¿Estamos ante su obra más confesional entre las publicadas hasta ahora?
Probablemente sí. Aunque escribir, muy especialmente en el caso de la poesía, tiene siempre el eco de lo confesional.
Siendo una obra tan personal, ¿dudó en algún momento en llevarla a una editorial?
Tuve dudas sobre si quería o no verlo publicado. Pero encontré en Cuestión de Belleza esa editorial pequeña y cuidadosa que trasmite amor por los libros y eso me decidió.
¿En qué medida esta colección de poemas tiene algo de diario en verso de un periodo muy concreto, incluyendo algunos viajes muy especiales?
Alguien dijo que “viajar no es llegar, sino estar yendo” y en esa aventura estamos. La vida es, por definición, un terreno acotado en el que, querámoslo o no, se va escribiendo un diario. A veces tiene forma de libro. Otras se viste de otros formatos.
¿Era este libro el que más necesitaba escribir aunque no fuera el que más necesitara publicar?
Sí. Aunque cuando uno se enfrasca en la aventura de escribir un libro, ese momento y ese libro le parecen los más necesarios. Pero es evidente que este tiene mucho de especial para mí, como lo tiene cualquier despedida de las personas que han sido fundamentales en tu vida.
«La poesía morirá cuando lo haga el último de los seres humanos»
Incluye ilustraciones en la línea de apuesta estética que persigue la editorial Cuestión de Belleza. ¿Cómo trabajaron este aspecto?
Escribir poesía es un acto solitario, pero con el apoyo de las ilustraciones el tema adquiere otra dimensión. Hablamos de un trabajo en equipo en el que hay que buscar un punto de encuentro entre las perspectivas y las emociones de dos personas. En este caso todo ha sido muy fácil. La ilustradora ha sabido sacar de los textos la esencia y, por lo tanto, los ha enriquecido.
Tiene un carácter claramente elegíaco para con ciertas personas que fueron importantes en su vida, pero también tiene mucho de canto a los libros, de amor al papel impreso.
No concibo la vida sin libros. La verdad es que así ha sido desde que me recuerdo. No me preocupa nada estar enfermo de libros. Cada cual tiene sus adicciones.
En tiempos de Twitter, ¿qué futuro le pronostica a la poesía?
La poesía está en el fondo de cada cual. También somos poesía. Unos la manifiestan de una forma y otros de otra. La poesía morirá cuando lo haga el último de los seres humanos que pueblan este planeta. Y creo que no estoy exagerando. No me parece mal que los poetas entren en los canales sociales pues no creo que le haga ningún favor a la poesía aquello de considerarla un género para “ilustrados”. Es para todos los que tienen o sienten en la emoción un aliado. Está claro que hay que intentar que la poesía tenga calidad, algo que no siempre pasa.
Al hilo de las palabras que introducen Si la muerte no hubiera sido eso, digamos que las personas no mueren del todo hasta que no muere la última persona que las recuerda. ¿Pero no vienen las grandes elegías líricas a desafiar, de alguna manera, esa idea?
Ese es el milagro de la literatura. La buena literatura nos aleja de la muerte; entendida ésta como desaparición. Los buenos libros, como los buenos poemas, vencen al tiempo y, en ese sentido, son inmortales.
Si la muerte no hubiera sido eso
Javier López Iglesias
Ilustraciones de Paloma Capuz
Editorial Cuestión de Belleza
140 p
14 euros
En busca de la excelencia
Para la publicación de su quinto libro, Javier López Iglesias se ha decantado por una editorial joven, creada en 2015 por Pilar Fernández-Pinedo y Arturo R. Camba, porque Cuestión de Belleza es «una editorial en la que cada libro es único y está muy pensado», además, en palabras del autor, sus creadores «transmiten una gran pasión por los libros, por eso me animé a entrar en su catálogo».
Con el nacimiento de esta editorial, Camba y Fernández-Pinedo pretendían homenajear a ese universo racional y emotivo llamado libro. En un momento en el que prima lo digital «queremos que los lectores puedan disfrutar del libro a través del tacto y del olfato además de con la vista», explica Camba.
El libro se entiende como base y vehículo de cultura y arte, física y metafísica, ética y estética, por este motivo se han centrando en «dos disciplinas artísticas: la poesía y la música», a las que se une un «cofre de maravillas inclasificables llamado Mirabilia», que oferta obras como En mar, abierto, del propio editor o Abecedario de flores, de Alfredo Cot González.
Los siete títulos que contiene el catálogo están desarrollados con cuidados textos e ilustraciones originales que, hasta el libro de López Iglesias, editado por Paloma Capuz, han llevado la firma de Fernández-Pinedo, porque como afirma la también pintora, «un libro ilustrado tiene un atractivo añadido». Además, su objetivo es que «los libros lleguen al público gracias a precios económicos, pero que sean elitistas en cuanto al contenido».