Grellet describe en su obra los entresijos políticos, diplomáticos y culturales de una decisión que no duda en calificar de irresponsable. Figuras de la historia política del siglo XX como Léon Blum o Winston Churchill son descritas y enjuiciadas por su mayor sombra, la de no apoyar a la República y contribuir así, en el mejor de los casos por omisión, al triunfo de los sublevados.
La obra, –relato de corte histórico en el que los diálogos dan voz a los protagonistas de la guerra dentro y fuera de España–, es una ágil narración en espejo, en la que se intercalan capítulos dedicados a los avances de Franco (apoyados desde el principio por Hitler y Mussolini) y otros dedicados a las «impresentables» tramas palaciegas de los gabinetes francés y británico. «Mientras los golpistas contaron desde el primer momento con la ayuda de Hitler y Mussolini, los Gobiernos de Francia y Reino Unido se entregaron a una errónea política de No-intervención para evitar la guerra en Europa y el avance de Moscú». Es la razón por la cual Grellet considera no solo que París y Londres (además de Washington) «obraron injustamente, sino que se equivocaron de estrategia».
¿Qué le acercó al tema de la Guerra Civil y la denuncia de la No-intervención?
Conozco España hace mucho tiempo. Mi madre vivía en la Costa del Sol y he pasado mucho tiempo en este país que me resulta realmente fascinante. Además, como periodista fui director de France Press en Madrid durante cinco años y en esa época se cumplía el setenta aniversario de la Guerra Civil. Por todo ello me interesa el tema desde siempre y he venido escribiendo sobre ello desde hace tiempo. Además me interesó en 2007 el proceso de la ‘Ley de la Memoria Histórica’, que quedo al final un tanto descafeinada. Un día fui a un encuentro de antiguos brigadistas y me encontré con una mujer extraordinaria, Lise London, de origen español y figura de las Brigadas Internacionales y de la Resistencia que sobrevivió a los campos de la muerte alemanes, que me dijo que convenía recordar que la idea de que las democracias europeas no ayudaron a la República española fue imperdonable. Ella utilizó esa palabra con insistencia, me instó a escribir e incluso me dio el título de este libro que comencé a escribir en París en 2012, poco tiempo después de que Lise muriera.
Habla usted de una trama terrible…
Lo fue por dos razones. Primero por el error que cometieron las democracias occidentales al no ayudar a una joven República y a un Gobierno legítimo. Una falta moral y política del Frente Popular Francés que no apoyó al español. También un grave error geoestratégico al no detener a Hitler y a Mussolini, que ayudaron desde el principio a Franco. El resultado fue lo que sucedió en los años siguientes. Esos dos dictadores, al ver que las democracias no hacían nada, entendieron, y así lo hicieron, que podían continuar y ello derivó en la Segunda Guerra Mundial. Pero también es una trama terrible porque se produjo una auténtica masacre. Lo que sucedió en los tres primeros meses, en aquel verano, fue una debacle. El país materialmente se machacó y no estoy poniendo a los dos bandos al mismo nivel. La masacre del bando nacionalista fue el resultado de una política deliberada de exterminio del adversario. Aunque también en el otro se produjeron atrocidades.
Guerra Civil o Guerra de España. ¿Qué término prefiere?
En las primeras semanas fue claramente una Guerra Civil, pero se transformó pronto en una Guerra de España a partir del momento en que Hitler y Mussolini ayudaron al llamado ‘bando nacional’, como lo hizo Portugal. Después llegaron las Brigadas Internacionales y la ayuda soviética. El conflicto se transformó en una contienda internacional en la península ibérica. Hay que insistir en la idea de que el bando nacionalista ganó gracias a la ayuda extranjera. En los primeros tiempos estaban los regulares marroquíes, los legionarios, los aviones alemanes e italianos, los Viriatos de Portugal, la Legión Cóndor, los voluntarios italianos… por todo eso fue una Guerra de España, no sólo una Guerra Civil.
¿Qué llevó a las democracias europeas a no intervenir?
Blum fue un personaje político interesante que ocupa un importante lugar en la historia de Francia. Fue el presidente del Consejo del Gobierno del Frente Popular e hizo muchas cosas desde el punto de vista social, como la limitación de la jornada laboral a 40 horas semanales o el derecho a las vacaciones pagadas. Pero con respecto a España fue un verdadero desastre y eso que en los primeros días estaba a favor de la intervención.
Blum, como presidente del Consejo del Gobierno del Frente Popular, consideraba lógico ayudar a un gobierno amigo. Pero en las semanas siguientes hubo una campaña muy fuerte de la derecha francesa y, además, los aliados del Frente Popular mantenían una tendencia relativamente crítica. También estaba la influencia del Quai d’Orsay, el Ministerio de Asuntos Exteriores, en el que estaba Alexis Leger, secretario general del Ministerio, que consideraba que no se podía hacer nada sin el acuerdo con los ingleses, que defendían la política de distensión.
