El año pasado se publicó un libro breve (que no llega al centenar de páginas) con una excusa modesta (lo dicho: un disco de 1973 de escaso éxito) que, sin embargo, dice mucho de lo que fue España, de lo que fuimos, de dónde venimos. También, claro está, cumple su objetivo primero: ensalza la figura y la obra de Cecilia y revitaliza su importancia situándola en el lugar que merece.
El autor de Cecilia 2. La historia del disco que no pudo ser, madrileño de la misma añada que aquel vinilo maldito, es Eduardo Bravo, uno de esos periodistas con intereses de lo más variado y superdotados para seducirnos con la peripecia más ajena a nuestro universo, con relatos de atractiva extrañeza, con personajes feliz o tristemente insólitos, mayormente inefables. De hecho, suyas son las Historias raras del siglo XX publicadas hace cuatro años. Nadie, pues, mejor que él para recordar la historia de un disco raro en la música española, pero sobre todo singular, único, tan único como única fue su creadora. En 2026 se cumplirán 50 años de su muerte en accidente de tráfico cuando tenía sólo 27.
– El libro salió hace ya unos cuantos meses y está siendo una puerta de entrada al disco más confesional de Cecilia.
Eso es lo que más me satisface. Porque hablamos de un disco olvidado, se puede decir que poco valorado por los medios en su momento, incluso maltratado por la propia discográfica. Permite, además, contextualizar las otras Cecilias. Es un disco consecuencia del primero y también podríamos decir que es causa del tercero, porque si este Cecilia 2 no hubiera sido un fracaso, el tercero, Un ramito de violetas, no habría sido lo que es, que estando muy bien, es más comercial, más convencional, más enfocado a conseguir un exitazo como el tema que le da título.
– Diferente no solo por las letras y ese espíritu casi conceptual que tiene. También por el sonido.
Totalmente. Es un disco más libre porque ella había tenido un gran éxito con CBS y le conceden manga ancha para que haga lo que quiera. Cecilia, como es lógico, se aprovecha de esa libertad. Tiene un planteamiento diferente, se siente más arropada y confía en un arreglista como Pepe Nieto, que hace un trabajo realmente asombroso. Sin desmerecer lo que hizo con ella otro gran arreglista como Juan Carlos Calderón, lo de Nieto en este disco es maravilloso.
– Cecilia tenía sus inquietudes sociales y son transparentes en el disco. ¿Interesan hoy aunque estén claramente ancladas a un tiempo que ya nos queda un poco lejos?
Su figura está lejos de haberse quedado anclada en el pasado. Las preocupaciones de Cecilia en este disco son muy actuales, muy contemporáneas. Está el amor, el deseo sexual por parte de una mujer, algo revolucionario en la época… Está la independencia de poder tener una vida al margen de un hombre que te mantenga, las ganas de emanciparse o el ecologismo, aunque pueda parecernos un poco naíf su planteamiento. ¿Quién diría entonces, hace cincuenta años, que el cambio climático iba a ser una de las grandes preocupaciones actuales?
– Y el suicidio.
Por supuesto, lo aborda en Si no fuera porque. Un problema muy actual: en España, cada día, de media, mueren once personas por esta causa. Un asunto frente al cual las autoridades tienden a ponerse de perfil pese a que en muchos casos depende de cuestiones estructurales, es decir, hablamos de gente que se queda en la calle por un desahucio, un mal despido, soledad no deseada…
– La familia pidió expresamente que no se retorciera el sentido de sus letras haciendo un análisis desde la sensibilidad actual. ¿Es eso realmente posible?
Es que no se puede hacer de otra forma. Por irnos a lo más clásico, no podemos coger La república de Platón y afirmar que la sociedad ideal es la que tiene esclavos, pero sí podemos analizar lo que propone y entenderlo en su contexto de la Grecia de entonces. Y a partir de ahí ver lo que tiene de criticable y lo que tiene de aprovechable. ¿Es necesario anular a Platón porque es esclavista? No. Se trata de contextualizar y ver qué nos aporta y qué no.
