Lo logró, sobre todo, con Blondie, formidable banda de la nueva ola americana en la que sigue militando. Pero su pegada, su versatilidad, su empuje y su sutileza es conocida también por bandas coetáneas de Blondie como los Romantics, los Plimsouls o los Ramones, y también por leyendas como Wanda Jacskson, Nancy Sinatra, Bob Dylan o Pete Townshend.
De todo ello habla Burke en My View, documental producido por el canal televisivo británico Sky Arts que forma parte de la programación del festival Contrast, que se celebra el próximo mes de junio en Mallorca.
– Está de visita en España, donde viene de vez en cuando, ¿es este tipo de viajes una de las ventajas de ser músico?
Sin duda es una de ellas, aunque mi favorita es poder comunicarte sin necesidad de hablar el mismo idioma. Hace poco estuvimos en Cuba con Blondie y estuvimos tocando con un grupo de músicos locales que hicieron arreglos de viento y percusión para algunas de nuestras canciones. Ninguno de ellos hablaba bien inglés y ninguno de nosotros habla bien español, pero eso no supuso ningún problema; nos comunicamos simplemente a través de la música.
– Resulta interesante que tocaran con músicos cubanos… no es lo que uno imagina que encaja mejor con la música de Blondie
Viniendo de Nueva York, donde hay una importante comunidad latina, sobre todo proveniente de Cuba, no es tan extraño. Yo mismo crecí en contacto con músicos cubanos, que, como todo el mundo sabe, tienen un gran sentido del ritmo. Cuando grabamos algunas de nuestras canciones en la primera época de Blondie, como Rapture y The Tide Is High, contratamos a músicos latinos, como Alex Acuña (percusionista y batería peruano que ha trabajado con Elvis, Paul McCartney o U2, entre otros muchos), que es un músico fantástico y muy conocido, y creo que su aportación a esas dos canciones fue muy importante para que se convirtieran en éxitos.
En cualquier caso, la comunidad puertorriqueña y la comunidad cubana siempre han tenido una gran influencia en la cultura en Nueva York
– Incluso en los tiempos de la nueva ola había grupos claramente influenciados por la música latina, como Mink Deville…
Sí, ellos eran una de mis bandas favoritas. Eran fabulosos. No lograron el éxito que sin duda merecían por las razones que fuera, pero eran realmente buenos..
– ¿En qué momento se dio cuenta de que sería batería profesional?
Bueno, mi padre era batería también, así que eso de convertirme en un batería no era una idea tan extraña como lo habría sido para cualquier otro chaval de mi edad. Me gustaba tocar la guitarra, pero soy zurdo y en aquellos tiempos era difícil aprender a tocar para un zurdo, pero entonces empecé a fijarme en los Beatles, en Ringo, en Keith Moon (batería de los Who)… disfrutaba mucho tocando la batería y lo hacía frecuentemente en el colegio, o con bandas que formábamos de forma esporádica. Luego tuve la suerte de formar parte de Blondie y desarrollar una carrera profesional.
– ¿Era antes un músico o un aficionado a la música?
Creo que primero fui un fan, pero es verdad que empecé a tocar desde muy pequeño. Por supuesto, para la gente de mi generación, ver a los Beatles en la tele en 1964, cuando aparecieron en el Ed Sullivan Show, que era el típico programa familiar que reunía a toda la familia alrededor de la tele los sábados por la noche, fue definitivo. Fue muy impactante en muchos aspectos, y uno de ellos fue que los cuatro eran igual de importantes. Ahí estaba Ringo, con la batería bien visible, al mismo nivel que los otros tres.
También me gustaban mucho los Four Seasons, pero eso fue antes de que llegaran los Beatles. En América siempre ha habido una gran división entre los que mantenían una especie de fidelidad a la música de su país y otros, como yo, a los que nos encantaron los Beatles porque representaban algo nuevo y diferente.
