Luis Feito ha visto mucho –no solo hablamos de pintura– y para llegar a donde está ha soportado lo suyo. Ya llovió desde que en 1954 realizase su primera exposición individual y desde que tres años más tarde fundase, con Saura, Millares y Canogar el vanguardista grupo El Paso, al que posteriormente se unirían Rivera, Viola y Martín Chirino. Hoy, cuando sus obras cuelgan, como pintor universalmente reconocido, en las grandes pinacotecas de los cinco continentes, ese conjunto de realidades y experiencias confieren a Luis Feito (Madrid, 1929) la sabiduría socarrona o la socarrona sabiduría, que tanto monta… que le permiten hablar sin recovecos y afirmar con contundencia; decir sin miedos y mirar de frente.
Desde hoy jueves, 10 de enero, la galería Fernández-Braso (Madrid) acoge la exposición Feito. Pinturas históricas: 1957-62, que muestra la serie de obras de finales de los años 50 que conquistó a la opinión internacional, piezas que marcaron tendencia, que recorrieron algunos de los museos más importantes de Nueva York, Washington o París y que formaron parte de las bienales que premiaban a los artistas más destacados del momento y que terminaron en las principales colecciones internacionales de arte del siglo XX.
Libertad y efervescencia
Feito va a París en 1956 atraído por la libertad y por la efervescencia de la vanguardia internacional. En esos años la corriente artística dominante era el informalismo –versión europea del expresionismo abstracto norteamericano– que derivaba conceptualmente del movimiento surrealista y que estaba muy influenciado por la filosofía y por la literatura existencialista del momento. Ambas tendencias radicalizaron aun más sus planteamientos en relación a la exploración y representación de una visión más personal, íntima y subjetiva del artista, profundizando así en la creación de un lenguaje abstracto que se desvinculaba del mundo visible y que trataba de crear emociones y sensaciones a través del color, del gesto y de la materia.
Si a esa revolución artística le sumamos algunos rasgos propios de la cultura tradicional española –en especial de los artistas de corte más dramático y expresionista– y que además fueron vistos como una interpretación de la situación política española del momento, el resultado fue un lenguaje plástico innovador y contundente, personal y pleno de carácter, que fascinó y atrajo las miradas de los principales estamentos artísticos del momento.
Después serían las bienales hispanoamericanas, las de São Paulo, Alejandría y Venecia, las exposiciones en el MoMA, en el Guggenheim y en las principales capitales europeas las que desbordarían las previsiones más optimistas en relación al interés internacional del arte español de aquellos años. Feito y sus compañeros del grupo de El Paso, creado por Saura en 1957, protagonizaron el momento más brillante y admirado del arte español de los últimos años.