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«Ojalá vuelvan Héroes del Silencio, ojalá estén a la altura de lo que fueron»

A Jesús Casañas le volaron la cabeza cuando aún no había cumplido los quince. Ahora, mucho tiempo después, en su condición de músico sabe explicar la grandeza de sus mejores temas y la evolución de su sonido a lo largo de sus cuatro discos de estudio y de mogollón de grabaciones en directo, rarezas y piratas. Y todo, canción a canción. Como periodista no le ciega la pasión y sabe hacer compatible la admiración con el rigor en este retrato que de sus vidas y obras les ha sacado en La chispa adecuada, la biografía no autorizada que acaba de publicar Alianza [1]. Hablamos con él una mañana de cielos plomizos en la sala en la que suele ensayar con su grupo Palabras Necias [2], con quienes prepara su cuarto disco.

En su anterior libro, Talento innato, quedaba claro que Extremoduro es Robe Iniesta y que los músicos que le acompañan, pese a su importancia, pueden ir cambiando porque la banda no se resiente mientras esté el líder. ¿Héroes del Silencio solo pueden ser Héroes del Silencio estando los cuatro?

De entrada, Héroes del Silencio fueron siempre los mismos cuatro, Enrique, Juan, Joaquín y Pedro. Sin Enrique Bunbury no habría habido Héroes del Silencio, pero sin Juan Valdivia tampoco. Sin Joaquín Cardiel y sin Pedro Andreu habrían sido Héroes de diferente forma. El caso es que ellos consiguieron ser una piña: o todos o ninguno. Fue un grupo democrático donde todos tenían su voto. Pueden sentirse orgullosos porque es algo de lo que pocos grupos pueden presumir.

Cuatro chavales de Zaragoza dispuestos a comerse el mundo y tomarse en serio como pocas veces se ha visto en el rock español. Con algunos gestos atípicos como no mudarse a Madrid cuando llega el éxito o repartir entre los cuatros los derechos de autor, aunque no participaran por igual en la composición.

Son cosas que les honran. Dijeron que hacían los viajes que hiciera falta a Madrid, pero que se quedaban viviendo en Zaragoza, que es su ciudad. Con ellos no iba eso de si quieres triunfar te tienes que instalar en la capital. Y, efectivamente, repartieron los royalties hasta el final independientemente de lo que aportase cada uno a la composición de los temas.

– Les achacaban un exceso de intensidad, una falta de esa ironía que predominaba a finales de los ochenta, cuando ellos irrumpieron en la escena.

Esa intensidad suya es innegable y les ayudó a triunfar, pero es cierto que a mucha gente les resultaba disuasoria y que no pasaron de ahí. Veían una entrevista de Bunbury por la tele e indefectiblemente les caía mal. Le ponían la cruz y decían contigo no puedo. En cambio, había mucha otra gente que sabía dejar eso de lado, que se paraban a escuchar sus letras y su música, y apreciaban que ahí había mucha calidad, que eran realmente buenos.

[1]
Héroes del Silencio (Biografía no autorizada)

– Abundando en los haters, también les penalizó gustar al principio de todo a las chicas de 15 años… 

Eso es algo que fomentó la discográfica. Querían crear un nuevo grupo objeto de deseo para las quinceañeras y fomentar esa estampa del cantante guapo que sale en los posters y portadas de la revista Superpop. Ellos fueron los primeros en oponerse a esa imagen prefabricada y esa fue una de las razones por las que fueron endureciendo su sonido.

– ¿En qué medida fueron determinantes los productores estrella que tuvieron?

Fueron clave. Phil Manzanera fue fundamental. Les produjo Senderos de Traición y El Espíritu del Vino. En la investigación, descubres que Bob Ezrin, el productor de su último disco en estudio, Avalancha, los llevó al que me parece que es su mejor trabajo, pero también les tensó en exceso, les puso contra las cuerdas de tal modo que aquello terminó por explotar. Es ahí cuando a Juan Valdivia le empezó a doler la mano. Creo que alcanzaron su cima y al mismo tiempo pagaron por ello un precio demasiado alto.

– Cuenta en el libro que los primeros en darse cuenta de que Bunbury tenía madera de estrella fueron otros artistas de éxito, como Loquillo, Jaime Urrutia o Alaska.

Sí y, de hecho, le pedían al manager Pito Cubillas que no les pusiera a Héroes de teloneros, no les hacía ninguna gracia tener que salir al escenario después de estos muchachos de Zaragoza y quedarse sin su momento de gloria.