– En el caso de Cecilia está ese amor romántico de Un ramito de violetas que ahora nos puede chirriar un poco.
Efectivamente, es una canción que ahora nos incomoda y que contiene un amor romántico que nos resulta anacrónico, incluso puede ser hasta tóxico. Pero la canción es maravillosa y cuenta algo que en esos primeros años setenta era habitual. También tiene esa parte de emancipación de la mujer en sus resquicios: le escriben notas de amor en un ambiente tóxico y calla. Tiene su ámbito de libertad dentro de la opresión. Cuando su hermana me pide que me abstenga de interpretar lo hago, me abstengo, pero sí busco a gente que sepa poner esas canciones en el marco adecuado para poder interpretarlas. Es el caso de Ana Fernández Cebrián, profesora de la Universidad de Columbia, que me contó cómo era la sociedad española de la época y cómo encajan las canciones. Lidia Puyol, como artista actual y mujer, me contó cómo reinterpreta las canciones de Cecilia y cómo las sigue sintiendo vivas. El músico Luis Gómez Escobar (que fue pareja de Cecilia) me contó cómo surgieron aquellos temas y cómo se sentía ella cuando las compuso. También pregunté a su arreglista, Pepe Nieto.
– ¿Cuándo se produce su flechazo con Cecilia 2?
Siempre me ha gustado la música española de los 60 y 70, quizás también de los 80. Un tipo de música que no ha sido especialmente valorada, que ha sido incluso a veces un poco maltratada. Luego, es verdad que tengo mi relación conflictiva con Cecilia, porque la que me llegaba a través de los medios no es la que más me gustaba, pero voy a tiendas de discos y voy descubriendo otra diferente. Primero, haciéndome con el single de Me quedaré soltera y luego ya con todo el disco. Me voló la cabeza, me deja anonadado. Me fascina porque, ya conociendo toda su obra, compruebas que no se parecía al tercero y que seguía la senda del primero y, además, lo mejoraba; es más redondo, sin nada de relleno. Había mucha gente que conocía a Cecilia y te hablaba de sus canciones más populares del primero y del tercero pero no conocían este disco.
– Entre esos temas populares estaría Mi querida España, canción, dices, de la que todas las sensibilidades políticas quieren apropiarse. Cecilia murió casi un año después que Franco. ¿Ella nunca se posicionó?
La familia me contó que ella nunca se posicionó políticamente. Como mucho, recuerdan que decía que los políticos cuando llegan al poder, sean del color que sean, adoptan posturas similares. Aun siéndolo, ella no está en la línea de cantautores que son más claros en ese sentido como Raimon, Paco Ibáñez, Serrat, Víctor Manuel, pero es que tampoco estaba en la línea del pop, aun siéndolo también. Compone bastante consciente de lo que quiere hacer. Tenía un conocimiento musical muy amplio, tanto del folk estadounidense como del inglés, y además lo había vivido de cerca estando en Estados Unidos y en Londres. No obstante, creo que sí se intuyen cosas de su línea ideológica. Era amiga de Pablo Pérez Mínguez, una de las figuras más vanguardistas de la fotografía española. Va a las exposiciones, va a los happenings, participa, colabora… Para entendernos, María Ostiz no iba a un happening. Hay en Cecilia una curiosidad, un cuestionamiento de la sociedad y de la cultura del momento. Mi opinión es que está más adscrita a la izquierda o, por lo menos, a los tiempos de cambio. También podría ser que luego optara por la democracia cristiana porque ese vínculo religioso lo tenía. En cualquier caso, siempre del lado de la democracia, no de la reacción.
– ¿Vería con buenos ojos que algún día el disco salga como a ella le habría gustado, con la portada que quería (una imagen de Cecilia embarazada firmada por Pérez Mínguez) y con el título que deseaba, Me quedaré soltera?
