Jorge Alonso (Gijón, 1977) ha recogido en el libro Nick Cave & The Bad Seeds. Compartiendo las semillas (66 rpm) desde sus inicios junto a The Boys Next Door y The Birthday Party hasta su paso por Barcelona en el Primavera Sound de 2013, la última vez que le vio en concierto. El libro es un viaje por la carrera del australiano a través de momentos vitales y datos, anédotas y reflexiones, bajo una mirada personal, la de un investigador, músico y fan al mismo tiempo. Hablamos con él y desgranamos el ‘fenómeno Cave’.
1. El directo.
A veces es mejor ir al grano. Empezar por lo que sacude, lo que conmueve. Dice Jorge Alonso que Nick Cave es el típico tío del que si una canción del disco te gusta, en directo te va a encantar. “Le conocí en la MTV y le fui siguiendo sin querer, pero me voló la cabeza en un directo en el ‘98, en el Doctor Music en Lleida, donde pude ver a las canciones crecer. Fue tremendo. Salieron primero The Bad Seeds, se colocaron cada uno en su sitio, esperaron un minuto y entonces empezaron a tocar Lime Tree Arbour. Cuando comenzó a sonar el piano entró Cave todo de negro vestido como un predicador sureño y ahí ya caí”.
2. El origen.
El lugar y el momento en el que se cría un artista es primordial a la hora de analizar su carrera y su figura. “Estamos hablando de un tío que nace en un pueblecito de Australia de mil y pico habitantes, y que luego se va a Londres y a Berlín, y que acaba en Brighton. Que su padre fuera profesor de literatura fue muy importante porque si hubiera sido ingeniero, con todo mi respeto hacia los ingenieros, a lo mejor no se habría interesado nunca por la creación o por la lectura. A pesar de que nunca se llevó bien con él, los libros estaban allí, en casa”.
“Que su madre tocara el violín -de hecho colabora con él en un par de discos- tampoco es baladí. Que naciera en una sociedad anglosajona donde la música es un asignatura troncal tampoco lo es”, explica este profesor, escritor y músico gijonés. Para él, sin duda, todo este ambiente en el que nace y crece Nick Cave “tiene una influencia directa en el arte que crea”.
3. El carisma.
“Cuando empezó a tocar no sabía nada así que se puso a cantar. Mick Harvey decía que cantaba fatal pero que, aún así, cuando salía al escenario todo el mundo se le quedaba mirando. Cave tiene un gran carisma y se puede apreciar en los vídeos, en la peli 20.000 días en la Tierra, y en el directo. Te atrapa completamente. Sabe hacerlo muy bien porque es muy profesional”, añade.
4. Su sonido.
“Su carrera resume muy bien toda la historia de la música popular: desde el blues y el jazz más primitivo al punk (Sex Pistols o Iggy Pop) y luego la vanguardia de Berlín porque estuvo allí viviendo. En el último disco consigue que parezca un grupo diferente, aunque esto quizás tiene que ver con que se fueran ciertos elementos de la banda, sobre todo Mick Harvey y Blixa Bargeld, y se llevaran parte del sonido con ellos”.
“Una de las mejores cosas que consiguió fue un sonido Bad Sheeps. Es verdad que hay muchos matices en él, ya que no es lo mismo los dos primeros discos que la época berlinesa, que es muy oscura, muy opresiva, o cuando se va a Brasil y hace un disco superluminoso”.
Por otro lado, para Jorge Alonso siempre está el toque de Cave, sus melodías y su letras. “Todo eso envuelve al resto. Su forma de contar, su forma de narrar, de tocar… Eso es muy difícil de hacer”.
5. El maldito.
“Se rodeó de un aura de malditismo para mostrar al Cave yonqui. En cierto sentido es verdad, pero por otro lado un yonqui no puede hacer más que levantarse por la mañana para conseguir la dosis que necesita, metérsela y así sucesivamente. Sin embargo, Cave grabó 6 o 7 discos y escribió una novela cuando era yonqui, por eso creo que no era para tanto, pero sin duda esta parte es muy atrayente y a mí fue una de las cosas que me atrajo de él. Está muy bien la gente que explora y que te cuenta el otro lado y Cave es un experto en eso”.
6. Doble faceta.
Siempre a punto de caer. En relación a esta característica, el autor de Nick Cave & The Bad Seeds. Compartiendo las semillas recuerda una entrevista suya en los años 80: “En ella decía que tiene una faceta constructiva y otra destructiva y que cuando se levanta por la mañana sabe qué demonios van a mandar, si los de construir o los de destruir”. Sin embargo, él cree que en realidad eso nos pasa a todos un poco: “Todos tenemos la tentación de levantarnos por la mañana y no hacer nada. Hacer algo cuesta. Es un acto de voluntad”.
