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“España tiene un mercado artístico raquítico”

 

Siguiendo el discurso de su último libro, ¿cabe pensar que el arte español es una invención [1]?

No en el sentido físico, sino lo que se escribe sobre el arte español. Lo que le otorga una identidad como relato claro que es una invención. Es como una novela que vamos creando tanto individual como colectivamente en la que decimos cómo somos, qué características tenemos y qué arte hacemos. Ese relato se va transformando con el tiempo tanto por lo que pasa en España, que a lo largo de la historia no han sido precisamente pocas cosas, como con lo que pasa en el mundo. Empezamos a ver las cosas de otra manera distinta y eso supone una reestructuración de ese relato.

Habría que empezar por considerar que el reconocimiento del arte español es muy tardío. Se produce a partir del siglo XIX. Prácticamente el único artista español que era conocido y apreciado antes del XIX era Murillo. Eso estaba relacionado con el hecho de que era sevillano y Sevilla era un puerto atlántico y contaba con una colonia importante de extranjeros, fundamentalmente británicos y holandeses. Eso hacía que los pintores que vivían en ese entorno, y sobre todo Murillo, fueran conocidos en Europa. Sin embargo, Velázquez era muy poco o nada conocido porque su obra estaba primero en el Alcázar y luego en el Palacio Real, que eran sitios inaccesibles para el público. Además, nuestro Siglo de Oro coincide con la etapa en la que va creciendo la antipatía por todo lo español a nivel internacional.

¿Cuándo comienza a variar ese desconocimiento?

El conocimiento de nuestros artistas no llegará hasta la Guerra de la Independencia, cuando están estabulados en España durante varios años ejércitos británicos y franceses. Ahí es cuando se empieza a descubrir a España y a los españoles de verdad, no a través de leyendas negras. En ese descubrimiento es clave todo lo que se relaciona con el arte. Tras la Guerra de la Independencia se produce lo que conocemos como la moda romántica en España y a partir de eso todo lo español, que hasta entonces era execrado, se pone como ejemplo.

¿Qué es lo que fascina de España a partir de entonces?

España estaba en la antítesis de lo que había ocurrido con los países de la Europa occidental, que habían tenido una revolución industrial y se habían, por decirlo así, homogeneizado. De pronto se encuentran con un país que conservaba muchos elementos que los demás habían perdido, como una identidad folclórica, unas costumbres… y un país muy extraño pues había pasado siete siglos de dominación islámica. El romanticismo había puesto muy de moda el Próximo Oriente, el norte de África y eso España lo tenía en su propio territorio. España tenía un patrimonio artístico musulmán que en muy pocos sitios, incluidos los islámicos, podía contemplarse.

Esa variedad, ese exotismo y, por supuesto, la calidad de su pintura y de sus artistas empezó a producir una fascinación desde fuera y, de rebote, a los propios españoles, que aprenden a valorar lo propio, pues ya se sabe que nadie es héroe en su casa, ni siquiera los más insignes. Ese admirarse y valorar lo propio a partir de cómo nos ven fuera se inicia hacia 1830 y creo que no ha cesado todavía. Es curioso como hoy, por ejemplo, Almodóvar es el cineasta español más valorado y lo es, desde mi punto de vista, porque es el más folclórico y los de fuera ven en él a Romero de Torres, ven la España profunda. Aquel eslogan de “España es diferente” tiene su lógica y a medida que nos vamos pareciendo a los otros perdemos identidad y peso.

«El caudal artístico es realmente inagotable»

¿El arte va siempre al aire de la sociedad o, en España, arte y sociedad han transitado por caminos distintos?

Eso no es posible. Siempre han ido de la mano.

Pero el mercado manda mucho, ¿no es así?

Es verdad que cuando el mercado es el que manda, el mercado es el público y a veces el público no reconoce la valía de un artista aunque la tenga. Hay que considerar que nos llega una mínima parte de lo que se está produciendo. La exhibición pública es un cuello de botella en el que entran unos pocos y si no entras ahí como artista puedes hacer una obra fantástica y, sin embargo, ser un completo desconocido.

En ese sentido, ¿considera que el arte español es deudor o ha sido víctima de una situación injusta?

Es obvio que la famosa Leyenda negra existió, y como todas las leyendas y las deformaciones de la realidad, son negativas y arbitrarias. Su origen era muy lógico. España dominaba el mundo y los dominadores siempre suscitan recelo. Nunca se ha conocido un imperio de la magnitud del nuestro. Una situación así provoca muchos enemigos y, además, en aquel momento, la realidad estuvo agravada por le hecho de que España escogió la opción que resultó perdedora, convertirse en el brazo armado de la Iglesia Católica. Todo eso podemos decir que provocó una cierta visión injusta que de alguna manera también salpicó al sector artístico.

¿Hay alguna cuestión esencial en la historia del arte español que aún no se conozca?

El arte no se agota. El hecho de que a través de lo siglos un artista o un movimiento artístico tenga un público más o menos enfervorizado no supone que esa persona o movimiento se agote. El caudal artístico es realmente inagotable para el espectador. Quizás porque el arte y la literatura no tienen un lenguaje unívoco como las ciencias. La ciencia y la técnica dan una solución a un problema hasta que hay otra mejor y se abandona la anterior. En arte, el hecho de que se incorpore a tus gustos una novedad no significa que lo anterior haya caducado. Puedes ser un rabioso seguidor de las vanguardias y por ello no te produce asco ni quieres destruir el Partenón. El arte es compatible; no caduca. Esa no caducidad conlleva que puedas seguir descubriendo indefinidamente. Siempre estamos descubriendo: siempre hay cosas por conocer.

«A los artistas realmente potentes el mercado no les importa demasiado»

En este momento, en el que los apoyos a la cultura se han reducido drásticamente, ¿cuál es el estado del arte? ¿Está viéndose afectado por la situación?

