La Virreina Centre de la Imatge (Barcelona) presenta la primera gran exposición monográfica dedicada a Alberto García-Alix (León, 1956) en la Ciudad Condal. García-Alix es uno de los intérpretes más importantes de la fotografía contemporánea. A través de su obra fotográfica, audiovisual y escrita, nos introduce en una dimensión emocional y autorreferencial que convierte todo su trabajo, mirado en conjunto, en un gran autorretrato expandido.
Esta propuesta expositiva pretende acercarnos a la comprensión de una parte clave de su obra, marcada por el carácter autobiográfico y por el esfuerzo constante de mirarse, de encontrarse consigo mismo a través del ejercicio fotográfico.
La mirada y la vida
La muestra reúne casi setenta obras, entre fotografías y vídeos, que permiten seguir la evolución de la lectura del concepto de autorretrato que García-Alix realiza a lo largo de sus más de treinta años de carrera, trazando una línea que acompaña a la mirada y la vida del autor que se mira y nos mira a través de sus obras, invitándonos a entrar en su particular universo en primera persona.
Esta muestra no trata de acercarnos al diario del artista ni presenta una documentación cronológica de su vida o supone un ejercicio egocéntrico. Aunque las fotografías corren al hilo de la vida del autor, su intención es siempre la de generar una nueva realidad donde el espectador tiene también cabida. La forma en que García-Alix se mira a través de la fotografía evoluciona a lo largo de los años y va adoptando diferentes variantes, dejando una estela que ahora se recompone con esta exposición.
Intensamente autorreferencial
El concepto de autorretrato es muy amplio para Alberto García-Alix, ya que abarca una gran parte de su obra en la que se considera reflejado. De hecho es difícil encontrar en el trabajo de este autor alguna pieza que no sea intensamente autorreferencial. Podríamos incluso decir que toda su obra, en conjunto, forma un gran autorretrato.
La muestra recorre la trayectoria del artista desde los primeros autorretratos realizados a finales de los años setenta a las fotografías de fragmentos de su cuerpo que responden a diferentes necesidades del fotógrafo a la hora de contarnos su particular descomposición del autorretrato; de la serie de los que podríamos denominar genéricamente como «paisajes íntimos», lugares que forman parte de las vivencias del artista y sobre los que siente la urgencia de proyectarse, a sus trabajos en vídeo (Tres vídeos tristes, De donde no se vuelve), en los que García-Alix aúna fotografía, imagen secuencial y ambientaciones sonoras para construir una serie de relatos en primera persona y adentrarnos en un universo cada vez más narrativo.