la llevaron a ocultar su verdadero nombre.
También a Sor Juana Inés de la Cruz la obligaron a retractarse de muchos de sus pensamientos…
Sí; la Inquisición. Era una mujer con intereses científicos, tenía aparatos muy avanzados en sus dos celdas del convento, en su biblioteca había libros de pensamiento considerados heréticos. Escribía con una libertad absoluta, no se dejaba orientar por el confesor de turno. Decía cosas que molestaban muchísimo a los inquisidores. La persiguieron y le hicieron retractarse y declarar que era «la peor de todas». Le quitaron absolutamente todo. Murió, alejada, cuidando leprosos.
¿Qué otros casos sangrantes recoge la exposición?
Realmente son eso, sangrantes. Como el de Olivia Sabuco. Ella fue la verdadera descubridora del líquido raquídeo. Asistía a una tertulia con su padre, que era farmacéutico, y pidió permiso al rey Felipe II para publicar su descubrimiento. Con el paso del tiempo, su padre la traicionó y dijo que el descubrimiento era suyo… Pero no le sirvió pues había quedado reflejada la petición a Felipe II… Las primeras escritoras españolas, las pioneras, lo tuvieron muy difícil para salir adelante, porque vivían en una sociedad muy machista. El tema de las monjas y sus confesores era sangrante. Ellas escribían y ellos se adjudicaban sus escritos. Se los robaban. Y eso que las animaban a escribir. Eso sí, en el caso de Santa Teresa, era evidente, que, por su carácter, no permitía eso a ningún confesor.
¿Destacaría alguna pieza o documento en especial de lo expuesto en El despertar de la escritura femenina en lengua castellana?
No, porque todas son muy interesantes. Creo que esta exposición permite tomarle el pulso a la vida de aquellos tiempos y demuestra que, ya entonces, por su conocimiento y calidad, las mujeres que escribían podían codearse con cualquier escritor.
Madrid. El despertar de la escritura femenina española. Biblioteca Nacional de España.
Hasta el 21 de abril de 2013.
Comisaria: Clara Janés.