Es una pregunta muy compleja. Ella expresó claramente cómo quería que el disco saliera al mercado. Además, se hizo una foto y se la presentó a la compañía. Si nos paramos a pensar en cuáles habrían sido los deseos del autor, el disco tendría que salir así. ¿Sería una buena noticia? Creo que sí. Hay muchas personas que lo están esperando. De hecho, hay gente que se ha hecho su cedé con la foto y el título que finalmente no fueron utilizados. Tienen mucho amor y mucho cariño hacia Cecilia y consideran que es un acto de justicia que ese disco se materialice en algo físico como ella lo quiso. Luego está la parte familiar, porque Cecilia ya no está. Sus familiares, como establece la ley y como debe ser, son los responsables y gestores de su legado, y no contemplan esa opción. Consideran que no era una decisión cerrada, sino una posibilidad que no se llevó a cabo. A mí me gustaría que el disco saliera como ella lo pensó, pero primero hay que respetar el deseo de la familia y, segundo, Cecilia no está y no sabemos cómo podría pensar ahora. No cambiemos la historia que, para bien o para mal, ha sido ésta. La vida no siempre nos lleva por los caminos que deseamos y hay que tomarla como viene.
– Cuesta creer que no obtuviera grandes ventas un disco tan accesible en el plano musical que, además, fue cantado en Televisión Española cuando solo había dos canales.
Es un disco que llegó demasiado pronto. Hay personas que llegaron a la cultura española, no sé si procedentes de otro planeta pero sí que lo hicieron fuera de su tiempo. Vinieron del futuro. Hablo de Iván Zulueta, Pepe Nieto, las Vainica doble o Cecilia. Caen en una España que no les entiende. Están a años luz de todo lo que está sucediendo, ya sea lo mainstream o lo más alternativo. Ellos tienen otro concepto de todo, de la cultura, de la diversión, de la vida. Este disco es muy disfrutable ahora, pero tengo la sospecha de que si lo pones en relación con el sonido de la época, es algo que la gente no termina de entender. Un sonido tan minimalista, tan fuera del tiempo que ni siquiera funcionó cantando las canciones en un programa de televisión.
– Coincidió su salida, se llevan meses, con otro disco único, el Heliotropo de Vainica Doble, que también maneja de una forma especial la sátira, la ironía, el costumbrismo español…
Es que es otro disco que también está fuera de tiempo. Producido por José Manuel Caballero Bonald, fue el salto de las Vainica y fue un fracaso. Un fracaso que llevaba dentro nada menos que La elegía al jardín de mi abuela, El pabú, la Habanera del primer amor…
– ¿Hacia dónde cree que ella habría tirado musicalmente? ¿Habría intentado el salto internacional aprovechando su dominio del inglés?
Esto siempre es un futurible, una fantasía y lo que digo lo digo sin faltar al respeto a su figura. Por un lado, es posible que hubiera emprendido la carrera americana. Las canciones funcionaban. Ella habría sido capaz de hacer nuevas canciones con nuevas letras para un público anglosajón sin ningún tipo de problema. Además, no habrían chirriado porque no era una española cantando en inglés, sino una anglófona cantando en inglés, aunque fuera española. Por otro lado, le pongo una pega a esto. Creo que la fama y la exposición pública y mediática no acababan de gustarle. No se sentía cómoda en un programa de televisión vista por millones de personas ni en las promociones siendo fotografiada, formando parte de contenidos en revistas que no fueran estrictamente profesionales.
– Podría haber acabado como la italiana Mina, retirada de la escena pero sacando discos y más discos sin exponerse públicamente.
No sé si la industria española hubiera estado lo suficientemente madura para aceptarlo. Creo, y es lo que me parece más factible, que se habría convertido en una gran compositora para otros autores, como puede ser un José Luis Perales antes de emprender su propia carrera. O, incluso, haber sido productora porque tenía una gran sensibilidad y las ideas muy claras de cómo podían sonar los discos de determinados artistas. Era muy capaz, en el sentido de muy rápida, muy curiosa y con mucho talento. No le habría sido nada difícil saber cómo funcionaba un estudio de grabación y cómo se manejaba una producción desde cero. Entre muchas cosas, nos hemos perdido esa faceta de Cecilia.
La historia del disco que no pudo ser
Eduardo Bravo
Editorial Lengua de Trapo y Círculo de Bellas Artes
96 páginas
16,50 euros