Como apunta la cineasta a lo largo de esta entrevista, la película relata el trauma de las mujeres víctimas de crímenes de guerra y la importancia de los procesos de curación. Sus protagonistas provienen de la antigua Yugoslavia, pero éste podría ser el relato de las mujeres de cualquier guerra, por lo tanto es un tema universal, porque, se pregunta: «Si hubieras sobrevivido a una guerra y el pasado te siguiera pesando, ¿qué harías para recuperar la alegría de vivir?».
Veinticinco años después de la guerra que asoló la región, muchas mujeres supervivientes no han sanado. El sistema judicial es lento y el apoyo gubernamental se traduce en tranquilizantes y silencio. Muchas familias siguen viviendo al lado o muy cerca de los mismos hombres que las violaron y torturaron y, cercadas por el trauma, permanecen atadas al pasado e incapaces de avanzar.
El documental se centra, entre otras víctimas, en Katica, Ana y Marija, participantes en el programa pionero Bigger Than Trauma, que apoya e invita a mujeres serbias y croatas a afrontar juntas una terapia personal, profunda y reformadora. Las imágenes desvelan como el descubrimiento sobre qué podrían ser ellas sin el trauma con el que se identificaban está cambiando sus vidas y sus relaciones.
– ¿Pero no es ésta su primera película con una carga profundamente social?
Efectivamente, no lo es. The factory is Ours! fue mi primer documental, que tuve la fortuna de que fuera premiado en 2017 y que se centraba en un grupo de trabajadores que, tras la estafa de la privatización de la propiedad estatal y la guerra de Croacia de los años 90, se dan cuenta de que los dueños de la fábrica están destruyendo premeditadamente la producción. Al ser conscientes de ello tomaron la fábrica físicamente y tras varias acciones, como huelgas de hambre y lucha (legal y física), demandaron a los dueños en un juicio. Los trabajadores acabaron comprando la fábrica e introdujeron el concepto de accionistas-obreros, el primero de este tipo en Croacia.
– En relación con Bigger Than Trauma, ¿cómo surge la idea de realizar el documental?
La guerra dejó unas enormes consecuencias sobre la sociedad aún muchos años después de terminar. Dado que yo tenía solo catorce años cuando empezó la lucha en Croacia, la mayor parte de mi vida he vivido y sigo viviendo sus consecuencias. Con esta película quería contribuir a nuestra sanación colectiva, de la que, debo reconocer, me preguntaba si era posible. ¿Es posible salir o superar el trauma transgeneracional no sabiendo todavía dónde están todos nuestros muertos; mientras sigue constante el discurso político relacionado con las consecuencias y los sufrimientos, mientras que todavía no están presos los agresores y violadores de nuestras mujeres en las zonas ocupadas? y mientras no haya programas psicológicos destinados a las víctimas, a pesar de que han pasado casi tres décadas de la conclusión del conflicto. Entonces, a través de Mirta Puhlovski, coautora y productora de la película, oí hablar del maravilloso programa de empoderamiento para las mujeres víctimas de violaciones y detenciones forzosas. Y constaté que, a pesar de que el trauma no había sido abordado durante tanto tiempo, el programa ¡funciona!
Mirta y yo no queríamos hacer otra película más sobre los testimonios de guerra que dejase al espectador con un nudo en el estómago y la desilusión en la raza humana. Queríamos hacer una película que inspirase esperanza. Que, desde el trauma, por más horrible que fuera, y no puedo pensar en uno peor que el que tienen nuestras protagonistas, se puede salir. Que con asistencia profesional y un programa de empoderamiento de calidad se puede potenciar nuestra parte más sana, que entonces se hace Más grande que el trauma.
– ¿Se ha silenciado premeditadamente el dolor de las mujeres violadas y torturadas durante la Guerra de los Balcanes?
