En A piacere, Alqhai descubre sonoridades más allá de la música antigua, más allá de lo popular y más allá del flamenco. Es un trabajo personalísimo con un sonido único. Grabado previamente en un estudio y luego lanzado en una iglesia para su grabación final, Alqhai se desmarca de lo establecido por la ortodoxia sin abandonarla por completo.
Con obras de Gaspar Sanz, de Santiago de Murcia, de Marin Marais o de Bach realiza un recorrido ejemplar y lleno de luz. Introduce una versión muy particular de la canción popular catalana El canto de los pájaros. La convierte en nana para su hija recién nacida y «engaña» al cantaor Ancángel para gestar la delicia. Todo ello es este disco, una delicia para amantes de la música antigua y para los que busquen algo novedoso y de enorme calidad interpretado con viola de gamba.
Ser violagambista es, sin duda, una rareza…
Sí, tocar la viola de gamba en España es una rareza a pesar de que pasen los años. Cuando empecé a tocar fue casi fruto de un milagro. Quería entrar al conservatorio a estudiar guitarra y no había plaza, entonces vi un cartel que ponía que se buscaban alumnos de viola de gamba. Fue hace 20 años y era el primer año que se daba en toda España. Ahora las cosas han cambiado, pero aún así, estamos hablando de que en nuestro país hay solamente 8, 9 o 10 conservatorios en los que se pueda estudiar este instrumento y entre todos los alumnos no sé si suman 150.
¿Qué es lo que le llamó más la atención del instrumento?
Fue un golpe de suerte. O un tiro de gracia [se ríe]… Un encuentro. Me enganchó después de trabajar, de tocar y tocar. Yo venía de la guitarra eléctrica y de repente me encontré con un instrumento que era medio melódico y medio armónico con un repertorio que te pedía mucha improvisación, mucho sello personal y mucha apertura a nivel creativo. Eso me atrajo mucho.
Además es un instrumento raro, curioso. Lo bonito que tiene es que no ha sido un instrumento estandarizado. Lo único que tienen en común dos violas de gamba de diferentes países o de diferentes pueblos es que ambas son un instrumento de cuerda frotada con arco que se toca entre las piernas. Todo lo demás es puro humo. Unas tienen trastes, unas más y otras menos, algunas ni siquiera. Unas tienen 5 cuerdas, otras 7, otras 8 o 6. Todo eso hace que sea un instrumento particular que pide mucho del artista y a la vez mucha investigación. No hay escuela para tocarla. Como mucho tienes que buscar al profesor que te gusta cómo toca e ir a trabajar con él.
Tiene además un sonido muy característico y especial, ¿no es así?
La tímbrica de la viola de gamba es muy rica y diferente. Cada una tiene un color. Estamos hablando de una familia de instrumentos que va desde el quintón, que podría sonar como un violín, hasta el violón, que es como un contrabajo. Una viola de gamba italiana del siglo XVI o XVII, por ejemplo, no tiene nada que ver con una viola de gamba de la corte del Rey Sol. Son casi completamente opuestas.
«Si tengo que definir el disco diría que suena a mí»
¿Cómo surgió la idea de A piacere y por qué esa variedad de repertorio? El disco tiene un resultado global que no suena a música antigua…
Este es un programa que llevo tocando desde hace ocho años en recitales por todo el mundo. He ido poniendo y quitando piezas. He dejado alguna en algún cajón y después la he recuperado. Se ha ido creando poco a poco.
Por otro lado, siempre he intentado no clasificar la música con etiquetas y por eso nunca pienso si esto es música antigua o si tiene que sonar a música antigua. Tampoco en si esto otro tiene que sonar a Bach o en escuchar la versión tal e intentar copiarla porque es la que mejor suena.
Si el disco suena más a Fahmi Alqhai que a música antigua o más a música antigua que a Fahmi Alqhai, no lo sé. Creo que lo primero. La intención del disco era en parte esa, aunque no quiero decir que le haya pegado una patada a la música antigua, pero sí que es verdad que es un trabajo tan personal, de tantas horas de estudio, de creación, de interpretación y de reinterpretación, que si lo tengo que definir diría que suena a mí. Cuando lo pongo muchas veces hasta me aburro a mí mismo porque es viola, viola, viola todo el tiempo y te reconoces en todo.
