Entre medias se quita y se pone las gafas, mira por encima de ellas, habla de su esencia y del proceso creativo de las ocho obras que la galería expone en Madrid. Todo lo hace con un aire serio y seguro que, a su vez, deja entrever al típico autor que podría pasarse horas y días hablando de su obra.
Tautologías
La pintura de Walsh es principalmente minimalista, aunque con gestos más libres y personales. La caracteriza las repeticiones de formas o patrones con colores llenos de fuerza, huyendo así de los pasteles y jugando con las líneas rectas, las curvas y las figuras geométricas. A ello, el pintor añade un elevado tratamiento arquitectónico del espacio y del fondo del lienzo.
La mayoría de sus obras estás formadas por estructuras de 4×4 o 5×5 y así sucesivamente. En ellas, según afirma el autor, la forma de aplicar la pintura es la misma: «Ilógica aunque de ella se deducen formas simples».
¿Lo ilógico da la vuelta a lo lógico?
Es curiosa la paradoja que establece su pintura en un plano más conceptual.
En éste, lo lógico y lo ilógico juegan a encontrarse, a darse la vuelta y a ver quién puede más. Así, aunque los pasos que se deducen son bastante lógicos, los colores no lo son tanto. «Éstos cambian la forma de la estructura», afirma el autor. Al final, lo que parecía sencillo o simple en las obras de Walsh ya no lo es.
Para él precisamente ese es su rasgo distintivo. «Busco la simplicidad y todas mis obras están hechas usando elementos simples, sin embargo obtengo resultados complejos».
«Cada una de mis pinturas es muy simple en su esencia: en ellas hay estructuras simples, colores simples, pero con mi mirada (o con mi mano) todas estas pequeñas cosas se convierten en complejas rápidamente», añade.
La pintura abstracta
«¿Para qué sirve la pintura?», se pregunta. «Para mí, como pintor abstracto, éste es un tema recurrente. Más allá de eso, la idea que tengo sobre mi obra cambia todo el tiempo».
«La pintura abstracta se basa en colores y en estructuras y parece que se queda en la superficie, de hecho, una frase muy común es ‘¿qué es lo que ves en ese cuadro?’. Sin embargo, creo que hay más sensibilidad en ella y me parece más interesante», confiesa.
Walsh ve sus cuadros como los mandalas tibetanos. Piensa que son un vehículo para llegar a algo, igual que los maestros indios los utilizan con sus alumnos para ayudarles a comprender y llegar a Buda.
«Como los mandalas me gusta mostrar cómo de complejo puede ser el mundo con mis simples acciones. Puedo compartir la complejidad a través de la pintura», afirma el autor.
Complicación
Walsh se sigue moviendo por la sala mientras relata cómo ha creado cada pintura, cómo ha utilizado colores conformados por él como, por ejemplo, el amarillo de unos de los cuadros que pintó sobre un fondo negro. Se le ve orgulloso y no lo oculta.
Como los niños en la escuela utiliza los colores primarios para hacer los compuestos y de ahí los complementarios. Con mayor o menor agua consigue fluctuaciones en las tonalidades.
«En realidad no estoy haciendo nada nuevo, ya que todo esto es bastante obvio», afirma Walsh. «Los colores que uso son muy simples y forman construcciones simples también, pero [lo nuevo] es mi forma de utilizar estos colores y estas formas. Intento mostrar o exponer cómo el color puede ir creciendo en complicación».