En los primeros años de la Revolución Cultural (1966 – 1978) Yimou abandonó sus estudios para trabajar durante casi una década como operario textil en una granja. Tras esta etapa, ya con 28 años, retomó su formación en la Academia de Cine de Pekín en la que se graduó en 1982 para desempeñar trabajos como fotógrafo y dibujante antes de cumplir su sueño de hacer cine. Esa aspiración comenzó a tomar forma dos años más tarde al ser contratado como operador de cámara por el director Chen Kaige, con el que colaboró en las películas Tierra Amarilla y The Big Parade.
En 1987, Sorgo rojo supuso su debut como realizador y su exitosa puesta en escena internacional. Protagonizaba aquella ópera prima –ganadora del Oso de Oro en Berlín en 1988– la que durante décadas fue su mujer y musa, la bella y enigmática Gong Li. Posteriormente Yimou firmaría, también con la participación de la actriz, títulos como La semilla del crisantemo; Qui ju, una mujer china; La linterna roja, ¡Vivir!, Gran Premio del Jurado de Cannes en 1994, o La joya de Shanghai.
Su forma de hacer cine cambiaría en 2002 al estrenar Héroe. Del tratamiento intimista y reflexivo cultivado hasta entonces, en el que primaba la figura de la mujer fuerte y decidida en un contexto cotidiano, pasó a realizar filmes en los que reinan espectaculares secuencias de acción y efectos especiales-visuales llenos de plasticidad. Ahí están para demostrarlo títulos como La casa de las dagas voladoras; Amor bajo el espino blanco; Sombra y esta no menos deslumbrante Cliff Walkers que ahora se estrena [1].
– ¿Por qué se decidió a contar esta historia?
Desde el primer momento me emocionó profundamente. Hay una frase del guion, cuando el matrimonio de agentes secretos se despide tras el aterrizaje, en la que él le dice: “Si sobrevives ve a buscar a nuestros hijos”. Esta frase te da una punzada en el corazón, te hace sentir que ese personaje tiene un desarrollo especial, además de como agente secreto y padre, como ser humano. Por todo esto creo que es una buena historia, así que comencé a trabajar sobre ella para convertirla en Cliff Walkers.
– ¿Cuál has sido el mayor reto a la hora de reconstruir los hechos acontecidos en 1930 en los que se centra su película?
El guion está ambientado en la ciudad de Harbin de los años 30, pero lo cierto es que, aunque el casco antiguo de Harbin se ha conservado más o menos, no es una ubicación en la que se pueda filmar. Por ello, el mayor reto fue reconstruir Harbin. Por otra parte, no es fácil montar un escenario en el noreste de China, por lo que grabamos en Datong, en la provincia de Shanxi, durante una época del año especialmente fría. Así que todo lo que vemos del noreste en realidad está filmado en Datong, donde hemos reconstruido media ciudad de Harbin. También estaba el reto de la ambientación en un lugar frío y cubierto de nieve. Necesitábamos un lugar seco, duro y helado para plasmar el espíritu combativo de los personajes, la fiereza de la historia; para plasmar, en un lugar tan duro y gélido, el ardor y radicalismo de la humanidad. Así que lo que cuenta la película es la lucha contra el frío; la supervivencia y las dificultades y sacrificios de las personas en este lugar duro y gélido.
– Tuvieron que detener la filmación por el confinamiento, ¿cómo lo solventaron?
Nos vimos obligados a parar y todo el equipo pasó a estar en cuarentena. El confinamiento duró algo más de dos meses. Muchos actores estaban en cuarentena en distintos lugares. Por suerte, en China se controló la crisis de la pandemia con rapidez y pudimos volver a la normalidad, volver a trabajar. Todos volvieron al lugar de la grabación, pero entonces ya había pasado el invierno. Afortunadamente, había caído una gran nevada en Datong, por lo que nos apresuramos a trabajar para aprovechar esa circunstancia. Casi toda la nieve que sale en la película es verdadera. Pueden verse los copos, la sensación de realismo, el vaho que sale de las bocas de los actores y el aspecto de la piel helada y enrojecida por el viento frío en sus caras: todo eso es verdadero. Pero, efectivamente, si tengo que hablar de la mayor dificultad, tengo que referirme al hecho de toparnos con el confinamiento.
– ¿Cuál considera que es el mensaje fundamental que transmite su filme?
En verdad creo que el mejor mensaje de esta película se encierra en su propia historia. Sigue el formato de los largometrajes de espionaje, pues tiene muchos giros, muchas partes inesperadas, un ritmo rápido. Dentro de este tipo de películas alcanza un nivel bastante alto, que es lo principal.
– ¿Y que destacaría de sus actores?
Su gran actuación. Logramos formar un grupo pequeño de unos doce personajes. Cada vez que un actor entraba en escena realizaba una buena interpretación. Mi función era hacerles llegar al máximo de sus habilidades a la hora de retratar a su personaje, ya sea por su funcionalidad o por la profundidad de su representación. Y cada uno de ellos debía dejar huella en el espectador. Es realmente difícil conseguir este nivel de confianza en un grupo. Además de que la actuación individual de los actores sea satisfactoria, digna de alabanza, también es complicado que controlen el ritmo y sus sentimientos. Esto es para todos los directores una parte importante de su trabajo.
– ¿Cómo consigue esa complicidad con ellos que se refleja en todas sus películas?
