Rodríguez Deorador ha dedicado a lo largo de su vida gran parte de su ocio al coleccionismo de arte, en el que acumula una dilatada experiencia que curiosamente se inició en ESTAMPA, donde adquirió hace ahora 14 años su primera obra, una serigrafía de Antonio Saura por 90.000 de las antiguas pesetas. Actualmente, esta colección ha seguido creciendo hasta quedar formada por más de 200 obras, esencialmente contemporáneas, tanto de artistas nacionales como internacionales. Ahora se pone al frente de ESTAMPA para intentar «recuperar su esplendor», apostando por nuevas ideas, galerías y proyectos.
¿Por qué ha decidido apostar por ESTAMPA precisamente en estos momentos de crisis económica?
Mi contacto con el mundo del arte es puramente como coleccionista, pero cuando ya llevas 15 o 20 años coleccionando y, además, tienes, por decirlo de alguna forma, stock de obras, siempre se te pasa por la cabeza hacer algo más. El mundo del arte siempre me ha apasionado, pero no es fácil acceder a él. Al ser mi hobby, y no mi profesión, nunca he tenido ni los contactos ni el tiempo para hacerlo y esta oportunidad me lo ha dejado todo un poco en bandeja. Se dio la circunstancia, me hablaron de la oportunidad de ponerme al frente de ESTAMPA y, la verdad, no me lo pensé dos veces.
Su primera obra como coleccionista la compró en ESTAMPA. ¿Casualidad?
No. ARCO y ESTAMPA son ferias que recuerdo desde sus primeras ediciones y ubicaciones. Me gustaba el arte y tuve la curiosidad de insistir, por decirlo de alguna manera. Me compré un Saura, que entonces no sabía muy bien quién era –aunque sí que su nombre se repetía en varias galerías–, por el que además creo que pagué más de lo que valía. Hay mucha gente que dice que el arte y la inversión están reñidos, aunque yo no soy de esa opinión. A todos los que nos cuesta mucho esfuerzo ganar lo que ganamos nos gusta contar con una cierta seguridad sobre donde invertimos nuestro dinero, y con el arte, aparte de cumplir con el gozo que significa disfrutarlo todos los días, sabes que si un día vienen mal dadas en un plazo determinado tienes un activo que es transformable en efectivo. Si quisiera especular, en lugar de meterme en arte lo haría en otras operaciones financieras.
¿Cómo han planteado esta edición y las próximas?
Esta edición es continuista, lo cual no es peyorativo sino todo lo contrario, ya que una feria que lleva funcionando 17 años al nivel que lo ha estado haciendo ésta es un logro importantísimo para un país como éste, en el que el arte tiene la importancia que tiene. Para el futuro pensamos sobre todo incidir en unos apartados determinados. Por el lado de los expositores, quizás ahora estemos en un momento delicado por la crisis económica, pero queremos volver al esplendor que tuvo ESTAMPA en sus inicios. Por una parte, con galerías punteras que actualmente no están y que queremos que retornen; y, por otra parte, me encanta el giro que dio la feria hace 3-4 años incorporando a nuevas galerías que no sólo trabajan con obra gráfica sino también con fotografía, vídeo, escultura… Creo que hay que ampliar la base, continuar en esta línea pero dando cabida a las galerías punteras.
Más en concreto, ¿qué cambios quiere realizar en la feria?
Los más importantes se ciñen al ámbito de la gestión, por lo que no tienen trascendencia en su imagen externa. Todo el equipo artístico continúa: Isabel Elorrieta es una pieza imprescindible, al igual que su equipo; Javier Duero, como estandarte de toda la parte de comisariado, y Enrique Armendáriz en la parte de comunicación. Son personas de las que sólo puedo aprender debido a su estupenda experiencia. Me consta que en el pasado ellos han querido desarrollar iniciativas que no han podido sacar adelante porque no existía el mejor caldo de cultivo para ello en el ámbito de la gestión. Ahora vamos a tener la oportunidad de llevarlas a cabo.