7. El retorcido.
Al músico australiano le encanta jugar mucho, por ejemplo, con la analogía de Dios y el Diablo. “Maneja muy bien la Biblia y cuando quiere tiene mucha sorna”, dice Jorge, que toma como ejemplo una canción en la que narra cómo va a una iglesia y cuando reciba la hostia consagrada dice “llevo el olor de ella todavía en mis manos”. «A mal que uno piense…», apunta. «Está muy bien que alguien retuerza todo un poco y que las cosas no sean tan obvias».
8. El personaje.
“En su carrera se da una especie de evolución intelectual. Creo que es consciente de que él es Nicholas Edward Cave y que luego está Nick Cave. Siempre ha sabido vender muy bien el segundo, aunque algunas cosas le han pesado. Me refiero a que cuando pones el acento en algo, como por ejemplo él en los 80 en la heroína, y luego quieres desembarazarte de eso es muy complicado. A mediados de los 90 dio un giro y quiso deshacerse de esa imagen. Lo que hizo, porque es muy listo, es conceder entrevistas en museos, por ejemplo, para que no le vieran como un yonqui. Iba de traje y respondía a las preguntas en la cafetería o mientras paseaba por él para venderse como alta cultura”, relata.
“Luego se cansó de eso e inventó Grinderman (otra banda alternativa) en la que iba con un bigote de forajido y una pinta rarísima. Hizo un disco muy crudo, muy garajero, cuyo primer single fue No Pussy Blues y que habla de “Tengo el Blues de no tener un coño… (I got the no pussy blues)”. Simplemente cumplió 50 años y quiso rejuvenecer”, matiza.
9. La película.
“La quintaesencia de todo eso es 20.000 días en la Tierra. Esta película es un manual de construcción de un personaje. El hecho de que la primera secuencia se le vea despertándose y muestre la hora para que te des cuenta de que el tío madruga… Dice “me llamo Nick Cave, soy un escritor, y este es mi día 20.0000 en la Tierra”. Te quiere vender ese día como si fuese un día cualquiera, pero resulta que aparece comiendo pizza en casa con sus hijos vestido con traje. Es muy bueno en eso”.
10. La prensa, el enemigo.
“Se lleva de pena con ella. La odia por una serie de malas experiencias. Una de ellas sucedió cuando se metía heroína. Quedó con una periodista, fue al baño, se chutó y se durmió. Ella lo contó, aunque quizás se pasó un poco al titularlo Un hombre llamado caballo. Eso a él le sentó fatal”, explica el escritor asturiano.
«Igual de mal le sentó otra historia con un periodista muy respetado en Inglaterra, Mat Snow -de hecho, existe un libro de entrevistas a Nick Cave editado por él-. Cave le pasó una maqueta de un disco y Snow, por marcarse un tanto, hizo una crítica antes de que saliera y encima lo puso a parir”.
11. El escritor.
Nick Cave ha publicado dos novelas: Y el asno vio al ángel (1989, Editorial Pre-textos) y La muerte de Bunny Munro (2009, Editorial Papel de Liar). También tiene King Ink (1988) y King Ink II (1997), dos libros de letras de canciones, poemas y breves obras teatrales. Precisamente Cave considera el rock como la más baja de todas las artes. “Él quería ser pintor o escritor. Acabó en una escuela victoriana tipo El club de los poetas muertos donde estudiaba arte y pintaba, e incluso en algunos discos mete algunos dibujos suyos. A él lo que le gustaba era eso: pintar, también leer… y acabó siendo músico”.
“Está muy centrado en la escritura de guiones. En los 80 actuó en Ghosts… of the Civil Dead (1989), una película muy violenta para la que escribió algunos diálogos y en la que hace un papel muy pequeñito. Más tarde escribió el guión de The Proposition (2005), una especie de western australiano. Es buenísima. Y ya en 2012 sacó Lawless, una historia de la Ley Seca. Como le tiene mucho respeto a la palabra escrita, creo que es por donde pretende tirar poco a poco”.
12. El compositor.
Escribiendo estas líneas, y como músico que también es, Jorge Alonso se he dado cuenta aún más si cabe del mérito “tremendo” que tiene Cave y del “compositor superlativo” que es. “Es un tío con un talento insultante. Cualquiera mataría por tener una sola canción de un disco que para él es de caras B. Como músico, más allá de la parte estética, tiene un talento acojonante”.
Cave en cinco canciones..
Si tuviera que escoger sólo cinco canciones de Cave Jorge apuesta por estas: Do you love me?, The Mercy Seat, uno de los grandes clásicos de Cave; Lay me low, una balada preciosa, y Jubilee Street, otra que también lo es y que además tiene una anécdota detrás ya que él creía que era la calle de Brighton donde estaban las putas y luego se enteró que en realidad era la calle donde estaba la Biblioteca Municipal. El asturiano escogería Mercy, “una canción de culpa y de redención que está muy bien contada”, para completar el quinteto.