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Judith Jáuregui: «Siento que todo empieza a encajar»

Tiene 29 años y es del norte. Sabe bien luchar contra el aire que curte la piel y la lluvia que cala los huesos. Aún así es tremendamente delicada al hablar y al moverse. Se desnuda cuando habla casi tanto como cuando toca. Sonríe ahora también en las distancias cortas, pero de otra forma. Ha madurado rápido. A los 11 años dio su primer concierto en público y con solo 25 llenó portadas poniéndole vaqueros a la música clásica gracias a un Premio de la Música Independiente por un CD dedicado a Schumann.

Desde entonces su carrera ha ido muy deprisa. Ha debutado en países como Estados Unidos, China y Dinamarca, y ha creado su propio sello, Berli Music. Con él vio la luz Para Alicia, un álbum de música española con el que ha tomado cuerpo como pianista y como mujer. Ahora saca a la luz su proyecto más personal, Aura, un disco impresionista que más que definirla como artista lo hace como persona. En él se encuentran Franz Liszt, Claude Debussy y Frederic Mompou. Tres generaciones de compositores de tres nacionalidades distintas que arman un círculo de complicidad dibujado por Jáuregui con especial mimo y cuidado.

«No se puede fingir con Mompou. Tal y como se da, se recibe»

“Liszt fue quien presagió el impresionismo en su última etapa y por eso quise empezar por las Consolaciones. Ha sido un compositor bastante maltratado porque siempre se ha visto su vertiente más virtuosa (y también más superficial), en la que parece que sólo buscaba ‘rápido y fuerte’. El verdadero y puro Liszt está aquí. Él buscaba mucho la luz, la espiritualidad y el encuentro consigo mismo”, relata la pianista.

A pesar de ello, todo empezó con Mompou, un compositor hacia el que confiesa sentir un amor incondicional: “Impacta mucho la sencillez de su música. Va directa. No se puede fingir con él y tal y como se da se recibe. Me gusta mucho una frase suya que dice: “La emoción tiene que ser secreta y vivida en soledad”. Creo que esa es la emoción más verdadera y este disco es eso, un secreto compartido, una confesión”.

Desde el presagio, Jáuregui se va al esplendor, al auge del impresionismo francés que tiene lugar con Debussy, del que ha escogido las Estampas y La Isla Alegre. “El disco necesitaba un punto más extrovertido y en estas obras se encuentra probablemente el Debussy más virtuoso para piano. Me gustaba mucho ese contraste con Mompou. Creo que deja el ambiente espiritual perfecto para volver a él y así todo se une. Todo tiene sentido”, añade.

«Aura es para escuchar al atardecer o al amanecer; la concentración llega sola»

Aura se convierte poco a poco en un recorrido, en un viaje real en el que al principio y al final nos encontramos con una sencillez máxima que “te desarma” porque es “de un lirismo maravilloso”. En el transcurso, como en todo viaje, “se han dado muchas cosas: muchos colores, muchas texturas, muchos perfumes…”.

Grabado en la famosa Sala Beethoven de Hannover, en Alemania, con un gran piano de la marca Steingraeber & Söhne y bajo la producción de Christopher Alder, Aura es un álbum para desgranar en solitario, para prestarle atención, para reflexionar y deleitarse. “Es para escucharlo al atardecer o al amanecer; por otro lado, la concentración llega sola con esta música porque te invade, te traslada a otro estrato, a otro universo. Tiene ese poder de atracción”.

Reflexiva, entre notas y apuntes sobre su nuevo proyecto, Jáuregui echa la vista atrás: “Desde ese primer disco de Schumann han pasado muchas cosas. Ahora mismo siento que todo está empezando a encajar. Me siento muy bien. Sé que todavía no he cumplido los 30 y que estoy muy al principio. Además sé que tengo que aprovechar cada instante para aprender porque todavía estoy en ese momento esponja y quiero permanecer así. Pero, de alguna manera, me siento bien. Estoy disfrutando de los conciertos, puedo aprender con más serenidad que hace unos años, y sé cómo funciona más la carrera. Eso ayuda a relativizar y a centrarme en lo importante, la música”.

«La música, contada con naturalidad, engancha»

Hablando con ese poso y esa tranquilidad aplastante, quizás sorprenda que sea ella una de las abanderadas de un grupo de jóvenes intérpretes españoles que triunfan en estos momentos y que están consiguiendo mover al público, llenar auditorios y llevar la música clásica más lejos. Una prueba más de que frescura y reflexión pueden ir de la mano. Jáuregui no lo oculta. No se oculta. Ella simplemente intenta apasionar a su alrededor: “Creo que la música, contada con naturalidad, engancha. Además hay hueco para contarla desde una perspectiva joven y directa, a pesar de que a veces el sector más conservador de nuestro mundo piense que pueda pervertirse. Sin embargo, la música sigue siendo igual de pura”.

Entre conciertos, estudio, promoción, más estudio… Jáuregui vive, como los atletas, días duros de trabajo muy estructurados. “Es la vida del músico”, apunta. “Necesitamos tantas horas de estudio como un deportista de élite de entrenamiento”. Entre medias, largos paseos, ejercicio, pilates… Así se madura la música.

Más nocturna. Más de otoño. Más de invierno. Muy de sus amigos, de interminables conversaciones frente a una copa de vino. Alegre, serena, poco a poco Jáuregui se aleja por el centro de Madrid envuelta en melodías de colores y en hojas que acompañan su paseo. Hasta el próximo concierto.

disco [1]

 

 

Aura
Judith Jáuregui
Berli Music / Fundac. BBVA
Duración: 69’29’
Precio: 14,95 euros (orientativo)