En relación a esta exposición, el historiador del arte José Ramón Nogueras Martínez hace las siguientes reflexiones:
“Cuenta Thérèse Ravit que la vida es energía y por eso utiliza los colores en estado puro. Los pigmentos intensos y las intervenciones con recortes, hilos, veladuras de papel, etc., quieren hacernos reflexionar sobre el movimiento y todo lo que entraña. La vida oscila, los hombres se desplazan, el espíritu vibra, todo está en continuo estado de circulación y Thérèse lo expresa alentando el optimismo, el lado positivo de la existencia».
«Con su lenguaje personal no escapa a las pulsiones vitales de sus contemporáneos, sus obras se llenan de sujetos que se orientan en una misma dirección. Gentes anónimas que participan del conjunto, en una metáfora donde el color representa el amor a la vida. Ligeros son los personajes que aparecen sobre las masas de color como lo son ellas mismas. Las multitudes deambulan, saltan, bailan, en ocasiones se ocultan y en otras nos miran para decirnos como se sienten e invitarnos a participar y olvidarnos de que estamos solos».
«El arte es la verdad más profunda que existe. Thérèse manifiesta su verdad, sola ante su obra que proviene del inconsciente, allí donde surgen los sueños. Y si existe algo verdadero en la vida humana esto son los sueños, de colores y en movimiento».
«La artista nos convoca para conocer su trabajo, fundamentalmente acuarelas sobre papel, unas en estado puro y otras intervenidas, monotipos, libros de artista y una instalación-móvil. El uso de las distintas técnicas es parejo a la evolución de la obra, inquieta al igual que su autora».
«Frágiles trabajos que hablan del individuo y de la multitud, de la estabilidad y de las migraciones, de la fragilidad y del optimismo, en fin, de la soledad y la solidaridad”.
Entrada libre hasta completar aforo.