Las asociaciones que tratan estos crímenes de guerra están de acuerdo con esa afirmación. Aseguran que se trata de un crimen de guerra silenciado. La política lo barre bajo la alfombra por varias razones. Una es la despreocupación. No les preocupa la cuestión porque un par de miles de mujeres violadas son una minoría, no son un gran número de votantes y por su situación -que, desgraciadamente, es vergonzosa para las víctimas mismas porque a menudo se sienten responsables- no van a provocar grandes problemas, huelgas o protestas. Otra razón es la profunda vergüenza que debe sentir cada político que no ha hecho nada por ellas, por curar sus traumas, pues son conscientes de que no lograron protegerlas en la guerra, ni después… ¡Por eso es mejor ni hablar de eso! También hay algo con la violación en sí, es un acto con el que cualquiera tiene dificultad en enfrentarse. Es más fácil hablar en la sociedad si uno tiene cáncer o fue golpeado por una persona violenta, pero raras veces uno hablará de haber sido violado y de tener consecuencias físicas y psicológicas que le impiden funcionar normalmente, simplemente eso es demasiado difícil tanto para la víctima como para su entorno.
– ¿Cuántas mujeres fueron víctima de esas violaciones?
No hay datos precisos en Croacia, ni los habrá en lo que está ocurriendo en Ucrania. En Croacia se estima que hay varios miles de mujeres ultrajadas, pero solo 180 denunciaron haber sido violadas. No solo porque las víctimas de violación se encuentran estigmatizadas por la sociedad, sino porque en todas ellas existe cierta vergüenza, como si ellas mismas tuvieran la culpa de lo que les pasó. Si tienen coraje y denuncian a su violador a las autoridades el proceso judicial es lento, siempre faltan pruebas -¿quién toma notas sobre las violaciones y comparte filmaciones en situación de guerra?- por lo que es difícil de demostrar y no se produce la condena, mientras que la víctima se retraumatiza al testificar y ser atacada por la defensa del acusado. También, como se puede ver en nuestra película, cada una de esas mujeres, tanto en la guerra como en la paz, protege a alguien con su silencio. ¿Cómo decirle a su marido o a su madre que en los horrores de la batalla fue violada y abusada múltiples veces? Una protege a sus seres queridos de una carga tan horrible. Yo misma en esas circunstancias me pensaría si denunciar al violador. Por eso, hasta que las cosas no cambien a favor de las víctimas, nunca habrá cifras exactas. No las hay, por razones similares, en tiempos de paz y con mayores motivos en guerra.
– ¿Fueron castigados los agresores?
La mayoría no. Una pequeña parte fue enjuiciada, pero como he mencionado es clave la falta de pruebas y el papel del abogado de la defensa que busca defectos o debilidades en el carácter de la víctima para rebajar su credibilidad. A todo eso, la víctima está en la sala, a medio metro de su violador. Un horror; un infierno.
– Háblenos del programa Bigger Than Trauma, ¿cuáles son sus objetivos?
El programa fue concebido por cinco terapeutas y profesionales especializados en este tipo de traumas con el objetivo de mejorar la calidad de vida de las víctimas. Incluye métodos como la programación neurolingüística, tratamientos psicológicos, osteopatía y Feldenkrais. La especificidad del programa radica en el hecho de que es integrador –trabaja en la mente, las emociones y en el cuerpo– porque el trauma no curado permanece en el cuerpo y puede provocar enfermedades físicas graves. Asimismo, el programa está enfocado en la solución y no en la causa. Tras dos años de trabajo las pacientes de nuevo sienten relación con todos los aspectos de sí mismas y adquieren nuevas técnicas y conocimientos que les ayudan a liberarse de estados que son consecuencia directa del trauma. Nuestras protagonistas se redescubrieron a sí mismas, aprendieron a quererse y encontraron la alegría en la vida. La financiación inicial del programa provino de la ONU, consciente de que la medicina clásica y los fármacos no obtenían resultados.
– ¿Está asegurada la supervivencia del programa?
Desgraciadamente, la asociación que implementó el programa y los terapeutas implicados no lograron el apoyo de los líderes políticos locales para asegurar una financiación, así que por ahora se encuentra suspendido. Tan solo lo llevaron a cabo veinte mujeres, ¡pero con resultados excelentes! Veinte de nuestras madres, abuelas, hermanas, amigas y vecinas se han salvado.