Arcángel colabora en el disco cantando un tema muy especial, una nana dedicada a su hija titulada El canto de los pájaros, ¿cómo surgió esa colaboración?
Llevo trabajando con Arcángel desde hace tres años en una serie de conciertos. Me parece un artista de primera y una persona que me ha enseñado mucho. Desde siempre me ha encantado el flamenco y trabajar con él ha sido un lujo y un gran placer. Cuando estaba preparando este dico le llamé y le dije que tenía algo que todavía no acababa de definir, un poema del poeta Manuel García, y él me dijo que haría lo que fuera conmigo. La colaboración viene de una relación artística y de amistad que viene desde hace tiempo y pensé que para esa pieza él era ideal.
¿Qué tienen en común la música antigua y el flamenco?
Ambos parten de unos esquemas básicos que toda la gente conoce y canturrea, y que luego el intérprete ornamenta, reinventa, compone, parafrasea… Además es verdad que la música antigua, cómo se interpreta hoy en día, y el flamenco van cogidos de la mano por la intención de respetar un patrón original y trabajar sobre él.
Tampoco hay que olvidarse de que el flamenco viene de la tradición folclórica y popular de la España del siglo XVI, XVII y XVIII y entonces tenemos ya una mezcla fantástica.
¿Con qué tipos de viola de gamba ha grabado A piacere?
Cada repertorio necesita un color, una tesitura, un toque, un agarre… Yo tengo mucha suerte de tener tres instrumentos maravillosos, magníficos, de los mejores luthiers del mundo. Cada instrumento te da un color: siete cuerdas te dan un sonido mucho más ronco y más grave, la viola más italiana es más trompetera, por ejemplo. Luego tengo un instrumento en medio que funciona un poco como “a la inglesa” y hace de mezcla entre lo italiano y lo francés.
«En España debería darse la importancia que se merece al repertorio de música antigua»
¿Hay todavía una barrera importante a la hora de programar repertorio antiguo?
Creo que sí. En España debería darse la importancia que se merece a este repertorio. Los gestores culturales no acaban de darle el prestigio a esta expresión artística y es muy triste que la mayoría de las grabaciones que se hacen de los grandes compositores españoles de la época sean inglesas, alemanas o francesas.
El problema de la exportación de esta música al extranjero parte del desconocimiento. Tenemos una ristra de compositores que no se conocen porque nadie se atreve a sacarlos. En cambio, un compositor menor en la Italia de los Borgia se conoce en todo el mundo porque los musicólogos de hoy le han dedicado tiempo. También a los alemanes que componían en el siglo XVII. Es un problema de política cultural. Hay un tipo de complejo que no se acaba de superar y creo que es momento de que se supere.
Nosotros como artistas hemos tenido el problema de vender ese repertorio español. Te tiras dos o tres meses preparando un programa y cuando te vas fuera lo único que te piden son jácaras, canarios, chaconas, mucha percusión y mucha guitarra barroca. Parece que la música seria solo es la de Alemania, Inglaterra y Francia y que en España sólo hay temas de fiesta.
En las notas del disco cita a Jordi Savall, al que llama el padre de la viola de gamba moderna. Ha trabajado con él durante años, ¿qué supone para usted?
Jordi Savall ha sido para mí muchas cosas. Al principio de mi carrera fue mi referente. Creo que es la persona que ha hecho que la viola de gamba exista. Es un genio por haber recuperado un instrumento tan maravilloso y por la manera en que lo ha hecho, con ese halo de profundidad y de arte. Él ha dibujado un escenario y ha preparado un nicho. Hizo que de repente la viola de gamba, que era un instrumento que no conocía nadie, se empezara a programar en los mejores teatros del mundo.
¿Cuál es el testigo que recoge de Savall? ¿Qué reto se les presenta a las nuevas generaciones?
