Para celebrar sus 35 aniversario, la Filmoteca ha organizado tres sesiones:
13 de mayo
Teatro Victoria Eugenia. Donostia-San Sebastián. Hora: 20.00 horas. Precio: 4,60 euros.
La Morte Rouge (Víctor Erice, 2006). Duración: 32’.
La Morte Rouge es el nombre de un pueblo situado en el Canadá francés, en los alrededores de Québec. Hasta ahora nadie ha logrado encontrarlo en los mapas, quizás porque solamente existió en la imaginación de los guionistas de La garra escarlata, película rodada en Hollywood en 1944 y protagonizada por el famoso detective Sherlock Holmes.
El espíritu de la colmena (Víctor Erice, 1973). Duración: 97’.
Ocurrió en un pueblo castellano a mediados de los años cuarenta, es decir en plena posguerra. Un domingo, Isabel y Ana, dos hermanas de ocho y seis años respectivamente, vieron la película El doctor Frankestein. A la pequeña le causó tal impresión que no dejaba de hacer preguntas sobre el monstruo a su hermana mayor. Cierto día, la familia se dio cuenta de que Ana había desaparecido de la casa.
14 de mayo
Centro Cultural Koldo Mitxelena. 19.30 h. Entrada libre hasta completar aforo.
Víctor Erice (Carranza-Bizkaia, 1940) ofrecerá una conferencia en la que repasará su carrera cinematográfica. Erice, licenciado en Ciencias Políticas, se diplomó en la Escuela Oficial de Cinematografía en 1963. Su escasa filmografía no le ha impedido ser actualmente uno de los cineastas más prestigiosos del panorama internacional. Sus tres largometrajes hasta el momento son El espíritu de la colmena (1973), El sur (1983) y El sol del membrillo (1992). En su mediometraje La Morte Rouge (2006), narra en primera persona su primera experiencia como espectador de cine en el Kursaal donostiarra de los años 40.
23 de mayo
Teatro Principal. Donostia-San Sebastián. 20.00 horas. Precio: 4,60 €.
Ama Lur (Néstor Basterretxea, Fernando Larruquert, 1968). Duración: 103’.
Ama Lur es un canto al País Vasco, una visión de sus tierras y sus hombres. El País Vasco, enclavado en las estribaciones del Pirineo y costeando el Golfo de Vizcaya, constituye el ejemplo insólito de una comunidad étnica, diferenciada, que perdura después de cien siglos de vida activa en el mismo lugar donde se concretó como pueblo y se desarrolló su personalidad.