Alejandra López, Ana López Segovia y Teresa Quintero son Las Chirigóticas. Estos días se suben al escenario del Teatro Valle-Inclán para poner en escena la tercera pieza que ha escrito para ellas Antonio del Álamo: La copla negra.
La compañía gaditana explota en este nuevo montaje una de las claves de su éxito: ofrecer una visión inédita sobre temas específicamente femeninos. El procedimiento es el que explica Antonio del Álamo: «Nos apoderamos, como comentaba un crítico, de palabras y expresiones que han funcionado siempre bien en boca de los hombres, pero que la mujer guardaba para su intimidad. Poner en cuestión la misma noción de género y, por supuesto, adentrarnos sin recato en la descripción de las imposiciones de lo masculino sobre lo femenino ha sido otra de nuestras constantes, ofreciendo una subjetividad alternativa a la hegemónica y propagando sentidos inversos a los consagrados por el status quo patriarcal. En este nuevo proyecto de la compañía he concebido una propuesta dramatúrgica en la que los límites entre actor/actriz se diluyen con la intención expresa de subvertir los roles de género o, al menos, poderlos contemplar desde un lugar inédito».
Música
En esta ocasión, el espectáculo no parte de letras y músicas preexistentes, sino que han sido creadas ex profeso para el texto dramático. En ese sentido, Antonio del Álamo ha contado con la colaboración de Mariano Marín, autor de la música de varias películas de Alejandro Amenábar, como Tesis o Abre los ojos.
La obra tiene una calculada dosis de humor, sátira, tragedia y drama. Y prescinde de falsos pudores. «¿No es el teatro aquel lugar donde uno puede hacer lo incorrecto sin ser censurado por ello?», se pregunta Del Álamo.
Sinopsis
José Luis reabre las puertas de ‘La Copla Negra’, un burdel que ofrece a sus clientes, además de las actuaciones, la posibilidad de relajarse unos minutos con alguna de las artistas: la Olvido, la Manuela y la Chana. En esta aventura le acompaña su mujer, Mari Carmen, enamorada hasta los tuétanos de ese hombre embustero, miserable y encantador a partes iguales.