– Supongo que aquella actuación de los Beatles en la televisión hizo que un montón de gente joven quisiera montar un grupo y ponerse a hacer música…
Sí, claro, ese fue mi caso. Yo siempre había fantaseado con convertirme en una estrella del rock and roll, pero no sabía muy bien cómo hacerlo, y los Beatles nos dieron la primera pista. Yo conocía a muchos músicos, pero muchos de ellos no estaban tan interesados en subirse encima de un escenario y ser estrellas, sino más bien en una forma más intimista de relacionarse con la música, en estar tocando en su habitación, ensayando o haciendo sus canciones… eso era lo bueno del CBGB (mítico club de actuaciones en directo en la época de la nueva ola), donde la gente iba a tocar y a conocer a otros músicos, cometiendo errores en público… eso era parte del desarrollo de las bandas. Igual que los Beatles. Cuando empezaron, no eran muy buenos músicos, lógicamente. Tocaban en sótanos, en The Cavern, en los garitos de Hamburgo… así es como fueron aprendiendo y convirtiéndose en la mejor banda de la historia.
El CBGB era una especie de The Cavern pero en el Nueva York de los 70, una plataforma desde la que presentar tu música… pero sí, los Beatles, desde luego, fueron un elemento que influyó muchísimo en mi generación.
– ¿Qué echa de menos de esos tiempos?
Era un momento muy simple, muy inocente. Yo empecé a tocar en bandas desde muy joven, cuando no tenía ni dieciocho años… a veces pienso cómo habríamos evolucionado todas aquellas bandas si hubiéramos tenido la tecnología que hay ahora, los teléfonos móviles, Internet y todo eso… cómo las bandas habrían podido evolucionar si los teléfonos hubieran existido, si todo el mundo tuviera una cámara en la mano. Me planteo lo diferente que habría sido todo, no sé si para bien o para mal, probablemente mitad y mitad. Es como Internet, es muy útil, pero también peligroso… Es difícil imaginarlo, pero seguro que las cosas habrían sido muy diferentes si a mediados de los años setenta hubiéramos tenido toda esa tecnología a nuestro alcance.
– Ahora da la sensación de que los grupos se forman no por pasarlo bien y desarrollar su creatividad sino por otros motivos… que están más preocupados por la foto que van a subir a las redes sociales que por la canción en la que están trabajando.
Bueno, en realidad nosotros también prestábamos atención a cosas como nuestra imagen y todo eso, aunque era a un nivel mucho más underground. Es un poco paradójico, porque parece que ahora la fama es más accesible, pero al mismo tiempo, todo el mundo tiene esa oportunidad, de manera que al final no hay sitio para todos. Quizá es un poco como lo que decía Andy Warhol de que todo el mundo tiene acceso a sus quince minutos de fama. La gente piensa que todo es muy sencillo, pero no se dan cuenta de todo el trabajo y el esfuerzo que hay detrás. Mira Billie Eilish, que tiene muchísimo talento, pero ha hecho su disco con su hermano en su propia habitación y gracias a Internet ha podido difundir su música en todo el planeta. Internet es ahora lo que para nosotros el CBGB.
– ¿Cómo recuerda la formación de Blondie?
Yo buscaba a alguien que tuviera el carisma, la creatividad y el talento como para llevar a cabo un proyecto potente… alguien como Mick Jagger o como David Bowie. Para nosotros, Bowie era la gran inspiración, alguien cuya música estaba siempre evolucionando, y un personaje con muchísimo glamour… realmente, Bowie cambió mi vida en la época de Ziggy Stardust. Me parecía alucinante y quería ser como él. Y sí, cuando conocí a Chris y a Debbie (Stein y Harry, guitarrista y vocalista de Blondie) reconocí ese magnetismo y ese carisma, y una originalidad muy especial: hacían algo que nadie más estaba haciendo entonces. Teníamos influencias comunes, como Velvet Underground o las Shangri-Las, que no era precisamente lo más popular en aquel momento. Es verdad que había otros grupos que se pasaban por el CBGB que tenían influencias parecidas, pero Chris y Debbie parecían tenerlo muy claro, tenían muchísima personalidad
– ¿Cuáles eran sus bandas favoritas de aquellos tiempos?