El día 22 y 23 de julio, Blum fue a Londres y allí le dijeron que no debía intervenir en España. En Londres influyó de forma decisiva el primer ministro Stanley Baldwin, que era muy anticomunista; el secretario de Estado de Asuntos Extranjeros, Anthony Eden, y Winston Churchill, que no formaba parte entonces del Gobierno, pero que ejercía una gran influencia en los medios políticos y en los círculos conservadores. Churchill publicaba semanalmente un artículo en el Evening Standard en el que criticaba de manera sistemática al Gobierno español, al que tachaba de comunista y bolchevique, algo que era totalmente falso. Churchill, que al principio creía que era más fácil entenderse con Hitler que con Stalin, era muy amigo de Blum, al que visitaba frecuentemente en Francia. Él fue uno de los que convenció a Blum de que se mantuviera al margen de la contienda española. Un tremendo error. En Londres imperaba la idea, totalmente falsa, de que España estaba a punto de caer en manos de los bolcheviques. La No-intervención fue un acto de cobardía.
En consecuencia, afirma usted que Blum se traicionó a sí mismo…
Así es. El 25 de julio de 1936, Blum y su gobierno cambiaron la idea inicial de apoyar a la República. Hubo un Consejo de Ministros en el que se decidió no vender armas al Gobierno español. Y la noche de ese mismo día, emisarios de Franco visitaron a Hitler en Alemania y éste, sin contar con nadie más, decidió enviar sus aviones a luchar en favor de Franco. Dos días después también lo haría Mussolini. Se creó así el primer puente aéreo para llevar el ejército de África a Sevilla.
Fue una enorme injusticia no ayudar a un Gobierno amigo, socialista, que tenía todo el derecho a comprar armas para defenderse. Blum se traicionó a sí mismo y al mismo tiempo se equivocó, porque si se hubiera aliado con los ingleses para oponerse a Hitler quizá habría evitado la Segunda Guerra Mundial. Fue el mismo error que se cometió con la ocupación de Renania por Hitler en marzo de 1936, que tampoco tuvo respuesta por parte de los gobiernos democráticos.
Concluida la contienda tanto Churchill como Roosevelt reconocieron haberse equivocado. ¿Cuál fue la postura de Blum?
Nunca admitió su error. Siempre dijo que gracias a la No-intervención se había evitado una guerra de mayores consecuencias todavía, algo que la historia ha demostrado que fue totalmente falso. Porque hay que volver a repetir que si los franceses se hubieran aliado con los ingleses para oponerse a Hitler quizá se hubiera evitado la Segunda Guerra Mundial.
Conviene recordar que antes de la Guerra de España la colaboración entre Hitler y Mussolini era malísima. Hitler admiraba al italiano, pero Mussolini consideraba que Hitler era un loco. Pero poco a poco hubo encuentros entre ambos, sobre todo en suelo italiano, y acercaron posiciones. Decidieron enviar aviones, tropas y armas para apoyar al bando nacionalista y se creó la cooperación militar decisiva para el desenlace de la Guerra.
¿Qué hubiera sucedido sin esa colaboración no se hubiera producido?
En 1936 hubo dos oportunidades para cambiar la historia, sobre todo en relación con Hitler. En marzo de aquel año se produjo la reocupación militar de Renania por Hitler, contraviniendo los tratados de Locarno y Versalles. La llevó a cabo sin la aprobación de sus generales. Y los franceses y los ingleses no hicieron nada. Otra vez los británicos consideraron que aquello no revestía peligro. Fue la primera gran oportunidad perdida de parar a Hitler. La segunda fue la Guerra de España.
Contestando a su pregunta concreta, creo que si los franceses y los ingleses hubieran apoyado al ejército leal las cosas hubieran sido muy distintas. El mensaje para Hitler y Mussolini hubiera sido que no se puede contribuir a la agresión de la democracia en Europa y probablemente la cooperación militar entre ambos no se hubiera producido y la historia acaso se hubiera escrito de otra forma. Cierto es que sabemos lo que pasó, no lo que hubiera podido pasar.
Como observador es inevitable preguntarle por la actual situación política española. ¿Qué piensa al respecto?
Veo que en el problema de Cataluña se han producido errores por ambas partes. Cuando dejé la dirección de France Press en Madrid en 2010 el sentimiento independentista en Cataluña no llegaba al veinte por ciento. Para mí ha sido una sorpresa lo que ha sucedido en estos años. El Gobierno central no lo ha hecho bien y la postura de algunos sectores independentistas es realmente lamentable. Los hechos lo están demostrando. Pero es evidente que la población está muy dividida y esa es una realidad que hay que afrontar con inteligencia.