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“En JazzMadrid intentamos que estén representados los gustos de todos”

¿Qué es el jazz para usted?

Sin duda es música estrictamente popular, por mucho que algunas cadenas de radio consideren que tiene que ser acogido en el seno de la música clásica. Es música popular y, desde luego, la música más libre que existe. No tiene parangón. Ha sido el propio pueblo y los músicos los que se han encargado de ponerlo al día en cada momento. Música fundamentalmente libre, absolutamente creativa y en permanente progresión.

¿Qué valores tiene JazzMadrid?

Este tipo de música no mira en ningún momento hacia donde la industria quiere. Esto no sucede por ejemplo con el rock and roll, que ha acabado convirtiéndose en un fenómeno de masas gracias a la intervención de la industria discográfica.

Cuando esta música se disfruta sin todos esos disfraces se aprecia una realidad cultural completamente diferente, tanto si se refiere a una propuesta de jazz avanzado o como aliado de cualquier música popular del mundo. Así, este festival tiene unos valores muy diferentes a los de la lógica mercantil que impera en el resto de los festivales. Es una iniciativa pública que se mantiene al margen de cualquier presión comercial y trata de mostrar el jazz tal y como es.

Avishai Cohen en JazzMadrid 2018. Foto: Álvaro López.

Hablamos ya de seis ediciones, los festivales están vivos y van variando a lo largo de los años, ¿cómo ha evolucionado JazzMadrid?

Fue creciendo desde la humildad… en 2014 se rescató el Festival de Jazz, antes en manos privadas, después de un par de años sin celebrarse. Desde entonces ha ido creciendo hasta 2017, cuando la corporación municipal decide recortar inexplicablemente el presupuesto en un 30%. Digo inexplicablemente porque el Observatorio de la Cultura, entidad con un peso importante, emite informes que señalan que el Festival es la tercera actividad cultural más importante de las que se desarrollan en Madrid. Pero tampoco entiendo que, este año, la misma corporación municipal decida dotar al Festival de Jazz con un 15% menos de presupuesto. No sé lo que sucederá el año que viene con la llegada de la nueva corporación… Pero no entro en valoraciones políticas, únicamente aporto datos.

Kinga Glyk en JazzMadrid 2018. Foto: Jaime Massieu.

Habrá sido un reto lograr un cartel tan variado, con más de 130 conciertos, y un presupuesto tan ajustado…

A fecha de hoy, el Festival sufre unos recortes del 40% y el hecho de que hayamos crecido responde al trabajo de un equipo que sabe hacer las cosas, sortear esta clase de dificultades y poner el festival al servicio de la gente. ¿Por qué ha crecido a pesar de todo? Es muy sencillo, la programación es de una estricta calidad, en la que intento que estén representados los gustos de todo el mundo, de todos los madrileños.

Hay una serie de parámetros como la participación de los músicos locales y el compromiso con las escuelas y los conservatorios. Este año también ha crecido el porcentaje de mujeres por una concatenación de circunstancias favorables que han permitido que se llegue a un 40%, cuando normalmente es de un 33%. Este es un festival que apuesta por la igualdad, pero es difícil superar ese 33% ya que en el jazz hay muchas más estrellas masculinas que femeninas.

Tigran Hamasyan en JazzMadrid 2018. Foto: Álvaro López.

Habla de un “festival al servicio de la gente” en el que la horquilla de edad está entre los 20 y los 70 años, es decir, quitando niños y adolescentes, todo el mundo tiene cabida en el cartel. ¿Cómo se consigue adaptar una oferta para un público tan variopinto?

Es muy complicado programar con todos esos parámetros, porque la mano se va a las grandes estrellas. Y a veces hay que sacrificar a un gran artista por una cuestión económica o por tema de fechas… entre otros factores. A pesar de que nos lo han puesto muy difícil las cosas no han salido mal. Para contestar a su pregunta casi necesitaría un matemático porque es muy difícil desglosar todo esto. Lo primero que hacemos es programar para todo el mundo, teniendo en cuenta los gustos de todos. Y así conseguimos llegar a tanto público.

¿Qué artistas recomienda y destaca del cartel de este año?

Hay una obra de teatro de Arthur Miller que se titula Todos eran mis hijos, y voy a hacer una traslación al propio cartel de JazzMadrid. Es muy complicado. Siendo muy difícil escoger, al crítico y teórico que vive dentro de mí le apetece especialmente cómo se desenvuelven los saxofonistas Charles Tolliver y Jesse Davis en esta labor de resucitar el disco Paper Man, que cambió en 1968 la forma de entender el jazz.

Charles Tolliver.

Me apetece mucho ver al trompetista Christian Scott, que presenta el disco Ancestral Recall, un testimonio fascinante de sincretismo afroamerindio propio de Nueva Orleans. Y también el concierto de Moisés Sánchez, que cuenta con un plus porque presenta un álbum virgen de escuchas previas, pero ya se sabe que lo que siempre nos ofrece este pianista no se ajusta solamente a los años que ha vivido y trabajado como artista, que son los 10 últimos, y sí al conjunto talentoso del centenario heredado del jazz. Eso es algo inaudito en un artista tan joven.

Christian Scott.

El cartel cuenta, además de la música, con otro tipo de actividades. ¿Qué nos puede contar sobre ellas?

Son actividades didácticas o complementarias, como conferencias o cine, entre otras, y que son precisamente las que revelan ese hecho cultural del que hablaba antes, ya que suman esfuerzos en ese programa de sensibilización.

Hay una ponencia muy interesante –El sentido del humor en el jazz– que pronunciará Pedro Calvo. Además, este año se ha sumado al mapa la Biblioteca Nacional, donde pronunciaré una charla sobre los Ecos del Jazz en la literatura policiaca.

Jeosm.