– Como periodista que ejerce la crítica musical, ¿cuál cree que es la razón de ese desencuentro más o menos generalizado entre los críticos y la banda?

Desde un principio la crítica especializada les tacha de pijos y de ser un producto hecho en la peluquería para gustar a las niñas. Luego ellos se ponen ciertamente a la defensiva y hacen declaraciones que no ayudan precisamente a mejorar la relación con la prensa. También hay algo difícil de explicar, que se puede vincular a una cierta falta de autoestima hacia lo nuestro. He escuchado alguna teoría que lo achaca a haber salido de una dictadura. Somos capaces de admirar cualquier cosa que venga de fuera al tiempo que somos tremendamente críticos con lo que se hace en nuestro propio país. Hay grupos extranjeros a los que se les perdona la peluquería, sonar en Los 40 y grabar en grandes compañías; a otros, en cambio, por ser de aquí se les exige ser puros y estar en una discográfica independiente. Esto sigue pasando.

¿Les podemos perdonar entonces esa venganza de reproducir en uno de sus discos las peores críticas que recibieron?

Fue algo curioso. Lo hicieron en Senda ’91. El origen está en un tema de Guns N’ Roses, Get in the Ring, donde mencionaban a los críticos con nombre y apellidos. En Héroes del Silencio pensaron que era una buena idea reproducirlas tal cual y que se retrataran ellos mismos. Leídas ahora, la verdad es que a sus autores no les queda otra que irse a vivir a una cueva.

– Se vieron capaces de girar con idea de triunfar en países que no dominan nuestro idioma. ¿El conformismo nunca fue con ellos?

Fue idea de la propia banda, no de su agencia. Lo más cómodo habría sido seguir llenando plazas de toros y no tener que hablar en inglés con nadie. Hay que entender que había alcanzado un nivel tras la gira de Senderos de Traición –grandes recintos, buenos hoteles, comida decente…– y ahí deciden que no les importa volver al mundo de la furgoneta, el bocadillo y el local con menos de cien personas fuera de España. No querían conformarse con lo logrado.

– En el libro no pasa por alto lo que ya conocemos como el ‘método Bunbury’, esa habilidad para escribir cogiendo fragmentos de aquí y allá sin citar las fuentes.

Eso le ha dejado un estigma que va a ser difícil que se quite de encima. Es un asunto que acaba saliendo. Cuando he hablado con alguien de la escritura del libro me han pedido opinión por este tema. Hacer suyos versos ajenos no les resta valor a sus letras, pero lo correcto habría sido citar de dónde vienen, como hace Robe Iniesta, por ejemplo. No sé si fue por una cuestión de ego o simplemente por no querer revelar al público de dónde sale la referencia y darle todo muy masticado. Dicho esto, me parece que, con Joaquín Sabina y Robe, Bunbury es uno de los mejores letristas de este país.

– En la última gira, Bunbury se descuelga con una lista de condiciones que la banda debe cumplir para no separarse. ¿Fue una sorpresa o se veía venir?

Parece que la famosa lista fue la catarsis, el ‘hasta aquí hemos llegado’ definitivo. Avalancha es un disco que, escuchado ahora, lo descubres sembrado de mensajes crípticos sobre el fin del mundo. Está lleno de referencias al propio ocaso del grupo que nos hace pensar que en la cabeza de Bunbury ya estaba barruntando algo, al menos una crisis.

– La pregunta inevitable para cerrar. ¿Volverán a subirse los cuatro juntos a un escenario?

Ojalá. Los seguidores lo deseamos desde que pusieron punto final en 1996. Se juntaron en 2007 y si volvieran para hacerlo peor que entonces prefiero que nos dejen aquel buen recuerdo. Iván, el guitarrista de mi grupo, tan fan como yo, no ve con buenos ojos que regresen. Hay ese temor a que no estén a la altura de ellos mismos, a que por un motivo económico se conviertan en una caricatura de lo que fueron. Por otro lado, Juan Valdivia ha declarado que él ahora mismo, por la situación de su mano, solo podría tocar seguidas diez canciones y de las fáciles porque hay algunas que son muy complicadas. Por lo que ellos van diciendo no parece que ese momento vaya a llegar en breve. Lo harán cuando lo vean claro y les apetezca. En su día dijeron que, de hacer otra gira, sería grabando un disco nuevo.


Héroes del silencio. La chispa adecuada. Biografía no autorizada [1]. Jesús Casañas. Editorial Alianza. 424 páginas. 20,85 euros