El año pasado batieron récords: 12 millones de espectadores. Desde su nacimiento en 2001, este festival de cortometrajes online ha reunido a más de 56 millones de personas como público. La culpa la tuvieron algunos de los trabajos que se convirtieron en virales en la pasada edición: Para Sonia [1], Algunos hombres siguen sin aclararse y Eat my shit [2], entre otros. «De las cosas más bonitas del festival es ver cómo cortos de distintas temáticas o puntos de vista se viralizan y llegan al público tratando temas muy dispares», dice Yago.
Es difícil prever cuántos cortos se presentarán cada edición, aunque la coordinadora del certamen calcula que son en torno a unos 1.200 los que suelen recibir, de los cuales entre 800 y 1.000 son seleccionados a concurso. ¿Con qué criterios? Simplemente que cumplan las bases. «Otra de las señas de identidad de nuestro festival es que cualquiera tiene acceso a poder colgar su corto en nuestra página web y a que el jurado o cualquier espectador lo pueda ver», una filosofía que democratiza la distribución y el acceso de estas obra de formato breve.
Criterios
Una vez cerrado el plazo de recepción de trabajos, el comité de selección visiona todos y cada uno de los cortometrajes para hacer una criba de la que salen unos 100 o 150 finalistas que ve el jurado. La propia Yago forma parte de este comité junto a Antonio Estévez, ayudante de coordinación del festival; Luis Manso, productor ejecutivo de Películas Pendelton; Patricia García-Martín Blanco, brand manager de Jameson; y Ángel Mirallas, periodista cinematográfico.
«Nuestro criterio de selección es que el corto sea redondo en todos los aspectos, pero también ponemos en valor aspectos como la dirección, la interpretación, la producción». En definitiva, que tenga ese algo lo suficientemente especial como para que merezca ser visto por los profesionales que integran el jurado, un honor que podría añadirse a la lista de premios del certamen. En esta edición, estos profesionales están comandados por el director Cesc Gay, que se ha rodeado de sus colegas Javier Fesser, Andrés Lima, Paula Ortiz y Félix Sabroso, y los actores Raúl Arévalo y Leonor Watling.
«Lo importante es contar una historia y hacerlo desde un punto de vista único», resume Yago. El hecho de encontrar esa manera diferente de narrar acaba imponiéndose a los aspectos técnicos de la obra. «De hecho, a lo largo de la historia del festival hemos tenido ejemplos de cortos que se han llevado el gran premio del jurado que no destacan por la puesta en escena, sino por saber contar una idea que llegue al espectador y sea novedosa».
Novedades
Entre las novedades de esta edición se cuentan tres nuevos galardones: el Premio Self Bank Hazlo a tu manera, para cortos que giran en torno al concepto de independencia; el Premio Fundación Repsol Rompiendo Barreras, para historias sobre colectivos en riesgo de exclusión; y el premio a la mejor dirección de producción, que intenta poner en valor otra de las especialidades que intervienen en la creación cinematográfica.
El certamen pone también en marcha, con la colaboración de Cineteca [3], el programa de formación NotodofilmPRO. Diseñado junto a los directores del centro madrileño, Mikel Olaciregui y Vicente Mozo, consiste en una serie de talleres intensivos «que enseñan a los productores cómo poner en marcha empresas audiovisuales y los aspectos más prácticos de cara a poner en marcha una producción». Los asistentes podrán aprender cómo encontrar vías de financiación públicas y privadas, las claves de las coproducciones y nociones de derechos de autor. En definitiva, «dar las herramientas prácticas y las claves para que cualquiera que quiera emprender un proyecto audiovisual pueda hacerlo».
Además de esto, la página del festival [4] ha sufrido una mejora para hacerse más accesible a móviles. Teniendo en cuenta que el 60% de las visitas del año pasado se realizó desde estos dispositivos, adaptarse a ellos era una necesidad.
Carta de presentación
La evolución de la tecnología y la corta duración de los cortometrajes hacen que estos estén adquiriendo cada vez más relevancia y peso entre los realizadores y el público. Sin embargo, Yago cree que en nuestro país todavía siguen siendo «esa carta de presentación que utilizan los directores para poder dar el salto a un largometraje». «Nosotros, como festival, siempre hemos apoyado la idea de que el corto es una película: requiere el mismo esfuerzo creativo que una película; la única diferencia es el formato».
Si bien los costes de producción a la hora de encarar un cortometraje son más reducidos que en el caso de un largometraje, la dificultad a la hora de encontrar distribución es mayor. Sigue siendo casi un milagro que los espectadores puedan acceder a los cortos en una sala comercial.
Uno de los pasos que ha dado el certamen en dirección a un mayor reconocimiento del cortometraje comenzó hace tres años, cuando se convirtió en colaborador en la preselección de los Premios Goya. Desde ese momento, cualquier trabajo que gane en el festival los premios a mejor película, guion y del público pueden acceder a la preselección del premio cinematográfico más codiciado de nuestro país.
Así, en 2014, Pipas, de Manuela Moreno, que se hizo en la decimoprimera edición de JamesonNotodofilmfest con los premios a mejor dirección y guion, se convirtió en el primer cortometraje que alcanzó una nominación al Goya.
Momento increíble
«Al ser un formato más corto a nivel de duración, cualquier persona que tenga una idea y quiera ponerla en marcha lo puede hacer». El festival aboga por la democratización del cortometraje, alejándose del sistema clásico de producción y distribución, más rígido.
«Ahora es un momento increíble para el cortometraje desde el punto de vista de que los recursos tecnológicos que tienen a disposición los directores y productores son muchísimo mejores», señala Yago, que se sorprende de la evolución estética que demuestran edición tras edición los cortometrajes participantes, con «una optimización de recursos realmente asombrosa».
La historia del festival ha dejado tras de sí sus propios títulos de culto, esas películas únicas que han ido pasando de boca en boca, de e-mail en e-mail, de móvil en móvil. Al pedirle a Yago que nombre sus favoritas, se lo piensa un poco y nos regala un puñado de recomendaciones: ¡Tía, no te saltes el eje!, «que revolucionó el género de la comedia con su punto de vista único»; Funny webcam effects [5], «que juega brillantemente con la comedia y la tragedia»; 5 segundos, «que habla de una manera sutil de la violencia de género utilizando el fuera de campo», lo que le valió el premio a mejor dirección el año pasado; o Cirugía.
«Lo bueno que tiene este festival es que hay tantos cortos tan distintos entre sí que, aunque a priori no comulgues con un género en concreto o con una manera en concreto de hacer cine, te descubres a ti mismo al ver trabajos que te llegan y te sorprenden», dice Yago.
Echando un vistazo al discurrir de las ediciones, la coordinadora del festival llama la atención sobre la evolución de los temas que preocupan a los directores. La crisis, por ejemplo, lleva años imponiéndose como uno de los grandes temas (en las primeras ediciones eran la inmigración y el desempleo), pero dentro de él nacen subgéneros como los desahucios. «Es muy curioso ver cómo también acaba siendo una visión sociológica de cómo percibimos nuestra realidad».