Las situaciones de crisis afectan a todo y también al mercado del arte. España tiene un mercado artístico raquítico y poco preparado. Esas situaciones, las crisis, en cierto modo le dan igual a los artistas. Personas como Barceló fueron en su momento ignorados por el mercado español. Cuando ya era un pintor reconocido internacionalmente realizó dos exposiciones en España en las que sus cuadros, a unos precios realmente bajos, no se vendieron. Posteriormente, esos cuadros se vendieron fuera a precisos muchísimo más elevados. Lamentablemente la situación del mercado español es de muy bajo nivel y muy bajo criterio. Los artistas importantes son los que triunfan fuera. Una vez que lo hacen fuera, intentamos comprarlos en un mercado secundario que es mucho más caro. Pero el peso es el que da el plano internacional. A los artistas realmente potentes y, en general a lo largo de la historia, el mercado no les importa demasiado. Porque, además, generalmente cuando triunfas no sabes por qué ahora te hacen caso y antes no. Nadie te lo explica. No entiendes las razones. A los artistas que tienen algo que decir y que tienen la fuerza de carácter para llevarlo a cabo no suele importarles demasiado el mercado.

En la actualidad está usted embarcado en un proyecto común con el historiador Juan Pablo Fusi, ¿de qué se trata?

Siempre he tenido una gran admiración por él. Creo que es uno de los grandes historiadores españoles. La primera experiencia a la hora de trabajar juntos supuso un privilegio para mí. Hicimos un libro en el que yo comentaba un cuadro y él un hecho relacionado con aquella imagen. Fue muy estimulante. Después hicimos otro sobre la Guerra de la Independencia y ahora estamos en un tercero que constituye un desafío muy importante y un trabajo intenso para ambos. Se trata de un análisis del arte de la Europa Occidental desde la Baja Edad Media hasta la actualidad. Hay que elegir los acontecimientos más significativos a lo largo de esos siglos para explicarlos ciñéndonos a cincuenta cuadros, lo que supone mucha complejidad a la hora de seleccionar. A pesar del sufrimiento que conlleva elegir entre tantas posibilidades, estoy encantado porque siento que con Juan Pablo Fusi he encontrado mi “pareja de hecho” intelectual.

«En los últimos años España ha sido un corral de disparates»

¿Cómo ve la situación actual en relación con la cultura en España y, por ejemplo, la cuestión del IVA?

Creo que las crisis nos arruinan desde todos los puntos de vista. Ha subido el IVA porque los impuestos directos tienen un proceso costoso de recaudación, salvo con los asalariados. Los funcionarios y los asalariados estamos penalizados desde siempre. No porque sea más justo sino porque es más rentable para Hacienda. Un ordenador inspecciona a siete millones de “curritos” y eso es mucho más rentable que hacerlo con un gran empresario defraudador con el que la investigación es mucho más costosa. Esto no tiene nada que ver con la justicia y lo justo. Con el IVA ganan mucho dinero a costa de mucha sangre. El tema del cine, por ejemplo, es tremendo.

Dicho esto, no debemos pensar que la crisis es un castigo venido del cielo. Es consecuencia de que se han hecho muchas cosas muy mal. No somos víctimas de una conspiración, ni de la animadversión internacional, sino que España ha sido un corral de disparates en los últimos años en los que, de una u otra manera, hemos participado todos. Nadie dio una voz de alarma. Ningún medio social dijo: “¡cuidado! que vamos hacia el abismo”, sino al revés, se estimulaba a la gente hacia la locura, y esa locura la estamos pagando. Hay que poner empeño en que todo esto dure lo menos posible.

Finalmente, ¿por qué una persona que no esté especialmente interesada en el arte debe leer su libro La invención del arte español?

Este es un libro para la gente común. Mi intención a la hora de escribirlo es que pudiera ser leído por todo el mundo y que el lector se pudiera enterar de cosas que habitualmente no se suelen hablar. Cosas curiosas de nuestro arte sobre, por ejemplo, la relación del arte español del pasado y el del presente. Cuestiones muy legibles. Colmaría mis expectativas el hecho de que al leerlo el lector se enterase de cosas y, al tiempo, lo hiciese de un modo entretenido.

(La entrevista concluye. Calvo Serraller es también un hombre afable del que se conoce su afición al fútbol desde siempre, –no oculta su querencia por el Real Madrid–, por lo que cabe plantearle, medio-en-serio-medio-en-broma, si considera que éste deporte puede llegar a ser considerado como un arte… Evidentemente, para él el arte es otra cosa, pero le vienen a la voz nombres como Di Stéfano, Pelé o Zidane y, en un tono mucho más distendido, confiesa que tiene en el fútbol un aliado; una válvula de escape que le permite rebajar la tensión que provoca el quehacer diario).

 

De El Greco a Picasso

Francisco Calvo Serraller [2] nació en Madrid en 1948. Doctor en Filosofía y Letras (especialidad de Historia del Arte), es catedrático de Historia del Arte en la Universidad Complutense de Madrid desde 1989.

Miembro de número de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando desde 1999, ha sido comisario de numerosas exposiciones y director del Museo del Prado.

A su labor docente e investigadora une la de crítico de arte en distintos medios de comunicación. Su labor como ensayista lo ubica entre los mas reputados especialistas españoles. Una parte sustancial de sus trabajos se han centrado en la historia de la pintura española de los siglos XIX y XX.

Su más reciente obra, de la que habla a lo largo de la presente entrevista, es La invención del arte español (Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores).

 
Invencion arte baja [3]La invención del arte español [4]
De El Greco a Picasso
Francisco Calvo Serraller
Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores
190 páginas
23,90 euros

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