Como he comentado, se trata de un grupo muy bueno de actores. Son actores sénior, lo que llamamos veteranos de la actuación. Lo cierto es que una vez conocen por completo el guion y al personaje, por su experiencia tienen mucho espacio para darle vida. Lo más importante es garantizar la comunicación con los actores en el escenario, ya que en este tipo de películas de espionaje no puede haber diálogos innecesarios ni mucha palabrería. Cada palabra tiene que ser elocuente y tener fuerza, cada frase del guion debe ser formidable. Muchas entradas, frases de suspense y giros se limitan a una palabra o una frase de guion, y esta oculta pistas de cómo se va a desarrollar la trama. Así que el diálogo debe ser escaso y preciso, y tiene que haber comunicación frecuente con los actores. Ellos suelen dialogar y juntos desmenuzamos y exponemos los acontecimientos. Profundizamos también en este debate, ya que hay que ver los detalles de los acontecimientos desde el punto de vista del espectador para que, en una segunda vuelta, no encuentre ninguna grieta al reconstruir los movimientos de la trama. Esto es realmente difícil. Creo que en una película de espionaje no puede haber una sola grieta en la trama. Nuestra obligación es mantener la tensión para que el espectador se estruje el cerebro, siga los giros de la trama y no se imagine por donde va, que experimente lo inesperado dentro de la lógica de la película. En esto, y en que transmita frescura, está la clave. Creo que en este tipo de películas es difícil conseguir la seguridad de cumplir con estos requisitos, por eso no suelo hacer películas con estos estándares, por no decir que son difíciles de filmar. ¡Te obligan a estrujarte el cerebro una y otra vez!
– Y la nieve como elemento esencial, no sólo estético…
Así es. En el mundo se han realizado muchas películas con nieve. En Europa y en el norte de Europa se han grabado muchos ambientes helados y suelos nevados. En realidad, lo que hemos hecho en esta película es hacer de la belleza de la nieve la base del tema fotográfico. De principio a fin no para de nevar. Siempre hay nieve. Esa sensación de copos de nieve revoloteando, como una cortina sin límites que cae y cae, es muy apropiado y sirve para modificar el sentimiento que transmite ese ambiente duro y gélido, permitiéndonos captar la humanidad de la historia. Por eso no deja de nevar. Tuvimos que ir a un lugar realmente frío, a Harbin, en el noroeste de China, y desde allí a Heilongjiang, el lugar más frío de aquella zona, una comarca casi permanentemente nevada. Ese es el lugar de toda China donde cae más cantidad de nieve. Así que allí estábamos, y nos daba la sensación de que nevaba cada dos por tres. Sin embargo, la nieve natural no te garantiza la grabación, ya que no puedes asegurarte de que nieve cuando lo necesitas, por lo que, en realidad, usamos también nieve artificial. Hay muchas técnicas nuevas para hacer nieve artificial y hemos utilizado nieve artificial que fuera respetuosa con el medio ambiente, así que todos los copos de nieve se disolvían de una forma ecológica a los pocos días de lanzarlos. Por tanto, hemos tenido que controlar su intensidad y la intensidad del viento para que actuara junto a la nieve natural. Es por ello por lo que la nieve que vemos caer sobre la cabeza, cuerpo, hombros, etc. de los actores, la nieve que no se ha quitado, es nieve de verdad. Si usamos nieve artificial sobre los actores se nota que es artificial. Así que cada tipo de nieve tiene su uso y tenemos que controlar estos detalles en cada plano y en cada segundo.
– Aunque es su primer thriller, Cliff Walkers lleva la impronta de su forma de concebir el arte cinematográfico. En este sentido, ¿cuáles son los elementos comunes y cuáles los diferenciales que destacaría?
Digamos que mis películas tienen en común el sello de mi estilo personal, en el que destacan los efectos visuales y un ritmo que no es lento ni agobiante. En realidad, mis películas no tienen ritmos agobiantes, pero tampoco lo contrario, porque incluso las que son más lentas no lo son demasiado. Así que mi estilo personal es bastante distintivo. Con respecto a las diferencias, en primer lugar, está la categoría de la película, ya que este es un filme comercial. Dentro de esto, si obviamos la diferencia de que se trata de una película comercial, podríamos hablar de la diferencia en cuanto a personajes. Para escribir sobre estos personajes tiene que quedar muy clara la posición de todos ellos en el grupo y como grupo. Son personajes muy completos y esto supone mucho trabajo con los actores.
– Desde su larga experiencia como director, ¿cómo observa el panorama cinematográfico actual?
Siempre he dicho que, con respecto a mis películas, me pasaré la vida hasta la vejez filmando y aprendiendo. Aunque llevo ya varias décadas haciendo películas, considero que cada una ha sido una oportunidad de aprendizaje. Sin importar que fueran películas artísticas, comerciales o thrillers de espionaje siempre estoy dispuesto a probar nuevas temáticas. Al filmar una película de una temática diferente uno tiene la sensación de estar haciendo algo nuevo, de estar aprendiendo. Hoy en día los espectadores son muy jóvenes, pasan mucho tiempo en internet y han visto de todo. Hacer buenas películas es muy difícil, pero rodar una película no es necesariamente difícil, ya que hoy en día hay muchos videos cortos, como los de Tik Tok, y todo tipo de modas de vídeos en las redes sociales y grupos de chat. Estamos en la era de los influencers, de modo que todo el mundo es ya en realidad un director, todos pueden grabar películas, producirlas, verlas. El listón está muy bajo, pero al mismo tiempo que el nivel de esas películas es bajo o muy bajo, las buenas historias y películas cada vez son más difíciles de hacer. Por eso hoy en día, para que cualquier director pueda dominar a los demás primero debe dominarse a sí mismo, y esto es un aprendizaje constante, la eterna lucha por el progreso y la mejora de nivel.
[Gracias a la intermediación de Youplanet y Caramel Films publicamos esta entrevista realizada al cineasta con motivo de la presentación de Cliff Walkers]