Lo explica César Antonio Molina (La Coruña, 1952), director de la recién inaugurada Casa del Lector (Madrid) de la Fundación Germán Sánchez Ruipérez, un centro para la investigación, el desarrollo y la innovación de la lectura ubicado en varias de las naves del complejo Matadero Madrid, en una superficie que supera los 8.000 metros cuadrados: «Lo que intenta la Casa del Lector es mantener ese hábito de la lectura que nos ha hecho ser inteligentes y nos ha dado la capacidad de pensar y opinar y adaptarlo a los nuevos tiempos».
El que fuera ministro de Cultura entre 2007 y 2009, Caballero de la Orden de las Artes y Letras de Francia en 2005, ha publicado más de una treintena de libros de poesía, prosa y ensayo. Su obra poética ha sido recogida en numerosas antologías y ha sido traducida a varios idiomas. Fue también director adjunto de Cambio 16 y Diario 16 entre 1985 y 1996, director gerente del Círculo de Bellas Artes de 1996 a 2004 y director del Instituto Cervantes de 2004 a 2007. Ahora, Molina se muestra ilusionado con este nuevo reto: «Hay que concienciar a la gente de que a través de la lectura, el estudio y la investigación se sabe más, se tiene más capacidad de moverse por el mundo y se es más libre».
Es consciente de que todo ha cambiado radicalmente en muy pocos años: «Los nuevos soportes inevitablemente van a crear nuevos géneros artísticos de la misma forma que el periodismo digital no va a ser igual que el periodismo de papel. Los soportes siempre crean sus propios géneros». Por eso, alude a la responsabilidad de conservar lo que ahora se está creando y difundiendo a través de las nuevas tecnologías, internet y redes sociales: «En cada época se ha ido guardando lo que se fue haciendo, lo que pasa es que el tiempo lo ha ido destruyendo todo y se conserva una mínima parte de lo que se ha hecho a lo largo de la historia. En el mundo digital nos parece que todo se queda ahí en una especie de limbo pero también se borra y también desaparecen las cosas (…) Queremos ir haciendo una biblioteca digital que en un futuro podrá tener un valor artístico o literario o al menos histórico y sociológico».