Ha arrasado con todo. Ha sido la película más taquillera del año en Francia (más de 12 millones de espectadores), Alemania (más de 3,3 millones de espectadores), Suiza (más de 440.000 espectadores) y Austria, escalando hasta el séptimo puesto en la lista de películas francesas más vistas de la historia del país galo. La comedia de Philippe de Chauveron se ha puesto por delante de títulos con ambición de reventar taquillas estrenados este año, como El lobo de Wall Street [1], Transformers: La era de la extinción y Guardianes de la galaxia.
El público se ha rendido ante una película que aborda con sentido del humor esa xenofobia que no ocupa las portadas de los periódicos, la que se da en la intimidad del hogar, dejando al descubierto que quizá no somos tan liberales como creemos.
Élodie Fontan, que da vida a Laure, hija menor del clan de los Verneuil, hacia la que apuntan todas las miradas, ve en el argumento un reflejo de su país. «En Francia somos campeones del matrimonio mixto, así que creo que somos abiertos hacia los demás, pero por supuesto sigue habiendo prejuicios, y muchas veces hay dificultades para abrirse al que no se conoce», comenta. La actriz añade que todos los prejuicios mostrados en la cinta existen en la realidad, solo que, en pos de la comedia, han sido abordados «con sutileza y humor».
«No todas las películas que tratan los tópicos funcionan»
Según la tónica general de estos tiempos, si una comedia refleja un choque entre culturas parece que los tópicos son una parada obligatoria, especialmente para burlarse de ellos. Después de ejemplos tan exitosos como Bienvenidos al norte y Ocho apellidos vascos, la fórmula parece asentada. Philippe de Chauveron, director de la cinta que nos ocupa, es más cauto al respecto. «No todas las películas que tratan los tópicos funcionan», advierte. El realizador se inclina a pensar en las carcajadas generadas como clave del éxito del filme, a lo que añade un matiz idiosincrásico. «Los franceses somos muy burlones, nos gusta mucho reírnos de los demás, pero también de nosotros mismos, y todos los hijos de inmigrantes son franceses ahora y perpetúan nuestras tradiciones porque se ríen de ellos mismos y de los demás».
Al hilo de los tópicos, Fontan cree que un factor clave es que «la gente se ha reconocido en los personajes de la película». La intérprete recuerda cómo durante la promoción del filme no fueron pocos los que se acercaron a sus responsables muy contentos de verse reflejados, lo que posiblemente les motivó a ver la película y reírse de sí mismos. «Al público le gusta reírse de las cosas prohibidas», añade De Chauveron pisando el terreno de los chistes sobre otras culturas y corroborándolo con una anécdota. «Hice una reunión con los cuatro yernos, que no se conocían, y una hora después estaban lanzándose pullas mucho peores que las de la película».
«La relación entre un padre y sus hijas es más dura»
Cuatro hijas conforman la prole de Claude y Marie Verneuil. Ningún varón a la vista. Este detalle, que en un primer vistazo puede parecer apuntar a una reflexión sobre el enjuiciamiento de las mujeres a la hora de elegir pareja, no se encamina a reflexiones de género. «Creo que si la familia Verneuil hubiera tenido cuatro hijos que se hubieran casado con mujeres de culturas distintas, la situación hubiera sido la misma», apunta Fontan. A la hora de escribir el guion, De Chauveron vio rápidamente un filón. «La relación entre un padre y sus hijas es más dura». Además, el director reconoce que «quería trabajar con los chicos que interpretan a los yernos».
Quienes acudan a la llamada de la comedia francesa descubrirán un cruce entre Adivina quién viene esta noche y Los padres de él, una suma de choques culturales, la incomodidad de tratar con los suegros y la confrontación entre padres que no aprueban a su familia política, aunque De Chauveron no cita referentes concretos a la hora de construir su historia. «He visto todas las películas que hablan de matrimonios mixtos, pero no las he querido volver a ver antes de empezar a escribir para que no me influyeran».
«La película ha hecho mucho bien»
La película ha puesto su grano de arena para convertir 2014 en uno de los mejores años para el cine francés, remontando los desastrosos datos del año anterior. Al asunto ha ayudado la bajada del IVA cinematográfico del 7% al 5% por parte del Gobierno francés, hecho que contrasta con la subida del 8% al 21% en nuestro país, un error en palabras de De Chauveron, que aplica una lógica aplastante. «Es contraproducente porque hay menos espectadores, por lo que se recauda menos dinero». Firme defensor del cine y la cultura como constructores de la identidad de un país, el director fija su mirada al otro lado del charco. «Los americanos lo entendieron hace mucho tiempo, antes que nadie, porque gracias al cine han vendido toda su cultura».
El resultado es una película muy querida por los espectadores y con una secuela en lontananza. Fontan apunta a la necesidad de reír y relajarse que tiene el público en un contexto de crisis. «Creo que esta película ha tenido tanto éxito porque ha llegado en un momento en que la gente necesitaba verla, le ha hecho mucho bien». Pero ¿cómo se hace reír? «Lo que he descubierto es que no hay claves ni recetas», reconoce De Chauveron. «Cada película es una aventura distinta, una alquimia que se crea. He hecho películas que han funcionado y que no han funcionado, y sigo sin saber ni cómo ni por qué. Al final es el público el que decide, no nosotros».