El madrileño puede presumir de una larga carrera junto a los más grandes. Tino Casal, Miguel Ríos, Manolo Tena, Jaime Urrutia, Quique González o Fito & Fitipaldis. También de haberse subido a los escenarios con Ariel Rot, Andy Chango y Andrés Calamaro, a quien se le ocurrió bautizarle de nuevo. “Como candy significa dulce y tú lo eres también…», le dijo un buen día. Hasta Miguel Ríos escribió hace poco una frase sobre él que decía algo así como «me encanta su dulce rock» y él mismo reconoce que bien puede calificarse así porque no todo el rock tiene que ser agresivo y rebelde.
«Si tuviera un 1% de los artistas con los que he trabajado iría sobrado»
Autodidacta, ha absorbido cual esponja todo lo que ha podido de los artistas con los que ha trabajado. Quizás, según confiesa, de quien más ha sido de Calamaro porque ha trabajado mucho tiempo con él y le ha visto hacer canciones muy de cerca. “De cada uno diría algo bueno en realidad. De Ariel Rot destacaría que es un grandísimo director musical, de Fito Cabrales, su autenticidad por encima de todo; de Miguel Ríos, la profesionalidad máxima. Si tuviera un 1% de ellos iría sobrado”.
El artista acaba de sacar El hombre orquesta, su segundo álbum en solitario, que este jueves, 9 de julio, presenta en directo en la madrileña sala Sol de Madrid, justo el lugar en el que dio el primer concierto de su vida.
Con su música quiere transmitir alegría, felicidad y que la gente se lo pase bien. También rescatar la sonoridad de los años 50, que “ahora está viviendo un pequeño resurgir y que para las nuevas generaciones resulta hasta novedoso”. Es una música que le encanta y que escucha desde que era niño, así que en ningún momento dudó por dónde ir a la hora de hacer algo en solitario. “Antes esa música era un poco cerrada y estaba destinada a un grupo de personas, a los más rockers, pero creo que ahora está llegando a todo el mundo”.
Para él en esa época había una frescura y una musicalidad que ahora mismo se ha perdido un poco, en parte porque antes la gente se dedicaba muchas horas a tocar un instrumento y a hacer muchas tomas de cada canción. “Ahora como hay tantas formas de arreglar todo los músicos se están acostumbrado a trabajar menos su instrumento”.
A la hora de hacer las canciones y grabar las maquetas él mismo iba tocando y grabando todo, por lo que llegó un momento en que pensó que para qué iba a llamar ahora a otros músicos y decirles que tocaran lo que estaba haciendo él. “Seguro que lo hubieran hecho mucho mejor, pero me estaba gustando la sencillez y el alma personal que estaba mostrando en los temas. Cuando iba ya por la mitad me lo tomé como un reto, y me dije, pues voy a hacerlo solo. El nombre podía haber sido otro, pero éste me sonaba mejor”.
«En el pop y el rock siempre hay que guardar la frescura y buscar transmitir lo máximo posible»
Productor de otros artistas como El Twanguero, Jero Romero o Álex El Zurdo, también se ha encargado de la producción de El hombre orquesta. Para él ha sido como producir mirándose al espejo y reconoce que ha tenido que buscar algunas referencias exteriores y que por eso cada vez que alguien entraba en su estudio se lo iba poniendo para ver qué cara ponía.
Grabado analógicamente, Candy Caramelo no quiso retocar nada en la posproducción. Confiesa que incluso hay algún error en el álbum porque cree que “algo así coge encanto con los años al volverlo a escuchar”. Para él todo depende del estilo de la música. “Si haces un estilo Black Eyed Peas o Shakira, quizás si es necesaria la perfección o que esté todo igual de principio a final. Pero en cuanto al rock o al pop diría que siempre hay guardar la frescura y buscar transmitir lo máximo posible”.