Carlos, el personaje que encarna de un modo, al tiempo contenido y brillante el actor, ejerce la barbarie y no tiene ninguna empatía con sus semejantes. No experimenta ningún sentimiento de culpa.
Esa es la dualidad y la metáfora de Caníbal. El amor es lo que se le enfrenta a Carlos, y lo que le hace comprender la posibilidad del otro. La película plantea un dilema moral en su personaje central. Es una historia criminal que se va convirtiendo en una historia de amor. Por ahí derivan las primeras palabras del actor:
El gran tema de la vida es el amor. Estamos en una sociedad con un gran déficit de educación sentimental. Parece que hay muy pocas personas capacitadas para amar realmente. Estoy convencido, por ejemplo, de que si George Bush hubiera sido más feliz, probablemente no hubiéramos tenido la guerra de Irak. El amor es la gran redención que hace posible que un mundo mejor pueda llegar. En ese sentido hay algo hermoso en Caníbal, que es como de algo tan malvado, tan atroz, tan contra natura como es matar a alguien de tu especie y alimentarte de su cuerpo, puede sacarte el amor librándote de esa oscuridad.
La película, como cuento y como reflexión, propone eso y yo como actor siempre pensé que algo, en principio tan opuesto, es posible
¿Para preparar el personaje se ha apoyado en psicólogos o psiquiatras?
Es un tema importante y lo hablé con Manolo Martín Cuenca cuando estábamos preparando la película. Pero decidimos que no hacía falta. Creo que no hubiera podido acercarme a este personaje si le hubiera puesto calificativos en mi cabeza. Había dos grandes ámbitos a la hora de la preparación. Uno lo he podido investigar, como es lo relacionado con la sastrería. Necesitaba como actor sentir que podía ser sastre y que este hombre puede llegar a llevar esa doble vida. Como, en principio, es uno de los nuestros, ese hombre es respetado en su entorno. Tiene una coartada que es su trabajo y la sastrería que, además, le da una minuciosidad y una precisión que le define como personaje. Carlos tiene que sobrevivir y para él vivir es estar oculto, estar tapado y eso lo consigue a través de la sastrería. En ese trabajo me ayudó Octavio Hernández, un sastre de la Gran Vía de Madrid que fue muy generoso conmigo, me enseñó mucho de su mundo e incluso estuvo en el rodaje.
Pero en la otra parte, la del depredador, la del asesino, no entramos por el lado, por decirlo de alguna forma, profesional. En mi trabajo siempre he considerado que era más importante hacer personas que personajes. La realidad supera a la ficción y hay algo que nos sucede a todos en la vida y es que nos pasa una cosa pero en el fondo queremos que nos suceda otra. Esa parte, teníamos Manolo y yo muy claro que, y más por lo que le sucede al personaje, era preciso tenerla muy viva pero también dar la sensación de estar tapada. Hablamos de dualidad. Esa era la apuesta de trabajo que hicimos
Trabajamos en el hecho de que el personaje no tiene ningún sentido de culpa y, por tanto, no se siente un psicópata, no se juzga a sí mismo y no se adjetiva a sí mismo de ninguna forma. Pero cuando descubre ese otro sentimiento, relacionado con el amor, lo vive desde el asombro. Como cuando uno por primera vez experimenta una emoción. Ese reto de construir una historia de suspense nos pareció muy sugerente
Las películas son una huella del tiempo en el que estamos. Esta es una época de confusión moral tremenda, no ya sólo de crisis económica, y el cine negro llama a las puertas de nuestra sociedad de una manera inconsciente cuando vivimos tiempos convulsos.
Tras vivir tan intensamente un personaje tan de dentro afuera y tras la palabra fin en la película. ¿Cómo se imagina que fue el futuro del protagonista?
Lo interesante es que cada espectador piense y se imagine ese futuro. Pero yo, como Antonio de la Torre, como un posible espectador más, prefiero creer que Carlos se redime. Quiero pensar que el amor puede cambiar el mundo y por eso prefiero creer en su redención.
¿La fuerza del personaje y lo que usted ha puesto en él, le lleva a sentir que puede haber un antes y un después en su carrera como actor?
No. Ni me lo planteo ni quiero pensar en eso. Cuando era más joven pensaba más en que un determinado papel me podía llevar a … pero con todo el esfuerzo de estos años he aprendido que hay que estar en el presente del trabajo . Es absurdo planificar una carrera. Es incluso absurdo planificar la vida. La única manera de vivir y de actuar es estar en el presente. He vivido esta película con intensidad y he pensado lo bonito que ha sido hacerla, pero no me planteo lo que me va a dar ni lo que me va a dejar de dar. Cada vez me alejo más de esos pensamientos y me centro más en mi trabajo. Para un actor lo importante, y más como está la cosa, es trabajar.
Pero estamos ante un personaje con mucha trastienda; con mucho fondo…
Es verdad que este personaje ha sido muy intenso. Lo ha sido por la entrega. He intentado, no sé si lo he conseguido, hacer un viaje hacia otro sitio, buscar otra forma expresiva. Descubrir o conocer otro en mí, que es lo que es actuar. Las cosas que merecen más la pena son aquellas que te cuestan más esfuerzo. Creo en el esfuerzo como cultura de vida.
[El periodista se disculpa ante lo que va a plantear y lo plantea pero, justifica, la actualidad exige el hacerlo, – Caníbal es un ejemplo más de buen cine español, ¿qué le sugieren esas declaraciones que lo cuestionan; que ponen en duda su calidad?- El actor sonríe y no elude la respuesta]
Todo el mundo tiene derecho a dar su opinión. Derecho a decir lo que quiera. Creo que nosotros debemos de preocuparnos por hacer buen cine, de la misma forma que algunas de las personas que han hablado deberían esforzarse para que el país vaya mejor.
¿Con qué directores se siente mejor a la hora de hacer cine?
Hay muchos tipos de directores. Los hay que tienen una visión más de realización, más centrados en que la película tenga un ritmo. A mí, los que más me gustan, y Manolo Martín Cuenca es uno de ellos, son los directores de actores, en el sentido de que te permiten plantear lo que yo me planteo al encarar un personaje: cómo sería yo si fuese… trabajar desde ahí.
Me gustan los que te permiten lanzarte a la búsqueda. En la búsqueda tiene que haber algo de riesgo, de no saber qué va a pasar. Alguien dijo que quien tiene miedo al error no puede llevar una vida creativa. Hay que tener la valentía de atreverte y de equivocarte.