Pero hay que considerar que toda la historia alrededor del programa y nuestra película desprenden una energía muy positiva, así que espero que este parón sea solo temporal. Acciones y programas como éste tendrían que empezar a implementarse ya en Ucrania, África -donde hay muchos casos de violación en las guerras- y también en cualquier otra parte del mundo. La violación no ocurre solo en la guerra y por eso un programa tan fuerte y empoderador podría ser un elemento bisagra para todas las mujeres del mundo que pasaron por esa experiencia. Esa también es la razón por la cual es importante que la película llegue al mayor número de personas posible. ¿Acaso la humanidad no se encuentra en un momento traumático? ¿Acaso todos nosotros no necesitamos sanar? Si nuestras protagonistas pueden experimentar una clara mejoría después de haber pasado por lo peor (porque, además de la violación, también experimentaron esclavización, el asesinato de sus seres queridos y el miedo por la supervivencia de sus familiares y todo ello de la mano de sus antiguos compañeros de pupitre), imagínense cómo todos nosotros podemos sanar nuestros traumas personales y cotidianos. Esta película realmente inspira esperanza, un comentario que nos viene directamente desde el público.
– Su documental ha sido muy bien acogido allí donde se ha proyectado…
En España tuvimos tres proyecciones, dos en Madrid y una en Barcelona. La recepción del público fue maravillosa. Nos dijeron haber vivido una catarsis, porque “realmente estuvieron ahí” con nuestras protagonistas. Porque, como he comentado, se trata de una historia universal sobre la curación de las heridas que puede reconocer cualquiera, independientemente de si pasó por una guerra o no. El trauma y la fuerza de enfrentarse a esa situación y el proceso de la sanación. ¿Puede haber algo más humano, más tierno, más bonito que redescubrirse a uno mismo y recuperar el poder que pensabas haber perdido para siempre? Por todo eso los espectadores se identifican con nuestras protagonistas. La película fue estrenada en el Festival de Cine Documental Zagreb Dox donde recibió aplausos con el público puesto en pie, igual que en Sarajevo. Tuvo el estreno internacional en el Hot Docs de Canadá, y hasta ahora hemos ganado once premios en festivales nacionales e internacionales, entre los que tres de ellos los otorgó el público. Por todo ello nos sentimos muy agradecidas.
– ¿Qué mensaje le gustaría que quedase en el espectador tras la visión del documental?
Esencialmente que en todos nosotros hay una parte sana que es más grande que el trauma. Al tiempo un mensaje que habla de la responsabilidad de todos nosotros por y con nosotros mismos y de nuestras propias herramientas, de las que a menudo nos olvidamos.
– ¿Cuál es la situación actual en relación con la convivencia? ¿Ha quedado atrás definitivamente el conflicto?
Mi abuela vivió tres guerras, dos mundiales y la de la independencia, mi madre vivió dos y yo ya viví una. ¿Cómo, personalmente, puedo responder de otra manera diferente al repudio si las tres últimas generaciones de mi familia han vivido la guerra cada dos por tres? Los problemas económicos y la propaganda difunden el odio entre los pueblos con rapidez y generalmente entran en conflicto las personas que conviven en una misma zona. Creo que la guerra es una aberración, la derrota de la civilización, el ocaso de la humanidad y que, excepto para los especuladores y los mercaderes de la muerte, nunca aporta nada bueno. Mientras la gente muere en ambos lados, los poderosos en sus despachos deciden sobre las vidas ajenas. Y luego, como siempre, se ponen de acuerdo, pero hasta llegar a un acuerdo ya está destruida la economía, la infraestructura y las almas humanas están destrozadas. Las consecuencias se sentirán durante décadas, y los traumas se sanarán con dificultad. Me pregunto por qué los que deciden las contiendas no se ponen de acuerdo en esos despachos. No quiero pasar nunca más por una guerra. Tampoco quiero que nadie pase por lo que pasamos nosotros y por el desastre que se está viviendo en Ucrania.