“Por esa circunstancia, la de ser homosexual que supone para él un grave quebranto, su vida se destroza. Sus camaradas, sus grandes amigos le traicionan y no le permiten ser un héroe por ser homosexual. Es un personaje trágico y fascinante que además de guerrero pretende ser un poeta y se integra en los ambientes más depravados de Nueva York que frecuentan los poetas homosexuales más exquisitos. Pero claro, la homosexualidad estaba oficialmente consentida en el caso de intelectuales y poetas reconocidos, pero a un combatiente, a un guerrero como él; no”.
Además, a lo largo de ésta conversación con hoyesarte.com Jorge Martínez Reverte, que a la hora de “historiar” ha recibido entregados elogios de expertos de la talla de Antony Beevor, se refiere no sólo a su última obra, sino que pasa revista también a sus querencias como lector, a los mitos que conviene derribar y a la situación socio-económica actual que no duda en calificar de “vergonzante y brutal”.
Guerreros y traidores
En ocasiones, la historia de un hombre cuenta la de muchos. El protagonista central de Guerreros y traidores, Bill Aalto, nació en el Bronx, en Nueva York, en el seno de una familia de inmigrantes comunistas finlandeses.
Violento y borracho pero, al tiempo, tierno y valiente, participó en batallas campales contra la policía y los esquiroles durante la Gran Depresión, se incorporó a las Brigadas Internacionales y viajó a España para combatir en la Guerra Civil, donde protagonizó memorables hazañas.
Posteriormente sufrió la persecución del senador McCarthy, y se apuntó en la OSS a las órdenes de William Donovan, para luchar contra los nazis. Fue traicionado por sus compañeros comunistas por ser homosexual, y viajó por Europa, acosado por el FBI, antes de volver a Estados Unidos, donde murió como un marginado.
Por las páginas de este vivísimo relato desfilan conocidos camaradas, como Milton Wolff, Irving Goff o William Donovan, artífice de la lucha contra los nazis en su retaguardia; poetas de la altura de W.H. Auden y James Schuyler, con los que convivió, y legendarios periodistas como Ernest Hemingway y Robert Capa.