Catedrático de Literatura Española en universidades de EE.UU., Holanda y España, crítico literario, escritor y, naturalmente, galdosiano, el santanderino es, junto a Marta Sanz, comisario de la exposición Benito Pérez Galdós. La verdad humana [1], que acaba de inaugurarse en la Casa-Museo Pérez Galdós de su ciudad natal.
La muestra llega a Gran Canaria avalada por su éxito en la Biblioteca Nacional, donde recibió a más de 70.000 visitantes, ¿se lo esperaba?
Me ha dado una gran alegría porque tuvimos más visitas que con la exposición dedicada a Cervantes. Incluso muchas personas se acercaban para mostrar su gratitud. Es lo que tiene Galdós, que conecta con la gente. Cuando muere, 33.000 personas acuden a su funeral. Hoy sigue siendo igual: vas en el metro y ¡ves a gente leyendo a Galdós! En la editorial Austral van a reeditarlo porque están recibiendo muchas peticiones…
¿Por qué eligió como título La verdad humana?
Me costó mucho encontrarlo, le estuve dando vueltas durante un mes, pero quería uno que le hiciera justicia y La verdad humana implica también la aportación de su obra. Ese es su gran mensaje y lo que nos ha enseñado Galdós, que no hay otra cosa más maravillosa que lo que sentimos y en lo que creemos, nuestras verdades, que son las que nos hacen humanos y nos unen a todos, por encima de las otras cosas que se inventa la gente. El objetivo de esta exposición es acabar con la injusticia que supone el maltrato, casi a diario, al que se somete a Galdós.
Habla de hacer justicia…
Sí, porque Galdós ha sido injustamente tratado en el extranjero y en España. Es lo más terrible, porque él es la base cultural española moderna y nadie parece querer aceptarlo. Él crea una imagen en su novela del ciudadano, del dentista, del que no tenía derechos… pone esas bases. Galdós es el ejemplo de un gran hombre que tenemos en nuestra cultura, pero desde dentro tiramos a matar, y cuando leo algunas cretinadas que salen de vez en cuando me pregunto: ¿qué ha entendido éste? ¿pero qué dice?, en fin… En Madrid tiene una calle miserable, ni siquiera una buena calle, una avenida…no, ni hablar, no llega ni a 300 metros.
Marta Sanz, también comisaria de la exposición, señala que usted tenía la exposición en la cabeza desde el principio.
Bueno, yo quería mostrar todas las caras de Galdós y cómo llega a ser Galdós. Una parte es su familia, otras son Canarias, Madrid, Santander, Giner de los Ríos, el mundo liberal español, su vida política, el Ateneo, la vida amorosa, el teatro… Todo eso se refleja en la muestra, esa es la esencia, la vida y la obra, pero sobre todo el contexto que le hizo ser lo que fue: un genio. Él nació con talento, sabía escribir, pintar, música… y tuvo la suerte de ir a un muy buen colegio, el de San Agustín, un colegio estupendo, cosa no común en una ciudad tan pequeña entonces, de tan solo dieciocho mil habitantes. Todo el mundo ve al escritor en blanco y negro, pero él veía en color y eso he pretendido mostrar. Poner a Galdós en color.
Usted reivindica a Galdós como ciudadano moderno y posibilista, ¿por qué?
Él mismo lo dijo. Tenía una filosofía que creo nos vendría muy bien si la adoptáramos en España, que consistía en asumir que cuando las cosas van bien o van mal todos somos los responsables. Pensaba que si las cosas van mal el ciudadano tiene el derecho de expresar su opinión, que hay que actuar, reaccionar, pero no culpando al otro, sino buscando el equilibrio que nos permite una vida social rica y no conflictiva. Ahora vivimos en lo opuesto. Galdós tuvo dos grandes admiradores, que como él eran muy tímidos: Juan Ramón Jiménez y Federico García Lorca, quienes primero pensaban y luego reaccionaban de forma coherente. Por el contrario, los que ya tienen recetas para todo lo que pasa en el mundo te contestan con su receta, y eso no ayuda mucho.
Pronto Malpaso publicará su libro dedicado al Galdós político…
He hecho una antología de sus artículos políticos, que cuando se la dejé a algunos amigos para que lo leyeran me dijeron: “Anda, pero si esto es lo que yo leo hoy en el periódico”. Bueno, antes se llamaban de una manera y hoy de otra, pero no ha cambiado nada. Creo que será una pequeña bomba. También sacaré una biografía con Ediciones Valnera, que creo que será un Galdós muy distinto al que se suele presentar, visto junto a sus amigos, como Sorolla, Salas, y el trasfondo de Clarín, Giner de los Ríos, sus amores y como se va haciendo hasta el final de su vida.
Lo importante es que Galdós siga vivo y que vayamos cambiando la perspectiva para verlo mejor. Para mí, el objetivo para este centenario es que se vea que no solo era escritor, sino un autor distinto y el hombre más importante hasta 1920 en la cultura española. Y genios no hay tantos.