Los Ramones eran increíbles. Hicieron todo el tiempo lo mismo, pero tenían un montón de canciones buenísimas y, después de los Beatles, seguramente son el grupo más influyente de la historia del pop. Pero mi banda favorita de entonces era Television; hacían una música muy poética y eran unos músicos enormemente creativos… había muy buenos grupos y creo que todos nos influíamos unos a otros, hacíamos versiones de los otros grupos. Creo que, a diferencia de lo que ocurría en Inglaterra en esa misma época, todos los grupos éramos muy diferentes. No era una escena que tuviera mucho que ver con el punk-rock, pero sí con el espíritu del «hazlo tú mismo». Nuestra principal influencia era ver que cualquiera podía tener éxito aunque vinieras de la calle, que es de donde todos veníamos. Procedíamos de familias de clase trabajadora, pero nos resistíamos a aceptar el tipo de trabajo que teóricamente nos correspondía.
– ¿Se considera afortunado de haber estado «en el lugar adecuado en el momento justo»?
Seguro. Nueva York era el mejor sitio del mundo para estar a mediados de los setenta. Todavía estaban los poetas de la generación beat, como Burroughs o Gainsberg; teníamos a Patti Smith, todo el rollo beatnick… el propio Chris Stein era más un beatnik que cualquier otra cosa. Al mismo tiempo era difícil, porque se estaba convirtiendo en uno de los sitios más caros para vivir y teníamos que buscarnos la vida. Pero sí, fuimos afortunados de estar allí, de tener el CBGB, el Max´s Kansas City y algunos otros garitos. Era una escena muy pequeña; quizá el núcleo lo formábamos no más de cien personas.
– ¿Cómo fue para Blondie pasar de tocar para cien personas a hacerlo en grandes recintos para miles de fans?
La verdad es que me habría gustado seguir tocando en el CBGB, incluso cuando ya éramos muy famosos, pero eso era imposible, claro… Enseguida me di cuenta de que las cosas no podían ser como yo había planeado porque el grupo se convirtió en algo muy grande, un asunto en el que mucha gente estaba involucrada y tenía su opinión al respecto, y en el que había alcohol, drogas y un montón de locuras. Yo iba asumiendo las cosas según pasaban, me adaptaba. Pero sí, por supuesto, era un sueño hecho realidad. Visto ahora, la fama y el éxito tienen un valor relativo, pero lo que para mí sí ha sido fundamental ha sido poder dedicarme a la música profesionalmente, ganarme la vida con ello.
– Usted quería ser una estrella, pero era batería, que no es lo más fácil para destacar en un grupo de música pop.
Es cierto en parte, pero los Beatles derribaron ese muro. Los cuatro eran importantes al mismo nivel. Luego vino Keith Moon, que también fue una estrella siendo batería. Era un tipo increíble y tenía una energía brutal y muchísimo carácter.
– ¿Volverse profesional hizo que su relación con su instrumento fuera diferente, más distante?
No, siempre me ha encantado tocar y me sigue encantando. En mi tiempo libre lo que más me gusta hacer es tocar la batería. Me gusta comunicarme a través de la música. Siempre que tengo ocasión de tocar con alguien talentoso lo disfruto mucho. Acabo de terminar de grabar un disco con Echo And The Bunnymen y ha estado realmente bien. También tengo otra banda, The Empty Hearts -con miembros de los Cars, los Romantics y los Chesterfield Kings- que va a sacar ahora su segundo disco, en el sello de Steve Van Zandt. También he estado grabando recientemente con Shel Talmy -legendario productor de bandas como los Kinks o los Who-, que tiene 82 años pero está en plena forma; ha sido muy interesante tocar con él.