Pero, al fin y al cabo, ESTAMPA dura cinco días…
Sí, me da mucha pena que ESTAMPA, con ese nombre tan potente y consolidado, se concentre en 5 días de 365 que tiene un año y el resto esté un poco desaparecida. Este año ya se han empezado a fomentar acuerdos con centros de arte de toda España, y creo que hay que ampliar la colaboración con todos esos centros que se están abriendo en las comunidades autónomas.
¿Y a nivel internacional?
Sería ideal pero es complicado. Que la feria sea más o menos internacional no viene dado sólo por el número de expositores extranjeros que participan -este año hay unos cuantos-, sino por el tipo de obra que se expone, de muchos artistas internacionales, por lo que intentaremos fomentar acuerdos también con algunos centros foráneos.
¿Qué ferias extranjeras se asemejan a ESTAMPA?
Francamente, no conozco ninguna de las mismas características. O son «tipo ARCO», que engloban todo tipo de manifestaciones artísticas, como Basel, FIAC, Frieze… o las hay específicas de fotografía, que también hay que estudiar para ver por dónde avanzan. Pero como ESTAMPA no existe ninguna.
¿Qué dificultades se ha encontrado al entrar en una feria que lleva funcionando 17 años? ¿Es posible hacer realidad todos los cambios y proyectos que tiene pensados?
Creo que ninguna dificultad. Tenemos todo en nuestra mano. Todo lo hacemos por amor al arte, pero no sólo por eso. No estamos aquí para perder dinero, eso es fundamental, pero tampoco nos mueve el afán de lucro, porque si no habríamos invertido en algo más lucrativo. Podemos invertir en talento para convertir esta feria en algo mejor. Vamos a poner toda la carne en el asador, tenemos ganas e ideas nuevas que este año no hemos podido poner en marcha porque los plazos han sido muy cortos, pero tenemos un año por delante para planificar una ESTAMPA más acorde al siglo XXI.
A título personal, usted ha reunido una colección con más de 200 obras. Si hacemos un cálculo aproximado desde que comenzó a coleccionar, hace aproximadamente 15 años, supone una obra al mes, en ocasiones incluso más…
Bueno, en cada subasta que se celebra en España –teniendo en cuenta que puede haber diez casas de subastas importantes en el país- marco en el catálogo las obras que me interesan a priori y pueden acercarse a 60, de las cuales raro sería que no hubiera 10 que me gustaran en cada venta que se celebrara. Lo que pasa es que, como en todo, esto requiere un proceso de maduración y, aunque los coleccionistas somos «supercompulsivos», procuro poner un poco de racionalidad. Comencé coleccionando obra gráfica, que es mucho más asequible para el público general, y actualmente colecciono todo tipo de obra: pintura, fotografía única, escultura…
¿Con qué porcentaje de obra gráfica cuenta ahora su colección?
Estará en el cincuenta por ciento aproximadamente. Me he ido convirtiendo en mucho más selectivo con la obra gráfica, con aquellos autores que considero fundamentales en el panorama español, como Palazuelo, algunas obras emblemáticas a las que tengo un cariño especial, como alguna de Saura, del Equipo Crónica… y algunos autores internacionales, que si quieres contar con obra suya en tu colección tiene que ser de obra gráfica ya que es casi imposible poder comprar el original.
¿Tiene especial predilección por alguna manifestación artística?
Ninguna, incluso hasta me he comprado mi primer vídeo, cosa que hace algunos años pensaba que tardaría mucho en hacer; con la fotografía comencé poco a poco y, actualmente, supone aproximadamente el diez por ciento de mi colección. Me gusta el papel, la acuarela, los lápices… En este sentido, es una colección bastante poco definida.
¿Cómo un economista de profesión salta a la publicidad y de ahí acaba como coleccionista de arte?
El tema de la publicidad fue casi un accidente. Como economista comencé en Arthur Andersen, que en su momento fue emblemática, aunque ahora ha desaparecido, y donde estuve nueve años equivalentes a noventa en cualquier otra empresa. Posteriormente, me ofrecieron entrar en Equmedia, hace 20 años, que entonces se estaba constituyendo, y así comenzó mi carrera en la publicidad. El arte no tiene nada que ver con mi formación. He sido coleccionista toda mi vida.