Observando sus fotografías, siempre parece que algo se escapa entre lo cotidiano. Una simple imagen esconde muchos significados. Siguiendo los pasos de Breton en el principio de Nadja, quisiera saber quién guía los ojos de Graciela Iturbide. ¿Cómo sabe cuándo y qué fotografiar?
La pasión guía mis ojos. Fotografío cuando me sorprendo con lo que me encuentro en la vida.
Muchas de las personas que usted retrata son marginadas socialmente (indígenas, travestis de Juchitán, cholos del barrio de Los Ángeles Este… pero, sin embargo, estos retratos transmiten mucho respeto. ¿Qué es lo que le atrae de los temas sociales que cuestionan el statu quo?
Siempre he dicho que la fotografía es un pretexto para conocer la vida, la cultura de mi país y la de otros. En el caso de Juchitán, que fotografié durante muchos años, aprendí a través de su cultura quiénes eran y me quedé con muchas cosas bellas en mi corazón.
¿Cree que la fotografía debería ser un medio para criticar y, posiblemente, cambiar algunos asuntos?
Para mí, la fotografía es totalmente subjetiva y no un medio ni para criticar ni para cambiar. Hay fotógrafos que se dedican a esto de una manera excelente, como es el caso de Eugene Smith.
«Siempre he dicho que la fotografía es un pretexto para conocer la vida, la cultura de mi país y la de otros» |
En el libro de Roland Barthes sobre la fotografía, la muerte es el pilar en torno al cual se articula todo. Para él, hay algo terrible en toda fotografía: el retorno de lo muerto, porque muchas veces lo que vemos ya no existe. Sus fotografías están atravesadas igualmente por la muerte, un tema muy presente en ellas, ¿por qué?
Me interesa fotografiar lo que veo y lo que me sorprende. De la misma manera, mi carrera ha estado atravesada por la muerte y ha sido un tema, como otros, presente en mi obra. Como dijo Jean Cocteau: “La fotografía mata a la muerte”.
En su obra hay bastantes autorretratos. ¿Qué le lleva a coger un día la cámara y ponerse no sólo detrás, sino también delante? ¿Resulta complicado ese juego de mirar mirándose?
En el caso de mis autorretratos son totalmente intuitivos. Cuando los hago no me resulta complicado este juego de mirar mirándome.
Personalmente, su obra me recuerda a la de Francesca Woodman. Aunque, por supuesto, la temática no tiene nada que ver. Las imágenes, desde mi punto de vista, comparten un mismo lenguaje: resultan potentes, llenas de fuerza y a la vez transmiten una delicadeza y una sensibilidad extrema. ¿Cree que esta conexión es cuestión de género o de sensibilidad?
Para mí es un elogio que mi obra le recuerde a Francesca Woodman, una fotógrafa a la que admiro desde hace mucho tiempo. No sé si compartimos un mismo lenguaje. Cuando usted me pregunta si es cuestión de género o de sensibilidad, pienso que es sensibilidad. Uno tiene lazos con los fotógrafos que admira.
Woodman comentaba: “La fotografía es también una manera de conectar con la vida. Hago fotos de la realidad filtradas a través de mi mente”. ¿Cuánto de sí misma y cuánto de la realidad hay en sus fotografías? ¿Qué acaba predominando: el mundo o su personalidad?
Estoy de acuerdo con Francesca en que la fotografía es una manera de conectar con la vida. Pienso que también hago fotos de la realidad filtradas a través de mi mente.
¿Cuál ha sido el principal referente en su trayectoria?
El primero: haber encontrado a Manuel Álvarez Bravo, que fue un gran maestro para mí, no sólo en la fotografía sino en la vida.
«Sigo trabajando de una forma tradicional. El uso de las nuevas tecnologías aplicadas al arte me parece bien, todo depende del resultado. En este momento no cambiaría el laboratorio por el ordenador. Me gusta la fotografía análoga» |
Los animales juegan un papel muy importante en su obra, están siempre presentes y en contacto directo con el hombre, piel con piel. ¿Por qué?
Efectivamente, así es, pero no sé por qué.
¿A qué se debe su rechazo al color?
Generalmente, mi obra está hecha en blanco y negro, sin embargo he realizado algunos trabajos en color. Una vez, Octavio Paz dijo acerca de la obra de Manuel Álvarez Bravo: “la realidad es en blanco y negro”.
Usted trabaja a la manera tradicional, en químico y laboratorio. ¿Qué opina sobre el auge de las nuevas tecnologías en el sector artístico? ¿Se siente tentada por el mundo digital y el pixel?
Sigo trabajando de una forma tradicional. El uso de las nuevas tecnologías aplicadas al arte me parece bien, todo depende del resultado. En este momento no cambiaría el laboratorio por el ordenador. Me gusta la fotografía análoga.