– Y luego está Blondie, claro…
Sí, me encanta tocar con Blondie. Y, además, estamos recuperando algo de lo que nos correspondía. En la primera época éramos muy ingenuos y no disfrutamos de gran parte del muchísimo dinero que generamos. Para nosotros el hecho de grabar un disco ya era algo alucinante; éramos como Jimmy Hendrix, que firmó su primer contrato discográfico por un dólar.
– Cuando Blondie se separaron en 1982 vino a Europa y estuvo tocando y grabando con los Eurythmics, ¿encontró muchas diferencias entre la escena musical americana y la europea?
Es curioso porque Annie y Dave (de Eurhythmics) eran un poco como Debbie y Chris, tenían ese mismo tipo de magnetismo. Chris y Debbie tienen mucho talento y son muy creativos, pero para mí conocer a Annie y a David fue muy interesante, tenían una formación musical muy potente.
Efectivamente, para mí todo era nuevo y muy interesante; Joy Division, Kraftwerk, los propios Eurhythmics… todo eso apenas se escuchaba en Estados Unidos. Lo mismo que el reggae, que era mucho más popular en Europa, sobre todo en Inglaterra.
– En el entorno de la música pop, sobre todo cuando empezaban grupos como Blondie, pensar en una carrera prolongada era una quimera…
Sí, la verdad es que nunca pensábamos a largo plazo, pero supongo que si me hubieran dicho que estaría tocando la batería a mis 65 años me habría costado creerlo. Estoy muy contento con mi vida como batería. En aquella época se pensaba que a partir de cierta edad no puedes seguir tocando rock and roll, pero los Rolling Stones nos demostraron que eso no es cierto. Quizá la gente ya no compra los discos de U2 o de Springsteen, pero si tocan en directo, siguen llenando estadios. El rock and roll está pasado de moda, es un anacronismo, y la gente tiene un montón de otras opciones de ocio, pero, aun así, todavía hay mucha gente a la que le gusta ver a un buen grupo tocando en directo.
– No es suficiente con una banda tributo…
Claro que no, aunque yo no desprecio el fenómeno de las bandas tributo. De hecho estuve involucrado en una a Blondie y me parecía muy divertido.
– De todos los discos que ha grabado, ¿Cuál es su favorito?
Esa es difícil… ahora podría decir que el de los Empty Hearts que hicimos hace un par de años, por ejemplo. De Blondie, mi favorito siempre ha sido Eat to the Beat, pero ahora el que más me gusta es Autoamerican; tiene un punto experimental que lo hace diferente y que me gusta mucho. Recuerdo que nuestra compañía no estaba muy contenta, porque decía que no tenía singles, y luego tuvimos dos números uno, con The Tide Is High y Rapture.
– ¿Y un proyecto que no fuera el tuyo?
Acabo de hacer un disco con Echo And The Bunnymen y me encanta… Pero bueno, he hecho muchas cosas para otra gente que he disfrutado mucho. Cuando estuve en los Eurhythmics, por ejemplo. Ese no era mi proyecto, en realidad. Pude trabajar con ellos porque eran fans de Blondie y para mí fue muy enriquecedor.
– ¿Y la experiencia más impactante?
Quizá el día que conocí a Pete Townshend. Ir al estudio y empezar a tocar con él fue increíble.
– ¿En qué disco le habría gustado participar?
En el Summertime Blues de Eddi Cochran, en Johnnie B Good de Chuck Berry, Good Golly Miss Molly de Little Richard…
– ¿Quién es su batería favorito”
Hay muchos, desde luego, pero podría destacar a Earl Palmer, un batería de Nueva Orleans muy conocido y que tocó con mucha gente, pero, sobre todo, fue el batería de Little Richard. Tocó en La Bamba, de Richie Valens, en los discos más country de Ray Charles… Yo era un gran fan suyo, pero además fuimos buenos amigos durante los diez o doce últimos años de su vida (falleció en 2008). Era capaz de tocar para Frank Sinatra y luego para Tina Turner o quien fuera, y lo hacía siempre con extraordinario talento y sensibilidad.