Estuve 10 años trabajando con Jordi. Para mí fue una experiencia maravillosa, pero creo que hay algo que no acaba de entenderse dentro de la música antigua y es que el músico tiene que ser un artista, no puede ser “una persona que trabaja para” o “trabaja por”. Tiene que ser un creador, un innovador. Por eso decidí distanciarme de todo lo que era Jordi Savall. Muchos me tacharon de loco, me dijeron que me iba a arruinar y no lo entendían porque en realidad la gente se mata por tocar con él. Yo soy de otra manera, siempre he peleado con el mismo Jordi sobre la forma de tocar y él me ha dicho también “esa manera tuya de tocar no puede ser”. La antigua escuela me ha metido pullazos y me ha criticado.
«Cualquier persona que no suene a Jordi Savall resulta que no es violagambista»
Quizás usted es menos historicista…
No es una cuestión de historicismo porque, al final, ¿qué es historicismo? Para mí es cuando alguien coge un disco de Jordi Savall e intenta tocar tal y como lo hace él. Es lo que han hecho los historicistas, hablando rápido, y ahora cualquier persona que no suene a una grabación de Jordi Savall resulta que no es violagambista. Es un tío que se sale del camino marcado.
Pero para mí Jordi ha sido una influencia magnífica, maravillosa, que forma mis cimientos. Lo que pasa es que al final tienes que romper también con eso y tirar para arriba. Tus raíces no pueden atarte al sitio donde estás. Si el artista no vuela, no arranca o no produce, la música antigua desaparecería. Es lo que siempre intento pelear con la viola de gamba. Es un instrumento que no podemos dejar que vuelva a morir. Tenemos que dar un paso más allá. Los violonchelistas más famosos, por ejemplo, son los que han dado un paso más allá. Para mí ese es el camino. Antes del instrumento está el artista, la persona que hace música. La gente no busca un discurso historicista, busca que un músico la haga llorar, reír, que le mueva y que le toque directamente el corazón. Eso es para mí el arte.
Ser músico es mucho más que interpretar…
El músico, el artista, vive la vida en el extremo siempre, y por eso hay tanto artista que está loco. El artista siempre va más allá. En la sensibilidad, por lo menos. Siempre lo digo: si un artista no va con el corazón por delante no es un artista. Puede ser un musicólogo, pero un artista tiene que ir con el corazón en la boca.
¿En música antigua tiene algo que envidiar España a otros países de Europa?
A nivel artístico no. España es una tierra de mucho arte, de mucha piel, de muchas ganas. El problema es de gestión cultural, que no acaba de levantar a nuestros artistas. Toda la gente que salimos fuera hacemos el mismo esfuerzo que los artistas que vienen a tocar a España pero multiplicado por diez. Muchas veces no merece la pena. Espero que la situación cambie.
¿Para cuándo un disco con repertorio compuesto 100% por Alqhai?
No sé cómo el mercado puede digerir un proyecto así. Me encantaría hacerlo, pero es algo bastante peliagudo porque el artista de clásico normalmente trabaja con repertorio que ya está creado. Hacerlo desde cero es algo muy difícil porque nunca acabas de ponerlo en concierto.
En mi caso, todo lo que he grabado ha supuesto muchas horas de concierto previas. De esas horas ha nacido el disco y no al revés. Eso pasa con el 90% de la producción musical. En los conciertos siempre meto alguna cosa mía, aunque con un poco de pudor. Si vendiera un concierto entero de obras mías, iba a tener mucho reparo por parte del mercado y de los agentes, pero estoy convencido de que en algún momento lo haré. A lo mejor dentro de diez años, pero llegará.
[1]A piacere
Fahmi Alqhai, viola de gamba
Glossa. 1 CD – DDD – 54’11′
Arcángel, voz
Pablo M. Caminero, violón y contrabajo
Pedro Estevan, percusión
Agustín Diassera, percusión
Juan Carlos Rivera, tiorba
Rami Alqhai, viola de gamba y violotto
Johanna Rose, viola de gamba
Ignacio del Valle, viola de gamba